Los aciertos del Covirán que taparon errores en otra temporada de aprendizaje

Los refuerzos de mitad de campaña enmendaron una planificación de plantilla que no surtió el efecto esperado

Coviran Granada Gran Canaria
Scott Bamforth y Jonathan Rousselle | Foto: Antonio L. Juárez
Ainoa Morano
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Con la euforia de la permanencia algo más calmada, y la satisfacción por haber logrado el objetivo de la temporada, aunque sea una vez más al borde del pitido final, como sensación que acompañará al equipo en las próximas semanas, es momento de echar la vista atrás y hacer un balance de la campaña. El segundo año del Covirán Granada en la ACB no ha sido sencillo, de hecho, inesperadamente, ha sido más complicado que el anterior, aunque el final haya vuelto a ser feliz. Con la mira ya puesta en la próxima temporada, el club rojinegro debe analizar los aciertos y errores de una nueva campaña de aprendizaje.

El año comenzó con optimismo y con unas expectativas por encima de las que debían ser. La confección de la plantilla, nuevamente con una base de nacionales veteranos en el club y los refuerzos de Evaldas Kayris, Kwan Cheatham, Artur Konontsuk, David Kramer, Yiftach Ziv y la "continuidad" de Joe Thomasson, invitaba a pensar en objetivos mayores a la permanencia o, como poco, en una salvación algo más pronta y menos sufrida. Sin embargo, las expectativas quedaron solo en sueños por una realidad que golpeó duramente la planificación de los rojinegros.

Con la temporada ya pasada y viendo el desempeño de los refuerzos a mitad de temporada, la falta de experiencia en la ACB pudo ser uno de los grandes detonantes de la poca rentabilidad de los recién llegados. La guerra cortó de raíz el desarrollo de Yiftach Ziv que se marchó por la puerta de atrás siendo uno de los grandes errores de la temporada. La poca experiencia de Konontsuk lo relegó por momentos a ser un jugador de rotación escasa y solo un apoyo en los entrenamientos. Por último, a Kairys se le atragantó más de lo esperado la intensidad y el nivel arbitral, siendo las faltas su gran talón de Aquiles. Tres apuestas, a posteriori, erróneas.

En el lado contrario están Kramer y Cheatham. El ala-pívot estadounidense entró por la puerta grande del Palacio de Deportes, siendo uno de los grandes líderes del equipo. Su experiencia en la competición y su apabullante acierto desde el tiro exterior permitieron al Covirán mantener el optimismo en las primeras complicadas semanas de la temporada. En el caso del alemán se mezclan aciertos y errores. La apuesta por todo un campeón del mundo fue sin duda uno de lo grandes síes del año, pero su paso al puesto de dos debía haberse producido antes. El desempeño de David Kramer ha sido más que notable durante toda la temporada, pero desde la salida de Thomasson, el alero pasó a un nuevo rol que lo catapultó a una versión imparable tanto en anotación como en defensa. Sin duda, uno de esos "cambios" que benefició notablemente al Covirán en el segundo tramo de la campaña.

La composición de la plantilla no surtió el efecto esperado, pero si algo sabe hacer muy bien el Covirán Granada es moverse en el mercado de invierno. Llegó Jonathan Rousselle, gran artífice de la permanencia y un soplo de aire fresco que el equipo necesitaba en unos meses complicados. Desde su aterrizaje en el equipo en diciembre, el base francés ha ido ganando poco a poco el título de líder, tanto dentro como fuera de la pista. Un jugador desbordante, entregado y comprometido, tanto así que fue su fe en la remontada lo que llevó al equipo a la salvación. Un jugador que se ha ganado a pulso continuar un año más como rojinegro. Junto a él, las llegadas de Elías Valtonen, de Jacob Wiley, de Malik Dimè y de Scott Bamforth en última instancia han hecho del Covirán un conjunto más sólido, más defensivo, con mayores recursos y, sobre todo, equilibrado, permitiendo que los cambios entre la primera y la segunda unidad no perjudicasen al equipo. Unos movimientos acertados y con un denominador común, todos los refuerzos contaban con experiencia en la ACB. Quien nunca había pisado suelo europeo ni visto este tipo de baloncesto fue un Will Barton al que las expectativas y su pasado en la NBA lo colocaron como el posible gran salvador de la temporada. Pero, una vez más, la realidad y el nivel y dureza de la Liga Endesa demostraron que no cualquiera puede brillar en la segunda (por no decir la primera) mejor liga del mundo.

La gestión de los minutos finales es otro de los grandes puntos a mejorar de cara al próximo año. El Covirán ha perdido demasiados encuentros en los que contaba con una ventaja que no supo mantener llegado el último cuarto. Pasó contra Joventut en la segunda jornada o contra Manresa en el Palacio con aquel triple de Steinbergs que tanto dolió en tierras granadinos. También ante Breogán en un encuentro que podía haber significado el descenso. Partidos perdidos por reaccionar demasiado tarde como pasó también contra los gallegos, pero esta vez en el Pazo dos Deportes o contra Tenerife en la Laguna. La victoria se ha escapado entre los dedos en demasiadas ocasiones, pero nunca se ha dejado de creer. El gran acierto del Covirán ha sido seguir peleando incluso cuando el triunfo era imposible.

Como contó el periodista Luis Hidalgo en un hilo de X (antiguo Twitter), el average ha sido clave para que los rojinegros consiguiesen la salvación. En el duelo ante Obradoiro en el Fontes do Sar, cuando la victoria ya estaba asegurada, Pablo Pin pide tiempo muerto a falta de 5.6 segundos para el final para dibujar una jugada que acabaría con un último triple de David Kramer. Unos puntos que, al final de la temporada, han hecho que en el triple empate con los gallegos, los rojinegros fuesen los mejor colocados y alejados de los puestos de descenso. En definitiva, aciertos y errores que se deberán analizar para que en su tercera experiencia como equipo de ACB, el Covirán trate, como poco, de salvarse aunque sea a falta de una jornada para el final.