Testimonios de acoso escolar: "Vivir eso, tomando pastillas para la ansiedad y depresión, es horrible"
Según datos facilitados por el Ministerio del Interior a este medio, el pasado curso hubo un total de 14 denuncias por acoso escolar en los colegios de Granada
Con la pandemia de coronavirus, los casos de acoso escolar descendieron de manera brusca en Granada en 2020. El confinamiento y los continuos cierres de aula dieron pie a que esta lacra social se viera minimizada. Sin embargo, lo que no cesó fue el sufrimiento de niños y niñas, quienes se llevaron a casa vivencias desagradables; las cuales, en gran mayoría, los padres son ajenos a este serio problema que va 'in crescendo' en las aulas de toda España, y en general, en los colegios e institutos de la provincia de Granada.
Según datos facilitados por el Ministerio del Interior a este medio, el Sistema Estadístico de Criminalidad (SEC) recogió el pasado curso un total de 14 denuncias por acoso escolar en los colegios de Granada. Un dato positivo si se tiene en cuenta la drástica reducción en más de 16 casos los notificados por las víctimas de 'bullying' a la Policía Nacional y Guardia Civil.
Sin embargo, hay muchas historias detrás que no han salido a la luz y son muchos los escolares que no cuentan nada a sus padres o profesores por miedo a represalias.
"Llegaba por la tarde a mi casa y me encerraba en mi cuarto. En vez de salir con los de mi clase, me pasaba los días con las ventanas cerradas, a oscuras y jugando a la videoconsola". Raúl ha tenido que sufrir amenazas continuas por parte de sus compañeros de clase durante toda la etapa de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y bachillerato. "Deseaba que no amaneciera para no ir al instituto, no quería ver a nadie. Me insultaban continuamente, se metían conmigo e incluso me llegaron a agredir una vez. Mis padres se preocupaban mucho por mí, intentaban hacer planes conmigo y no quería por mi estado mental", lamenta el joven.
"Una tarde llegué tan cansado a casa, tan al límite que decidí sentarme y hablar con mis padres todo lo que me estaba ocurriendo. Inmediatamente solicitaron entrevistarse con mi tutor". Como por desgracia suele ocurrir en estos casos y para sorpresa de los padres del joven, le restó importancia al asunto; "alegando que mi hijo exageraba mucho las cosas y que él también era muy nervioso por su Trastorno de Atención e Hiperactividad (TDAH). La única realidad es que, tal y como advierten los expertos, este grupo de niños tienen más probabilidad de sufrir acoso escolar. Al final de ese mismo curso, nos llevamos a nuestro hijo del curso y fue la mejor decisión de nuestras vidas. Comencé a vivir realmente", asegura emocionado el joven.
Este medio ha intentado por varias vías ponerse en contacto con el centro escolar, desde donde han rechazado en varias ocasiones una entrevista.
Andrea es otra de las afectadas por el 'bullying'. Durante dos cursos y medio de su etapa escolar sufría acosos por parte de sus compañeras de clase. "Un día al llegar a casa me fui a mi habitación y decidí cometer el mayor error de mi vida. Fue un día en el que me dije que no podía más: bebí un vaso de lejía. Recuerdo llamar a mis padres con mucho dolor en la barriga y aún recuerdo sus caras de pánico al verme allí en el suelo con el vaso al lado tumbada en el suelo. Una ambulancia me trasladó al hospital escoltada por un coche de Policía".
A Andrea le realizaron un lavado estomacal en un complejo hospitalario de la capital, donde estuvo un día. Sin embargo, la espera para asistir de nuevo a clase se prorrogó un mes. "Me daba miedo y me internaron en la unidad de 'Salud Mental', donde me insistieron en la necesidad de asistir que tenía que ir al colegio. El primer día que acudí fue uno de los más largos de mi vida". Ante la negativa del colegio en actuar, acudió al mismo una pareja de la Policía Nacional para dialogar con la directora. "Activaron un 'Plan de Mediación', que consistía en mantener una reunión de profesores con alumnos, es lo único que hicieron", recuerda Andrea.
