Alhambra Nievas: “Lo más sorprendente es señalar, cuestionar y hacer un juicio sobre la mujer que ha sufrido un abuso”
La árbitra granadina, que trabaja ahora para World Rugby, es un referente en la lucha por la igualdad tras triunfar en una especialidad deportiva liderada por hombres
Ha roto estereotipos y traspasado fronteras que parecían inalcanzables hasta hace muy poco tiempo. Alhambra Nievas (Beas de Granada, 1983) ha dado pasos de gigante para ayudar en la lucha contra la desigualdad y mostrar el camino a seguir para otras mujeres no solo para el deporte, sino también para la vida. Inconformista y reivindicativa, se enamoró del rugby durante su etapa estudiantil en la Universidad de Málaga, donde se licenció en Ingeniería de Telecomunicación. Llegó a ser jugadora internacional con España y, posteriormente, enfocó esa pasión por el deporte oval en una faceta tan imprescindible como el arbitraje. Ahí hizo historia en una especialidad deportiva tradicionalmente liderada por hombres. Entre sus logros figuran haber sido la primera mujer en arbitrar en un partido de selecciones masculinas absolutas, dirigir una final olímpica o pitar un partido de competición europea. Y, sobre todo, haber sido elegida en 2016 la mejor árbitro del mundo, premio que engloba a hombres y mujeres, en los premios anuales de Word Rugby (Federación Internacional de Rugby), entidad en la que, desde su retirada en 2018, ocupó primero el cargo de gerente de desarrollo del arbitraje y en la actualidad es gerente de alto rendimiento en competiciones femeninas. Esta granadina de nombre tan monumental lleva en su corazón, y presume de ello, a la tierra que le vio nacer. Granada la ha recompensado con la medalla de oro de la provincia y la medalla de plata de la capital. En la actualidad, disfruta de sus dos hijos pequeños, Ibon y Luka, y de la incesante promoción del rugby, cuyos indudables valores también definen su carácter.
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Pregunta: ¿Tienes la sensación de haber roto moldes con tu trayectoria?
Respuesta: Ya tengo la certeza. Y no era mi objetivo. Si cuando tenía 18 o 19 años, que empecé con el rugby, alguien me hubiera dicho que iba a estar hoy hablando aquí contigo sobre esta trayectoria, no me lo hubiera creído. Pero sí, tengo la certeza y, sobre todo, tengo la bonita responsabilidad de que mi pequeña historia haya ayudado a que otras mujeres tengan la oportunidad y abran los ojos para hacer cosas que posiblemente antes no hubieran imaginado.
P: ¿Ha llegado alguna mujer a decirte que tu carrera le ha inspirado y le ha ayudado?
R: Sí, bastantes. Y es de las cosas más gratificantes, más allá de los premios y de todos esos reconocimientos a nivel individual. Cuando una madre se te acerca y dice que su hija se ha animado a ser árbitra por haber descubierto mi historia, es de las cosas más gratificantes que me han ocurrido.
P: Aún quedan muchísimas batallas por la igualdad.
R: Muchísimas. En el día a día lo vemos. Todavía tenemos que luchar por ese respeto en todos los ámbitos. Está muy candente con las cosas que han sucedido en los últimos días y tenemos que entender que las mujeres somos personas de primera, que algunos todavía nos ven como las que limpian, las que cuidan en casa, las que tienen que hacer esto o aquello. Y las mujeres somos personas con un potencial total para hacer lo que nos dé la gana.
P: Sigue existiendo machismo en el deporte lo que, en el fondo, es un reflejo del machismo que hay en la sociedad. Y los hombres somos los primeros que tenemos que reconocer ese machismo que hay instalado. Si no se reconoce el mal, es imposible erradicarlo.
R: El machismo es algo que viene de una educación que no nos pilla tan lejos, de una generación no tan lejana y todos, hombres y mujeres, tenemos que reconocerlo. Tenemos que incorporar en nuestras vidas cómo hablamos, cómo nos comunicamos, cómo tratamos a los demás, qué le decimos a nuestros hijos, qué pueden o no pueden hacer. Al final, el machismo está instalado en la estructura social, lo que llamamos patriarcado.
P: ¿Tú has sentido ese machismo?
