Un estudio de un granadino sobre el incendio de Los Guájares ayudaría a la regeneración de la tierra quemada

Juan Ignacio Vílchez, investigador de Ogíjares afincado en Lisboa, ha realizado un ensayo que podría recuperar el suelo tras un incendio de forma mucho más rápida

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Tierra quemada tras el incendio de Los Guájares | Foto: Remitida
Quique Briz Farran
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Uno de los mayores riesgos que entraña el verano y las altas temperaturas son los incendios forestales. La pérdida de ecosistema que provocan es incalculable. Afortunadamente, durante este periodo estival no ha habido que lamentar un incendio de grandes dimensiones en la provincia de Granada, si bien en la retina de todos los granadinos está todavía el incendio sufrido en la zona de Los Guájares en la entrada de otoño de 2022, hace ya casi un año. Este llegó a cubrir más de 5.000 hectáreas repartidas entre los términos municipales de Los Guájares, El Pinar, Albuñuelas, El Valle y Vélez de Benaudalla, en una extensión equivalente a más de 6.000 campos de fútbol. Todavía hoy, la tierra calcinada es el único paisaje que se divisa en este páramo, otrora verde y lleno de vida.

La recuperación del suelo quemado es algo que inquieta cada vez más a científicos e investigadores. La tierra tarda en regenerar su vida tras las llamas. Se trata de uno de los elementos que más sufre y necesita décadas para volver a brotar como lo hacía antes de un incendio. Juan Ignacio Vílchez, investigador principal del laboratorio iPlantMicro (del Instituto ITQB NOVA y la Unidad de Investigación GREEN-IT), realizó un estudio sobre el suelo quemado de Los Guájares tan solo unos meses después y con un prometedor experimento. A pesar de trabajar desde Lisboa, a Vílchez, natural de Ogíjares, le interesaba "aportar algo o dar algún paso que fuese útil en el futuro" respecto a un incendio que ocurrió en su tierra.

Cuando un incendio es extinguido, suelen aplicarse diques para que las lluvias no esparzan la ceniza a zonas colindantes. Una medida que se llevó a cabo en Los Guájares, donde se instauraron más de una docena. En ocasiones, también se pica la cubierta vegetal para retenerla. Algo que, tal y como explica Vílchez, "tiene lógica pero es muy simplista, pues con un viento fuerte se va a ir igual". En ese sentido, el investigador y su equipo realizaron un ensayo con el incendio de Los Guájares como muestra, por encontrarse en su tierra y ser un caso paradigmático dentro del clima mediterráneo.

Según Vílchez, los incendios dejan, especialmente en la zona mediterránea, una estructura del suelo dañada y frágil. Esto hace que el ecosistema "tarde más tiempo en volver a restablecerse" que en otras regiones. En Los Guájares se vive una situación así en una vasta extensión de terreno. Con el tiempo emergen nuevas plantas, pero no todas sobreviven y las que sí lo hacen lo pasan regular, porque "no hay un buen suelo". Partiendo de esa base, Vílchez y su equipo optaron por realizar un estudio combinando bacterias de suelo no quemado y plantas en tierra afectada por un incendio.

El estudio usó microorganismos para comprobar si podrían ayudar a la regeneración del suelo. "Sabemos que existen bacterias capaces de fijar el suelo a nivel 'micro'. Mucho 'micro' crea una pequeña red y mantiene el suelo el tiempo suficiente para que se establezca una planta. A la vez, esas bacterias crean una película llamada 'biofilm' que las protege y retiene mejor los nutrientes y el agua", explica Vílchez. Para el experimento, el equipo analizó tierra quemada de Los Guájares por un lado y suelo cercano que quedó fuera del incendio por otro. "Nos dimos cuenta que las zonas no alcanzadas por el incendio tenían más población de bacterias que manejan los nutrientes que ayudan a la regeneración", comenta. Por ello, se decidió probar a aplicar estas bacterias al suelo afectado.

Para combinar bacterias y plantas en suelo afectado y no afectado, la investigación cogió tierra de Los Guájares en ambas situaciones y probó todas las posibilidades, situándolas en varios cajones: solo con las plantas surgidas tras el incendio, solo con las bacterias o combinando ambas. Y el resultado a los 40 días arrojó que "con plantas y microorganismos, iba genial para agregar el suelo". "Además, vimos que en suelo con ceniza las plantas germinaban más gracias a la ayuda de microorganismos", explica. De esta manera, se concluyó que aplicar bacterias del mismo ecosistema a la zona afectada puede ayudar a regenerar el suelo quemado mucho más rápido.

Imagen del experimento donde el suelo quemado de Los Guájares con bacterias y plantas (arriba a la derecha) se ve mucho más regenerado | Foto: Remitida

Vílchez recalca que el estudio, firmado por las autoras principales Marla Niza Costa y Tatiana Garrido Gil y publicado en la revista Biology, es todavía muy preliminar y debe aplicarse en unas magnitudes más grandes para testear su validez. Sin embargo, define los resultados como "prometedores", pues en solo 40 días, "el grado de agregación del suelo mejoró en dos o tres puntos (en una escala de diez) respecto a la evolución natural". Unas cifras que pueden ahorrar muchos años de recuperación de los incendios. "Si normalmente en cuatro años ya se ve algo de matorral y los primeros árboles, estamos hablando de que en el primer año a lo mejor se pueden empezar a ver este tipo de cosas", estima con prudencia.

La región mediterránea, susceptible a los incendios por el clima seco y especialmente durante los meses estivales, tarda "entre 10 y 30 años" en regenerar su suelo, en palabras de Vílchez. Un tiempo que podría verse reducido en años si este ensayo del investigador granadino llega a buen puerto a grandes escalas. "Si el suelo que se consigue mantener, podemos estar salvando muchos años", asegura. Y Vílchez no descarta que esta medida sea aplicable a otro tipo de climas y latitudes, adaptando el tipo de bacterias y plantas a aplicar según las condiciones y el suelo. "Cada zona tendrá su peculiaridad en torno al clima y nosotros optamos por buscar lo local", comenta.

Esta idea todavía está 'en pañales', pero Vílchez y su equipo han demostrado que puede funcionar a pequeña escala. Si prospera, hablaríamos de que el páramo de Los Guájares y de otros tantos incendios en la provincia podrían recuperarse mucho más rápido, volviendo a la vida antes. Todo gracias a la insistencia de un estudio promovido por un granadino. "Me tocaba como algo cercano porque yo soy de Ogíjares y la tierra nos duele", apunta. Una tierra que, quizás, dolerá menos tiempo en un futuro.