"Nunca pensamos que este maldito virus traería la ruina a nuestro negocio"
Representantes del tejido empresarial de Granada nos hacen un balance en el aniversario del primer estado de alarma
Nadie podía imaginarlo. Hace justo un año, a las 15.30 horas el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparecía ante los medios de comunicación para anunciar la que quizás ha podido ser la decisión más complicada hasta el momento de su mandato. Había que actuar con carácter de urgencia ante una catástrofe mundial que parecía salida de una película de ciencia ficción. Ni al mejor guionista se le hubiera ocurrido lo que vendría después de ese histórico 14 de marzo.
Ni al mejor guionista ni al empresario más curtido en otras crisis económicas, porque si el Covid-19 se ha llevado por delante la vida de 72.258 personas en España durante los últimos 365 días, también lo ha hecho con al menos el 30 por ciento del tejido empresarial del país. Porque los responsables políticos tuvieron que confinarnos en nuestros domicilios durante tres meses, cerraron empresas y negocios no esenciales y clausuraron fronteras por tierra, mar y aire, con el objetivo de frenar la expansión de este virus mortal en el menor tiempo posible.
Lo que nadie sabía es que cuando volviéramos a salir de casa con comercios abiertos e intentando recuperar la normalidad, ese 'todo saldrá bien' que colgaba de balcones y ventanas dándonos esperanza durante nuestro encierro, tendría que esperar por tiempo indefinido.
Porque si la situación sanitaria parece que está viendo la luz al final del túnel, los empresarios granadinos ven con desesperación cómo pasan las hojas del calendario y no encuentran esa salida a corto plazo que tanto necesitan. Según sus cuentas, pasarán entre uno y dos años más hasta que la economía vuelva a resurgir y, entre tanto, habrá cientos de empresas que se queden por el camino.
El pequeño comercio, a punto de desaparecer
Es el caso de Rosa. Abre la persiana de su tienda de decoración con la esperanza de que hoy el día vaya mejor. Lleva 25 años con su negocio en Plaza de Toros y reconoce que nunca lo ha pasado tan mal como hasta ahora. Los últimos 365 días han sido un horror que no sabe cuándo podrán superar. Al miedo de contagiarse por un "virus maldito" se le suma el no poder pagar los gastos fijos que se siguen acumulando a pesar de la falta de clientes. En toda la semana solo han entrado a comprar en su tienda tres personas y ella siente que el pesimismo la invade cada día un poco más.
"No es justo. El virus está acabando con las pequeñas empresas. Pasas toda la mañana detrás del mostrador esperando que alguien entre por la puerta y te vas a casa desanimada, con ganas de cerrar definitivamente y sabiendo que esta situación no va a remontar al menos en un futuro cercano", se desahoga Rosa durante la entrevista que le hemos realizado en GranadaDigital y que se puede ver, junto con las del resto de protagonistas de este reportaje, en el vídeo que acompaña a la noticia y pinchando en el enlace de nuestro canal de Youtube.
Igual de pesimista se muestra Félix. Se asoma a la puerta de su zapatería en San Antón esperando que entren clientes a los que poder asesorar con sus conocimientos sobre hormas, materiales y colores de moda para esta temporada de primavera-verano. Ha tenido que poner toda la mercancía en liquidación para poder conseguir unas ventas mínimas que le permitan no ahogarse en las deudas que acumula desde hace un año.
“Esto ha sido todo una catástrofe. De los 12 últimos meses hemos estado abiertos 7 meses, pero solo 4 a pleno rendimiento porque ahora nos han quitado la mitad de la tarde y no merece la pena abrir porque no hay gente en la calle. Hemos perdido el 80 por ciento de las ventas. Todos los comercios son esenciales cuando vives de él. Pero la manera en que se paralizó el país entero durante tres meses por el Covid-19 ha provocado la ruina de España", lamenta Félix, quien anima a la gente a que salga a comprar al pequeño comercio "que está libre de coronavirus".
Un descenso del 85% de facturación en el sector hotelero
La falta de turismo también está afectando en una ciudad como Granada, donde la presencia de viajeros de otros puntos de España o del mundo se ha convertido en uno de los pilares más importantes sobre el que se asienta la economía local. Debido a esa carencia, los más perjudicados han sido alojamientos, restaurantes, agencias de viajes, guías turísticos y demás servicios de ocio. Porque el 75 por ciento de la planta hotelera de la provincia sigue cerrada un año después de que se decretara el primer estado de alarma.
Eso significa que solo hay abiertos en torno a 80 establecimientos en toda la provincia e incluso así, no hay clientes para todos y la ocupación no llega ni a un 10 por ciento, con la consiguiente caída de un 85 por ciento en la facturación.
