Una de cada diez mujeres que pasan por el Sistema Viogén ya sufrió violencia de género antes
De las 42 mujeres asesinadas en Granada desde 2003, cinco convivían con sus verdugos pese a estar en fase de separación
El caso de Elisa, la mujer de 47 años apuñalada en el cuello por su expareja el pasado 8 de noviembre en Armilla, ha dejado entrever nuevamente algunas de las costuras del sistema. La tortuosa relación que tenía con su exmarido, de quien se había divorciado en 2005 pero con quien seguía conviviendo temporalmente junto a sus tres hijos, le había llevado a denunciar previamente. No en vano, ya había sido atendida por los servicios municipales del Ayuntamiento de Armilla entre 2004 y 2010, cuando el agresor fue condenado a seis meses y le fue interpuesta una orden de alejamiento por violencia de género.
También había pasado por casas de acogida y pisos tutelados. Y hasta fue trasladada de provincia en 2014, un año antes de que volviera a solicitar ayuda, pero esta vez por temas relativos al impago de la pensión alimenticia. Sin embargo, lo que más sorprende es que con todos esos ingredientes, la expareja de Elisa figurara como "inactivo" desde 2012 en el Sistema de Seguimiento Integral en casos de Violencia de Género (Viogén). Y lo que es más grave, por "riesgo inapreciable" después de la última valoración hecha al respecto.
Su caso no es el único. Según datos oficiales consultados por GranadaDigital, a 30 de septiembre de 2023 había en la provincia de Granada 16.880 víctimas de violencia de género contabilizadas en el sistema y 18.865 casos. Esas cifras dan una ratio de 1,12 casos por víctima, lo que significa que una de cada diez mujeres granadinas que pasan por el Sistema Viogén ya sufrió la violencia machista en una relación anterior. Tal y como apuntan los guarismos, este cociente es similar al andaluz (1,13 a razón de 177.474 casos y 157.653 víctimas) y al del conjunto de España (también 1,13 a razón de 757.017 casos y 671.999 víctimas).
El portal del Sistema Viogén especifica que "el concepto de 'caso de violencia de género' es muy similar al de 'víctima de violencia de género', aunque no idéntico". "Un caso contiene toda la información que relaciona a una víctima con un único agresor, incluyendo tantas denuncias (de la víctima, de terceros o de oficio) como se hayan registrado. Igualmente, si una mujer, a lo largo del
tiempo, es víctima de violencia de género con más de un agresor, hablaremos de un caso distinto por cada uno de ellos. Esto mismo es aplicable para los agresores", se aclara.
De igual forma, un caso inactivo "es aquel que, por determinadas circunstancias, temporalmente no es objeto de seguimiento policial. El caso inactivo puede reactivarse en cualquier momento". "En el caso de baja se procede a la supresión de datos personales del autor o agresor una vez estudiadas las características del caso y siempre que se dé alguna de las siguientes circunstancias: sentencia absolutoria firme del interesado; auto de sobreseimiento firme del imputado o procesado; auto de archivo de la causa judicial, siempre que el mismo sea firme; sentencia condenatoria firme, siempre que se haya ejecutado (cumplimiento de la pena) y haya transcurrido el plazo legal para la cancelación de antecedentes penales".
En la provincia de Granada, a 30 de septiembre de 2023, los casos inactivos en el Sistema Viogén eran 16.682, mientras que 2.183 seguían activos. De estos, en 743 no se apreciaba riesgo, como en la situación que llevó a las instituciones a dejar de rastrear el de Elisa en 2012; en 999 el riesgo era bajo; en 412, medio; y en 28, alto. Sólo uno de los 1.970 constituía riesgo extremo, al igual que en Córdoba (1) y en Sevilla (2).
