5 ideas para ser y estar mejor en la vida: optimismo, equilibrio emocional, perdonar, no tener razón siempre y resiliencia
Aprendamos a ser mejores con un poco de optimismo, una dosis importante de equilibrio emocional, mucho perdonar, quitarnos todo lo que podamos la ración de querer tener siempre razón y poniéndonos muy resilientes. Con todo ello, seguro que aprenderemos a ser mejores en la vida.
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- Si queremos vivir mejor, tenemos a nuestro alcance un pequeño truco: ser más #optimistas. El optimista tiende a pensar que las cosas positivas son permanentes y las negativas, transitorias y sobre las que puede actuar en un futuro para evitarlas. Es evidente que nos siempre es así. De todas formas, el optimista tiene una visión más amable de la realidad, encuentra oportunidades hasta en los momentos difíciles y tiene un patrón de respuesta ante las contrariedades muy claro.
- La vida cotidiana pone a prueba el #equilibrioemocional cada vez que nos sentimos ofendidos por otra persona. El enfado ante las actitudes de los demás es una pura #elección. Lo que nos ofende sólo contribuye a debilitarnos. Si buscamos ocasiones para sentirnos ofendidos, las encontraremos ycada dos por tres. Uno de los grandes aprendizajes de todo ser humano es aceptar que las personas a nuestro alrededor nunca se expresarán como nosotros lo haríamos, ni se comportarán como esperamos, y no pasa nada. Si dejamos de dictar rígidamente lo que los demás deberían sentir, pensar y hacer se pueden evitar muchos enfados y decepciones, y liberar así una energía preciosa para construir relaciones saludables desde la empatía, el humor y la serenidad. Si lo convertimos en un #hábito firme y sólido, nos evitaremos muchos disgustos en la vida.
- #Perdonar no es renunciar, no es tirar la toalla, no es consentir. Perdonar es comprender, es empatizar, es dejar a un lado tantas emociones negativas, es pensar qué seríamos nosotros en las circunstancias vitales del otro, cómo habría sido nuestro camino si lo hubiéramos recorrido con sus zapatos. Perdonar es abandonar el rol de víctima.
- Somos adictos a "tener razón", pero quedar cautivos de nuestras opiniones es un trampa. Escuchar a los demás es prueba de empatía y respeto, claves para crecer y estar en paz. Querer tener razón es la enfermedad crónica de la humanidad, seguramente una de las causas que han enfrentado más a las personas, las naciones y las religiones organizadas del planeta. La posesión de las personas por sus propias ideas es siempre una causa de sufrimiento. Escuchar con interés a las personas, aunque lo que digan esté en contra de la propia opinión, es la prueba máxima de la empatía, el respeto y la aceptación, claves todas ellas para ser mejor.
- Las personas dotadas de #resiliencia saben que los momentos de crisis por los que pasamos, no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen. Las personas resilientes, cuando se enfrentan a una adversidad o necesitan superar la tristeza de una pérdida y transitar por un duelo emocional, se trabajan la cualidad de Relativizar: Si no somos capaces de tomar distancia, nos desbordaremos. Aceptar que las cosas no van a ser siempre como nos gustaría que fuesen, ni como se supone que deberían ser: las cosas son como son y tenemos que lidiar con ellas. Lo que sucede es lo que sucede, no podemos cambiar lo ocurrido, pero a partir de ahí somos nosotros los que damos el significado a eso. Podemos magnificar o reducir, podemos verlo como una injusticia o como un reto. Cuanto más relativicemos las cosas, mejor gestionaremos nuestras emociones, nuestra vida y más. Mejorar la autoestima ya que las personas resilientes confían en sí mismas, no pierden mucho tiempo lamentándose; no tienen tanto miedo a las críticas o al qué dirán, son personas que se centran en sus objetivos y los persiguen con determinación para volver a resurgir. Y esa autoestima les permite pedir ayuda si lo consideran necesario y convertir los problemas en lecciones: los problemas se pueden convertir en oportunidades de generar grandes cambios de vida. Las personas resilientes comprenden que las crisis van y vienen y cada una puede aportarnos una lección de vida. Por ello, hay que aprender de ellas para crecer y superarse y dar el lugar que se merece a la perseverancia.
Y es que una alegría compartida se transforma en doble alegría; una pena compartida, en media pena: comprometidos con la amistad para una mejor salud. Y es que las penas compartidas saben a menos y las alegrías compartidas saben a más. Sonreír siempre a los niños en homenaje a su inocencia; a los débiles para darles coraje; a los enfermos para calmar su dolor; a los tristes para contagiarles alegría; a los amargados para endulzarles sus días; a los egoístas para enseñarles a dar; a todos porque una sonrisa no cuesta nada y sin embargo puede mucho. Aprendamos y avancemos.