"Vivir eso con trece años, tomando pastillas para la ansiedad y depresión es horrible", cuenta la joven con la voz quebrada. Sin embargo, su filosofía de vida adoptada y aprendiendo del error que cometió, señala que a veces "sigue doliendo, pero las heridas con el paso del tiempo se cierran".
En el caso de esta joven estudiante, GranadaDigital ha podido ponerse en contacto con el instituto donde se denunciaron estos hechos, quienes como suele ocurrir en estos casos, niegan rotundamente los hechos acaecidos.
La labor de la Policía en los colegios, vital para prevenir estos casos
Para tratar este tema tan delicado, este medio se ha puesto en contacto con Andrés Bermejo, delegado provincial de Participación Ciudadana de la Policía Nacional, para conocer cómo el cuerpo policial trabaja codo con codo con los institutos, ofreciendo charlas en los mismos sobre 'bullying', internet y sus riesgos, delitos de odio, bandas de jóvenes o violencia de género.
"La intimidación llega hasta tal punto que la víctima se ve coartada de toda capacidad. Los casos de acoso se suelen dar en la preadolescencia, aunque puede darse antes y después. A esas edades los niños piden más intimidad y los padres no pueden ver qué hacen en internet y con quien se relacionan. Si un adolescente prima la popularidad en lugar de la seguridad... por mal camino va", advierte sobre el uso de internet el policía.
A pesar de la destacada bajada de datos de denuncias de acoso escolar en 2020, el presente curso se espera que los casos aumenten de manera ligera. A pesar de ello, en 2021 "esperamos seguir en la misma línea de trabajo, nos está dando muy buenos resultados. Estamos permanentemente en los centros escolares. Potenciar las charlas, nuestros planes y recomendarlos a los colegios. Nos gusta dar dos charlas al curso en todos los colegios, insistimos mucho", asegura Bermejo.
"Saber mirar para ver"
A pesar de que parte de la opinión pública señala directamente al profesorado, la policía destaca el buen hacer de los profesores y el aprendizaje de estos últimos años. "Insisto mucho en saber mirar para ver. Sobre todo hay que incidir en aquellos profesores encargados de vigilar el recreo. El acosador siempre lo va a hacer a espaldas de los adultos. Aunque la víctima lo sufre en silencio, no es un problema indetectable, se puede detectar claramente. Es muy importante ponerse del lado de la víctima".
Además, el delegado provincial de Participación Ciudadana, indica que los centros educativos tienen "un protocolo de actuación, lo ponen en conocimiento de Educación y posteriormente se toman medidas", pero advierte que "nunca se debe mantener un enfrentamiento directo con el agresor, siempre con sus padres o tutor. Cuando hay un caso de acoso, siempre nos ponemos en contacto con el centro. Si detectamos que es un caso grave, lo derivamos al Grupo Especializado de Menores, desde donde se pone en conocimiento de la Fiscalía", explica Bermejo.
El brutal y último caso denunciado en Granada
Hace dos semanas se hizo pública la condena a dos menores de Granada por acosar y robar a un compañero. Según el entorno del joven, llegaron a intimidarle para que desvalijase a otra compañera de colegio y si no accedía, drogarían a la chica para violarla. Este brutal hecho no es solo acoso escolar, según la Policía. "Cuando hablamos de otro tipos de hechos, como la exhibición de un arma blanca o de agresión sexual, son delitos y deben ser denunciados como tal. Si te ponen una navaja en el cuello, son hechos delictivos. Todo esto se puede producir dentro o fuera del entorno escolar, pero se puede extrapolar a las redes sociales", en lo que se denomina el ciberbullying.
"Un acosador tiene un perfil claro"
El acosador sí tiene un perfil claro. Es aquel que tiene unas características muy concretas; "personas que no suelen tener empatía, ni capacidad de percibir el daño que hacen. Tienen baja autoestima. Además, la resolución de sus problemas suele ser de manera violenta, con agresividad. Destacan en la clase por ser el típico 'gallito', y se siente el líder del grupo. Son los primeros que suelen coquetear con hechos delictivos como pueden ser hurtos o robos; y se suelen juntar con personas de mayor edad fuera del entorno escolar que tienen otros caminos, como el consumo de sustancias estupefacientes", indica Bermejo.