A por las terceras

Foto de archivo de Pedro Sánchez, exsecretario general del PSOE y la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, juntos en el consejo de política general en Sevilla

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Pedro Vaquero del Pozo | @pvaqdp
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Se veía venir y vino. En política suele pasar esto con frecuencia. La negativa del comité federal el PSOE a precisar con solvencia su línea política ha desembocado en un callejón sin salida del que les va a ser difícil salir. Definieron su postura con dos parámetros: el No a Rajoy y el No a terceras elecciones. Peo con estos dos parámetros, derrotada la investidura de Rajoy en un primer intento, solo quedaban dos salidas: o intentar un acuerdo de gobierno progresista con Unidos Podemos, o aceptar unas terceras elecciones.

Cuando muchos de los barones del PSOE vieron a su líder Pedro Sánchez negociar con Pablo Iglesias, se reunieron para echarlo. Era el sueño anunciado de Susana Díaz. Era la conspiración del ala más derechosa y oscura del PSOE. Era la operación del eximio representante de izquierdas del Ibex 35, Felipe González. Gestada a base de declaraciones en los medios de comunicación, en reuniones conspirativas, en desaires a Sánchez. Le habían puesto ahí para que fuera el secretario de una transición corta, pero tuvo la osadía de presentarse a primarias y ganarlas. Se creía que de verdad era el secretario general del PSOE. Pero el PSOE es un presidencialismo federalista, de pie quebrado, esto es, que manda cada presidente o secretario en cada comunidad autónoma. Dicho de otro modo: mandan los barones. Y en particular aspira a mandar la baronesa de Andalucía, que es donde mejor ha tejido el PSOE su red clientelar.

Pedro Sánchez se creyó que el No a Rajoy era No. Pero los barones conspirativos pensaron que también podría ser Abstención en segunda vuelta. Y pusieron en marcha su rueda conspirativa: dimitieron 17 miembros de la Ejecutiva para aislar y hacer dimitir a Pedro Sánchez. Y así llegaron a un comité federal dividido donde lo consiguieron. La militancia desolada, muchos votantes también. Pero los del Ibex 35 y el PP frotándose las manos. Adiós Pedro Sánchez y gestora.

¿Acaba ahí la historia? No, qué va. Ahora le toca al verdadero vencedor sacar su rédito. El PP le dice al PSOE que no basta con la abstención, que quiere un pacto de investidura para obtener un gobierno del PP estable, donde esté comprometido un Sí a los presupuestos que presente Rajoy, un Sí a los recortes que imponga Bruselas, un Sí a determinadas reformas o leyes. Quiere no gobernar un mes sino cuatro años. El vencedor pone sus propias reglas de juego.

¿Qué dirá a esto el PSOE? Probablemente de cara a la galería dirán que solo la Abstención, pero en petit comité dirán a todo que sí. No les queda más remedio que sacar tiempo para recomponer el partido dividido, la credibilidad perdida. Porque lo contrario sería enfrentarse a unas terceras elecciones en las que el PSOE seguro que perdería aún más diputados y los ganaría el PP. (Al menos eso dicen algunos).

Pero la conspiración de los barones puede acabar en un fracaso mayor si al final Rajoy simplemente deja pasar el tiempo (quedan 20 días) y simplemente no se vuelve a presentar a una segunda investidura. El factor tiempo juega a favor de los intereses del PP de Rajoy. Es muy probable que estemos en ciernes de las terceras elecciones generales, pues el PP calcula que a él le interesa destrozar a su rival el PSOE, y enfrentarse a un rival como Unidos Podemos al que siempre puede cuartear, desacreditar y hasta malear en algunos puntos oscuros que se le hayan incrustado al albur del “todo el mundo vale” practicado en el aluvión recolector de militancia con que se configuró Podemos.
¡Qué carita se les puede poner a los socialconspirativos barones! De momento, Susana Díaz tendrá que pensarse muy mucho si quiere encabezar la secretaría general y la candidatura a la presidencia en el más próximo futuro. Hoy por hoy, tanto se le ha visto el plumero, que es una de las mujeres más odiadas de España. Su batacazo podría ser impresionante.
Todo lo dicho deja a un lado los intereses del pueblo: el paro (71’3% de las prioridades de la población según el CIS), la corrupción (36’6%), los problema económicos (23’7%), la Sanidad (11’2%), la Educación (10’9%), los problemas sociales (8’5%), la calidad DEL EMPLEO (4’2%).