"Los hoteles cerrados tienen unos gastos fijos incalculables: mantenimiento, el personal que tenemos en ERTE, los impuestos que seguimos pagando a pesar de estar cerrados… Es una situación insostenible. Y encima, en los hoteles abiertos hemos tenido unas ocupaciones medias del 20 al 30 por ciento. Esto nos ha hecho ir aprendiendo a medida que iba evolucionando la pandemia. A nosotros y a los viajeros. De hecho, ahora lo que estamos teniendo son clientes de 'corporate', es decir, gente que viaja por motivos laborales, pero está todo absolutamente parado”, señala Javier, director comercial de una cadena con cuatro hoteles en la ciudad, de los que solo mantienen uno abierto.
Un futuro muy negro, según el sector del taxi
Sin turistas, con la Universidad cerrada, con bares, restaurantes y hoteles cerrados y sin ocio nocturno, el sector del taxi también ha sufrido una "caída en picado". Con una facturación del 80 por ciento menos que en los mismos meses de 2019, el presidente de la gremial, Ramón Alcaráz, ve un futuro a corto plazo "muy negro".
“Creo que es una enfermedad que ha venido para quedarse, así que deberíamos de contemplar la posibilidad de que nunca bajemos de una cierta tasa de incidencia”, alerta Alcaráz, quien recuerda cómo Granada se convirtió en una ciudad fantasma durante los tres primeros meses del estado de alarma. "Es una cosa tan nueva que te quedas descolocado. Yo recuerdo ir por las calles y no ver a nadie y todos los negocios cerrados. Si me hubieran avisado unos años antes, hubiera dicho ‘tú has visto muchas películas, amigo’. No te lo podías creer".
Y es que hasta 4 horas se han llegado a pasar algunos de sus compañeros en una parada esperando a que algún pasajero requiriera de sus servicios de transporte. Es el caso de Noelia que recuerda cómo el miedo y la incertidumbre la invadía en esas pocas veces que alguien levantaba la mano por la calle y gritaba "taxi".
"Psicológicamente, está siendo muy duro. No hay turismo, la mayoría de los hoteles están cerrados, no hay vida nocturna con el toque de queda, la universidad está parada, las clases son online… los mayores pilares de la ciudad están paralizados. Si estuviéramos todos los taxis en la calle, no cabríamos en las paradas. No hay trabajo para todos. Ahora ya te acostumbras, pero al principio pasaba mucho miedo por si llevaba a alguien contagiado o si me contagiaba”, explica esta joven taxista.
La hostelería pide ayudas directas para superar la crisis
Más de 60.000 euros calcula Mario que ha perdido durante los últimos 12 meses en los restaurantes propiedad de su familia ubicados en La Caleta. A pesar de todo, se considera afortunado porque han logrado reinventarse en el servicio a domicilio y eso ha hecho que las pérdidas hayan sido "mucho menores". Aún así su definición para este año que ha pasado es "una locura, una hecatombe, un año para borrar”.
En su negocio han tenido que incluir en ERTEs a 25 empleados -de los 34 que llega a tener en temporada alta- y han cerrado tres de los cinco negocios que regenta. No obstante, mira al futuro con optimismo -como debería hacer cualquier empresario, especifica-, pero critica que "no se ha explicado bien por qué se cerraba la hostelería" y es lo que ha provocado que "ahora la gente tenga miedo de venir a un bar".
"Los restaurantes se han cerrado porque los clientes se quitan la mascarilla, ingieren alcohol y se relajan las normas de higiene. Pero nosotros no tenemos la culpa de los contagios. De hecho, se ha demostrado que si cierras un negocio hostelero, la gente acaba reuniéndose en sus casas y ahí sí que no se toma ninguna medida de seguridad", indica.
Este también es el argumento que abanderan desde la Federación de Hostelería y Turismo de Granada, donde calculan que hasta un 22 por ciento de las empresas del sector "se están quedando por el camino". Su presidente, Gregorio García, destaca la "incertidumbre" que hay en el sector por no poder hacer una previsión de apertura -o de cierre, en el caso de que los datos sigan siendo negativos- a corto y medio plazo y vuelve a reclamar una vez más "una respuesta por parte de las administraciones".
“Todos pensábamos que en 15 días o un mes habría pasado, pero lo que no sabíamos es que iba a durar años como se prevé, que puede durar un año directo y más años indirectos y siempre con una vacuna encima”, destaca García, quien puntualiza que "entre el miedo y el teletrabajo, la facturación que se ha podido hacer en 2020 ha sido de un 45 por ciento respecto al 2019", lo que ha provocado que nueve de cada diez desempleados pertenezcan a la hostelería.
"A día de hoy los ERTEs que no se hayan podido recuperar es porque no se necesitan. Posiblemente los empresarios necesitemos a esos trabajadores en 3 ó 4 años, pero hoy por hoy no los necesitamos", asegura e intenta mostrar una visión más positiva, ya que, en su opinión, en cuanto se relajen las restricciones volveremos a salir a consumir a la calle. "Nuestro clima y nuestras costumbres son las que son y no creo que vayan a cambiar mucho", concluye.