R: Sí, claro que lo he sentido. Es verdad que lo he afrontado de una forma natural por lo que en mi casa me han enseñado. Mis padres hacían cosas en casa los dos, a mi hermano y a mí nos abrían las mismas oportunidades. No eran de los de este deporte es para chicas y este para chicos. Por eso siempre lo he enfocado de una forma natural y aunque el primer día me vieran como la árbitro mujer después de diez partidos ya me veían como el árbitro. Esa ha sido mi forma de luchar contra ese machismo que he sufrido. A veces me han dolido comentarios de "te tenías que haber quedado en la cocina". Ante esto intentaba pensar que se trataba de alguien que no ha tenido una vida muy afortunada en cuestión de educación o que, simplemente, es una persona que no es feliz.
P: ¿Qué sensación te ha dejado, por ejemplo, el caso Errejón, que es el más reciente, y el hecho de que, por miedo, las mujeres denuncien en redes sociales antes que en los juzgados?
R: Hay algo que siempre pasa, que es inherente a ese machismo que está en el día a día, que es que lo primero que hacemos es señalar a la mujer. ¿Por qué no lo hizo antes? ¿Y por qué ahora? ¿Y por qué...? Cuestionándola siempre. Para mí lo más sorprendente es señalar, cuestionar y hacer un juicio sobre la mujer que ha sufrido un abuso y una situación que no debería sufrir nadie, ni mujeres ni hombres. Es lo más llamativo y lo que refleja ese machismo tan estructural.
Deporte femenino
P: El crecimiento del deporte femenino y, en concreto, del rugby ha sido enorme en España en el último año.
R: Precisamente he estado en el entrenamiento del Universidad de Granada, que ha recuperado a la sección femenina de rugby y ya tenemos dos clubes en Granada con sección femenina, que es una gran noticia. Desafortunadamente, yo empecé muy tarde, con 19 años, pero ahora ves a niñas desde muy pequeñas. También hay una escuelita en Aynadamar donde juegan niños y niñas desde los cuatro años. Cuando era niña eso era imposible y ahora ese crecimiento es exponencial, ya es imparable y se refleja en la cantidad de clubes, en la calidad de las jugadoras cuando llegan a selecciones territoriales y a la selección nacional, que sigue cosechando éxitos. Recientemente, se clasificaron para el Mundial de 2025 en Dubái. Es imparable el crecimiento del deporte femenino y del rugby femenino y eso es una gran noticia.
P: El rugby tiene unos valores educativos muy especiales: disciplina, compañerismo, sacrificio y, sobre todo, respeto.
R: Siempre defiendo que los valores no son del rugby, sino que son del deporte, y que la masa social de cada deporte, en este caso el rugby, se preocupa de transmitirlos y vivirlos. En la masa social del rugby nos encargamos de que esos valores se vivan a diario, que cuando entras en un club te enseñan que al árbitro hay que respetarlo, que tienes que comunicarte de forma empática y positiva con él, que solo le puede hablar el capitán. Y también me gusta resaltar que en este deporte no hay individualismo, da igual quién ensaye, ese jugador o jugadora no puede ensayar sin el resto del equipo, que ha empujado en una melé o que ha ganado un saque de lateral en el salto, o que con un placaje ha recuperado esa pelota... Ese trabajo en equipo y ese respeto no solo se lleva en los 80 minutos del partido, sino que luego te lo llevas fuera, al tercer tiempo, donde invitas al contrario a recuperar fuerzas, a tener una charla o si ha habido algún rifirrafe que se solucione dialogando.
P: Un tercer tiempo al que también asiste el árbitro y los jugadores pueden hablar con tranquilidad, le expresan sus dudas y le preguntan por qué ha pitado una cosa u otra.
R: Es un espacio de comunicación para cualquier cosa en la que haya dudas, rifirrafes o que pequeñas disputas se solucionen y no se arrastren para el siguiente partido. Esos valores no solo se transmiten en los 80 minutos, que también, sino que se transmiten fuera del campo y te los puedes llevar a tu día a día. A mí lo que me ha enseñado el rugby y lo que me ha aportado lo aplico en mi día a día, lo aplico ahora con mis hijos, con mi pareja, con amigos, con mi familia. Por eso siempre me gusta decir que el mundo y la sociedad necesitan más rugby, porque necesitamos recuperar el concepto de comunidad, de no ser tan individualistas, tan agresivos, tan productivos. La vida debería ser otra cosa.
P: Por eso no se pone el nombre de los jugadores en las camisetas.
