Admirar para aprender, para motivar, para superar, para amar

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¿Sentimos admiración por alguien? ¿Tenemos la suerte de tener alguien cerca a quien admirar? ¿Si admiramos a alguien, aprendemos de esa persona? Son alguna preguntas que nos sugiere hablar de admiración.

Yo creo que es importante que aprendamos a mirar a alguna gente que nos rodea con admiración. Y es que practicando el reconocimiento por los demás, aprendemos de ellos porque nos empapamos de lo que han sabido hacer bien para conseguir esa vida que tanto nos gustaría llevar a nosotros, como dice Luis Galindo. Porque cuando una persona brilla es porque tiene una luz interior hecha a base de muchos valores: esfuerzo, dedicación, sencillez, compañerismo, brillantez, disciplina… Y son todos estos valores lo que provocan esa luz que tanto nos gusta. Y cuando admiramos a esa persona, es cuando nos damos cuenta de ello. Y si empezamos a admirar a esa persona que tenemos a nuestro lado en casa, en el trabajo, en la Universidad, si nos acercamos un poco hasta ella para poder alumbrarnos con esa luz, aprenderemos como encender nuestra propia luz.

Por tanto, es importante modificar el sentimiento de la envidia -que tanto daño nos hace- por el de la admiración. la admiración nos empuja a superarnos, a buscar el porqué. La admiración nos pone en movimiento, nos invita a actuar para saber cómo alcanzar eso que tanto deseamos, nos pone a trabajar para conseguir nuestros sueños. La admiración nos llena de sentimientos positivos (amor, alegría por la otra persona, reconocimiento positivo…) y nos llena de luz.

Y en ese punto, aparte de la gente que nos rodea, también admiramos a la gente que con el corazón roto y lleno de problemas, pueden levantar su mirada, sonreír y decir: “estoy bien”. Y ello es contemplar con interés y placer algo de cualidades extraordinarias. Porque hablar de admiración significa asombro, pasmo, estupefacción, estupor, fascinación, sorpresa, maravilla, encandilamiento, deslumbramiento, entusiasmo, éxtasis, arrobo, encanto, desconcierto, embarazo, extrañeza, aturdimiento.....

Y ello conlleva que:
Admirar a los demás permite aprender
Admirar puede convertirse en una motivación
Rodearse de personas a las que admiramos, ayuda a sentirse felices
Es necesario admirar para amar. La línea que distingue a la admiración del amor es muy sutil. Tan sutil, que no es raro confundir ambos sentimientos.
Para ello, es importante tener en cuenta:

Uno. Reconocer que hay quien es mejor que nosotros en algo. No somos perfectos, ni nosotros, ni siquiera esa persona a la que admiramos. Saberlo, reconocerlo, nos permite seguir aprendiendo.

Dos. Enfocar nuestras oportunidades. Nadie es mejor que otro, todos tenemos nuestros talentos, fortalezas y habilidades y también nuestras áreas de mejora. Nuestras oportunidades nacen de aquello que somos capaces de hacer muy bien y de aquello que nos gustaría mejorar.

Tres. Buscar referentes. Para todo aquello que deseemos potenciar o mejorar busca un referente de ello al que admirar. Observarlos, inspirarnos y sacar nuestra propia forma de hacerlo sin copiar y sacando lo mejor de uno mismo.

Cuatro. Primero tenemos que mirar para valorar. Mirar a nuestro alrededor y observar con atención, a todas y a cada una de las personas con las que nos cruzamos en nuestra vida.

Cinco. Dar valor a lo que observamos. Es fácil menospreciar. Cada vez que menospreciamos damos de comer a nuestras inseguridades y nos impide aprender.

Seis. Cambiamos nuestro diálogo interno. Cambiar nuestro disco interno y colocar otro. Buscar lo bonito, lo bien hecho, la ilusión, las ganas, la actitud… cambiar el “no es para tanto” por un “es buen trabajo”.

Siete. Aprender y mejorar. El Modelado es una de las formas más eficaces de aprendizaje, observar aquello que hacen otros y que les da buen resultado, y repetirlo. Si admiramos a una persona porque nos hace sentir que le importamos, observamos qué hace para que nos sintamos así.

Ocho. Ofrecer reconocimiento. Ahora es importante decirlo. Si nos gusta lo que hemos hecho, si nos permite aprender y mejorar, decírselo, reconocérselo, verbalizarlo, sacarlo del bolsillo, mirar de frente a nuestros miedos, a no estar a la altura, decirle por qué lo admiramos y cuanto aprendemos de él o ella.

Nueve. Agradecer. Dar las gracias por tener la oportunidad de tener a esa persona en nuestra vida, por tener la oportunidad de crecer y mejorar con su ejemplo. Darle las gracias.

Diez. Actitud de admiración. Maravillarse de cuanto nos rodea, sorprenderse, sentir curiosidad, apreciar a quien nos rodea, prestar atención a los detalles, tener una actitud de aprendizaje continuo, valorar, reconocer y agradecer cada día.

Y es que como dice el filósofo José Antonio Marina, admirar es un sentimiento admirable, aunque difícil. Y apunta que es detestable quien no admira a nada ni a nadie, y crítico con quien admira a quien no lo merece. Esa última afirmación la comparto. Sin embargo, es tan difícil acertar a veces!!!

Y es que la admiración es la sorpresa producida por la aparición de alguna cosa extraordinaria, algo que en la realidad intriga o atrae la atención o despierta el afán de saber. La admiración es el reconocimiento de lo superior, sin envidia, ni mezquindad. Y ese sentimiento, según Marina, parece absolutamente necesario para el progreso de una sociedad. Una sociedad incapaz de admirar, que se enroca en un desdén universal, que sospecha de todo lo bueno que observa, carece de modelos que emular, es ciega para la grandeza.

Según comenta, como todos los sentimientos, este tiene su propia sabiduría, que consiste en ajustar bien el sentimiento a su objeto. De esa forma, el respeto es la respuesta adecuada ante la dignidad. El cuidado es la actitud debida ante lo que es valioso y frágil. La gratitud es el afecto despertado justamente por un favor recibido. La compasión es el sentirse afectado por el dolor ajeno. La indignación es la ira desencadenada por la injusticia o la humillación.

Hay un peculiar tipo de admiración desencadenado por el comportamiento de un ser humano. “Nadie es más que nadie”, se suele decir. Y esto, que vale sin duda para reclamaciones ante la ley, dice José Antonio Marina que parece mezquino cuando se aplica a todos los órdenes de la vida.

Por tanto, debemos enseñar a la gente a aplaudir lo bueno y a intentar emularlo. Una sociedad inteligente necesita defender una igualdad de las oportunidades y una aristocracia del mérito. Y una sana democracia defiende la igualdad, pero premia la excelencia.

Aprendamos a admirar y que esperamos que amar es admirar con el corazón y admirar es amar con la mente. Y que es mejor admirar que envidiar. Admirar te invita a imitar y superar. Envidiar te hace lamentar y criticar. Por ello, admiremos a alguien o alguienes para una vida mejor.