La separación no implica el fin de la convivencia
Elisa se había divorciado en 2005, pero seguía conviviendo temporalmente con su exmarido junto a sus tres hijos. Según el Portal Estadístico de Violencia de Género, que recoge datos con la metodología actual desde 2003, de las 42 víctimas mortales de la violencia machista en Granada desde ese año, siete eran expareja de su agresor y otras tantas estaban en fase de separación. Entre este último grupo, cinco de ellas convivían con su agresor. Otras 24 asesinadas eran pareja y compartían techo con su verdugo y en un caso más no consta cuál era la relación de convivencia entre ambos, pero sí que eran pareja. Quienes mantenían el vínculo de pareja pero habían conseguido librarse del yugo de la convivencia fueron apenas tres.
Por suerte, la muerte no fue el desenlace en la historia de la mujer de Armilla, que, sin embargo, ya le había denunciado anteriormente, con condena favorable en 2010, por violencia de género. En 32 de los 42 asesinatos machistas registrados en la provincia desde 2003 no existía denuncia previa y en otros seis no consta. Sólo en cuatro, menos de un 10%, sí se presentó. Y en todos ellos, víctima y verdugo no convivían juntos ya estuvieran separados (3) o en fase de separación (1), lo que pone de manifiesto nuevamente la importancia de denunciar.
Elisa había pasado por pisos tutelados e incluso tuvo que ser trasladada de provincia en 2014. Desde 2003 se han tramitado en Granada más de 2.000 ayudas para cambio de residencia. Sólo en lo que va de año son más de 50. Lejos de 2009 (177), 2015 (170) o 2014 (148). Al cierre de esta edición, sólo en el año 2005 se tramitaron menos subvenciones (28) a tal efecto. Respecto a las mujeres extranjeras, el número de autorizaciones concedidas de residencia y trabajo para víctimas de violencia de género supera las 400 desde que hay registros, con el año 2022 (73) a la cabeza, seguido de 2021 (56) y 2020, que presenta el mismo número que el actual 2023 al cierre de esta edición (41). La mujer de Armilla también había solicitado en 2015 una cuantía para hacer frente al impago de la pensión alimenticia de su exmarido.
Los menores, las otras víctimas
Los hijos son otras víctimas invisibles de la violencia machista. En el caso de Elisa y su agresor, dos de los tres hijos que tenían en común presenciaron el brutal apuñalamiento en el cuello con el que su padre quiso arrebatarle la vida a su madre. Suena duro, pero la realidad, por tozuda y cruda que pueda parecer, es mejor plasmarla en toda su dimensión que maquillarla y permitir que otros la pongan en entredicho. Los dos pequeños tuvieron un alarde valentía y sangre fría que, a la postre, le salvó la vida a su madre. El más pequeño, de ocho años, saliendo a la calle a pedir ayuda. La mediana, de catorce, tratando de frenar la acción vil de su progenitor, lo que le costó un corte en la mano. El tercero y más grande de los tres hijos no se encontraba en casa en aquel momento.
Según el Portal Estadístico de Violencia de Género, el número de menores de edad que se han quedado huérfanos en la provincia de Granada tras un asesinato por violencia machista asciende a 12. Los dos últimos casos sumados a esta lista fueron las hijas de la motrileña de 39 años cuyo marido, de 41, fingió en mayo un accidente de tráfico para justificar su asesinato. Después se quitó la vida. En septiembre, también se confirmaba como violencia de género el caso de la mujer de 37 años hallada muerta en un piso de la avenida de Madrid cuyo marido acabó lanzándose al vacío. Como si de una macabra coincidencia se tratase, hay un asesinato más con móvil en la violencia machista en el que el agresor se suicidó y que tiene relación con Granada, el de la mujer de 52 años asesinada en octubre en Benalmádena aunque natural de la provincia. Tenían tres hijos.
De los 42 crímenes machistas registrados en la provincia de Granada desde 2003, en 21 consta que trató de suicidarse posteriormente el homicida, consiguiéndolo en 17 casos. En otros 21 no hubo tentativa de homicidio. En lo que respecta a los menores huérfanos, sólo en ocho casos no hubo tentativa de suicidio, que se consumó en tres ocasiones y en una se quedó en intento. Números a raíz de un caso, el más reciente, que no deben quedarse en cifras, sino invitar al análisis y la reflexión.