R: Exactamente, aunque en los Juegos Olímpicos de París se puso, incluso, en los árbitros, que es algo que cuestioné. A mí no me termina de convencer porque los árbitros no tenemos que ser el foco. El foco tiene que estar en las jugadoras y jugadores y nosotros somos simplemente facilitadores del juego. Así que cuanto menos protagonismo, mucho mejor.
Beas de Granada
P: Una niña de Beas de Granada arbitrando una final olímpica. ¿Pudiste soñar algo parecido alguna vez?
R: Nunca soñé con estar en una final olímpica como árbitra de rugby. Jamás. Si alguna persona me lo hubiera dicho cuando tenía 10 años, le hubiera dicho que estaba loca. Pero sí que de niña soñaba con ir a unos Juegos Olímpicos, porque siempre he sido amante del deporte, que ha practicado muchas y diferentes disciplinas, me ha gustado probar y hacer un poco de todo. Y sí que soñaba con ir a unos Juegos Olímpicos porque es la fiesta del deporte y es lo máximo.
P: Aunque naciste en Beas de Granada, muy cerquita de la capital, gran parte de tu vida ha transcurrido en Almería y en Málaga.
R: Estuve hasta los 18 años en Almería, donde mis padres tuvieron que mudarse por trabajo. Creo que por eso mi madre me puso el nombre de Alhambra, porque a ella le costó irse de Granada por morriña y por su amor a la Alhambra, que nos gusta visitarla, sobre todo, en otoño, que me parece una época preciosa para visitarla. Luego me fui a Málaga para estudiar Ingeniería de Telecomunicaciones y estuve 17 años allí hasta que regresé aquí porque mi pareja vivía en Granada, donde puedo hacer mi trabajo. Una bonita manera de volver a mi ciudad, donde me siento granadina.
P: Desde pequeña siempre tuviste inquietudes deportivas y practicaste fútbol, tenis, baloncesto, voleibol o kárate.
R: Siempre he sido muy deportista y me ha gustado. Mi hermano ahora hace mucho deporte, pero de pequeño no hacía tanto. Por el Día de los Difuntos recordaba que mi abuela ahora se sorprendería, porque pasaba todos los veranos en Beas con ellos y me subía al polideportivo a las cuatro de la tarde, con todo el calor, para jugar con amigos y amigas. Mi abuela siempre me decía 'marimacho'. Ahora le diría que a la 'marimacho' no le ha salido tan mal esto, porque parece que se le da bien. Estaría orgullosa a pesar de que ese 'marimacho' pudiera hacer un poquito de pupa.
P: ¿De dónde te vino esa afición por el deporte?
R: Mi madre nunca ha sido muy deportista, mi padre algo más. De hecho, él nos enseñó a esquiar, pero no tengo muy claro de dónde vino esa afición.
P: Como has comentado, descubriste el rugby a los 18 años en la Universidad de Málaga estudiando Ingeniería de Telecomunicaciones y fue un amor a primera vista.
R: Lo defino como un amor a primera vista porque, a pesar de ser muy deportista, nunca había escuchado hablar de rugby, era muy desconocido y estaba limitado al ámbito universitario o los colegios mayores. Primero me generó curiosidad, lo tengo que reconocer, cuando alguien de la residencia me dijo que allí había un equipo de rugby. El primer año de carrera me había centrado mucho en los estudios por el miedo de que Telecomunicaciones era muy difícil y no hice nada de deporte, algo que no me vino bien a nivel de salud y de cómo me encontraba. Es algo de lo que me arrepiento. Hice la reflexión de que quería hacer deporte y que fuera en equipo porque ya pasaba suficiente tiempo estudiando sola. Y fue como una mezcla de curiosidad del rugby, esto qué es, voy a probar y, después, el primer entrenamiento fue como amor a primera vista.
P: Ya de por sí no había muchas mujeres estudiando Telecomunicaciones.
R: Éramos muy pocas y me gusta que sigamos manteniendo el contacto. Era algo parecido a lo que pasaba con el rugby, que no había muchos clubes ni muchas mujeres y casi ninguna niña que jugara al rugby.
P: ¿Por qué elegiste Ingeniería de Telecomunicaciones?
R: Siempre me había gustado mucho todo el tema de la ciencia o matemáticas, pero es cierto que también, como me gustaba el deporte, me planteé estudiar Fisioterapia o INEF. Pero ahí estuvo la influencia de mis padres que decían que tenía más salidas y que iba a tener mejor futuro laboral. Y eso me empujó al final a decidirme por Telecomunicaciones.
P: Nunca has ejercido, claro.
