Algunos de los 10 motivos por los que no me gusta mi jefe/a

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Imagen ilustrativa de un trabajador y su jefe | Foto: Cedida
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1. No me gusta mi jefe/a porque le falta VIP (Visión, Inspiración y Pasión) o también (Visión, Innovación y Planificación) lo que no favorece ni la Estabilidad ni la Agilidad. Y es que los elementos esenciales del liderazgo son la visión, la inspiración y la pasión, que además pueden ser los motores del éxito organizacional que debe enmarcarse en la vocación de servicio (por y para los demás). Otros le añadirán innovación y planificación. Y ello nos hace más ágiles, ya que la agilidad es una de las claves de la gestión moderna.

2. No me gusta mi jefe/a porque no sabe que se necesita generar una cultura de compromiso para conseguir crecimiento. El compromiso es una decisión personal y debemos tomar las decisiones necesarias para poder sentirnos comprometidos con lo que hacemos.

3. No me gusta mi jefe/a porque le falta la bondad necesaria de un buen jefe. Y para ser buen jefe y gestionar buenos equipos es fundamental hacer las cosas con honestidad y humildad, con el fin de que todo el mundo se sienta integrado en un proyecto común y reconocido por el valor que aportan. Y la bondad es el contrapunto de la crueldad, de la mandad...

4. No me gusta mi jefe/a: Es mal jefe porque prohíbe como norma y no sabe que prohibir despierta el deseo. Se ha demostrado que cuanta más libertad y confianza se da a los profesionales es cuando mejor responden y más felices son, ya que no tienen impedimentos para compaginar sus deseos personales con las responsabilidades del trabajo.

5. No me gusta mi jefe/a porque no tiene escrúpulos, carece de moral y sus fallos éticos son habituales. Que existen organizaciones en las que su dirección no tiene empatía alguna con los trabajadores es una realidad. Que no son pocas las empresas que con esa falta de escrúpulos generan grandes beneficios a final de año no es tampoco algo que deba sorprendernos. No es ningún mito hablar de jefes psicópatas y tampoco de organizaciones carentes de toda moral. Organizaciones donde se pisoteen y vulneren los derechos de los trabajadores las hay y las habrá, pero eso no debe llevar a que no se pueda seguir peleando por generar un ecosistema organizacional donde no solo se tenga en cuenta la prosperidad económica sino que se priorice la dignidad humana.

6. No me gusta mi jefe/a porque no es ni capaz de decir lo que piensa a la cara. Un mal jefe no siempre es el que te grita, insulta o te humilla, ¡también puede ser uno que te ignora y no te deja crecer! Y además nunca da retroalimentación, no reconoce el potencial de la gente, ni tiene ni idea de lo que hacen los trabajadores.

7. No me gusta mi jefe/a porque no tiene ni talento ni talante. Todos nos equivocamos y nadie nace sabiendo dirigir. No nos culpemos por equivocarnos. El error consiste en no reconocerlo y no saber aprender de ello. Cuando uno es jefe requiere “hacer hacer” o mejor aún, lograr que otros “quieran hacer” y esto implica saber influir en el equipo y transformar la ambición personal en la del grupo. El equipo, además, no solo son los colaboradores, sino los compañeros. Las guerras habituales de poder agotan las organizaciones y hacen que se trabaje como entes aislados o, peor aún, incluso enfrentados. Y más si tienes un jefe que no tiene talento para ver el talento que hay en la organización y talante para saber cómo gestionarlo.

8. No me gusta mi jefe/a porque no sabe liderar el talento que tiene en la organización. Y tiene mucho, aunque no sabe cómo gestionarlo o no le interesa o no lo conoce o no sabe ni cómo acercarse a él y potenciarlo.

9. No me gusta mi jefe/a porque no piensa antes de hablar ni escucha a sus trabajadores. Una de las señales más evidentes de un jefe tóxico es su dificultad para escuchar a los demás. Este tipo de personas creen que prestar atención a lo que dicen los trabajadores es darles una importancia que no merecen. Asumen que escuchar a las personas que tienen por debajo reduce el poder que tienen sobre ellos, por eso no contestan a las situaciones complejas que viven conjuntamente.

10. No me gusta mi jefe/a porque utiliza las mentiras para combatir sus excesos y utiliza las redes sociales institucionales para regañar a los que le piden explicaciones. Porque un jefe que miente no es de fiar, no es una buena base para tener una relación productiva. Un jefe que hace demasiadas promesas tampoco es de fiar.

Por tanto:

Los/as jefes que me gustan piensan con visión, con estrategia, basado en creencias, trabajando la comunicación, con buena actitud, positivismo, sacrificio, visualización, confianza, tolerancia, determinación, entrega, carácter, compromiso, honestidad...

Buenos jefes.