R: No, no he ejercido. Estuve un tiempo haciendo prácticas con un proyecto de investigación, pero fue algo muy liviano.
Número 8
P: ¿En qué posición jugaste al rugby, en delantera o tres cuartos?
R: Tengo la anécdota que cuando llegué, y así lo reconocieron luego mi entrenador y mis compañeras, no daban un duro por mí. Esa es la realidad. No sé qué pinta me verían, pero no daban un duro por mí. Así que cuando llegas lo primero que te ponen es de ala, donde menos estorbes. En el rugby actual ya no, porque los alas de ahora son otra historia. Pero en aquel momento, sí. Pero en un entrenamiento que sobraba una tres cuartos y faltaba una delantera, como era alta, me pusieron a mí. En ese entrenamiento, que era de contacto y a mí no me daba ningún miedo, el entrenador decidió que fuera segunda línea. Además, mi altura me permitía saltar en el saque de lateral. A mí me gusta la delantera, pero mi posición favorita es número 8. Estuve un año jugando de segunda línea y luego a la siguiente temporada ya jugué de número 8, que ha sido la posición en la que más tiempo he jugado y donde jugué con la selección española. Para mí, la tercera línea es lo más divertido.
P: ¿Qué fue lo primero que dijeron tus padres cuando le dijiste que ibas a jugar? Mi madre recuerdo que a mí me dijo que, con lo 'bonico' que ella me había hecho y lo feo que me iba a quedar con el rostro desfigurado por los golpes.
R: De primeras a mí no me dijeron nada, pues estaban acostumbrados a que hiciera deporte y que probara un nuevo deporte. Pero sí es cierto que hubo un momento, que además coincidió con una convocatoria de la selección española, en el que mi madre me pidió que dejara de jugar. Pero no por una cuestión estética o de los golpes que recibiera que, evidentemente, no le gustaba, pero fue, sobre todo, por el tiempo que al final le restaba a la carrera, por el tiempo que me iba a entrenar o los fines de semana que me iba a jugar. A ella le preocupaba mucho y me lo pidió. Pero resistí, un poco como cuando mi abuela me llamaba 'marimacho'. Tenía claro que era algo que quería hacer, que me hacía feliz y que era parte de mi vida y no quería renunciar a ello.
P: Con la Universidad de Málaga os quedasteis a punto de ascender a División de Honor y se os escapó en el último partido. Pero eso cambió tu rumbo.
R: Era el tercer año que jugábamos por el ascenso y era a partido único, pero perdimos. Y, posiblemente, por perder ese partido esté hablando contigo. Tendríamos que haber ganado porque éramos mejor equipo, pero ese día nada cayó de nuestro lado, todo cayó del lado contrario, y siempre digo que no sé si hay una parte de destino ahí, no lo sé, es un poco místico, pero por perder ese partido decidí retirarme y centrarme exclusivamente en el arbitraje y, de ahí, empezaron a surgir oportunidades a nivel internacional. Si hubiéramos ascendido hubiera jugado un año más seguro, una temporada más y ya no sé lo que hubiera pasado. Así que no sé si esa derrota al final fue un regalo.
P: Tú época de jugadora fue bonita porque jugaste con la selección española e, incluso, llegaste a disputar el Seis Naciones.
R: Sí, pero es verdad que con el club nos merecimos jugar en División de Honor y hubiéramos sido el primer equipo andaluz en conseguirlo. Afortunadamente, después han subido las Cocodrilas de Sevilla que se han estabilizado, han ganado varias ligas y son un referente ahora mismo, pero a mí me quedó esa pequeña espinita, aunque ya no es tanto porque me ayudó a que haya podido vivir tantas cosas.
P: ¿En qué momento decidiste ser árbitra y por qué?
R: También fue un poco casual. Había una compañera que era árbitra y necesitaban colegiados para una concentración de rugby gradual que había en Marbella. Y me dijo de ir a echar una mano. Fui y me gustó. Al principio fue simplemente para aprender mejor el reglamento, que me iba a ayudar a ser mejor jugadora. Yo ya era capitana del equipo y en aquel momento era un poco protestona, tengo que reconocerlo. Me ayudó a empatizar con la figura del árbitro, a comunicarme mejor con ellos. Así que al principio fue más por una cuestión más egoísta de mejorar como jugadora y como capitana. No tenía aspiración alguna de subir a Nacional, pero fue mi comité el que me propuso, y como los retos me suelen gustar, decidí hacerlo. Aprobé el curso de Nacional, empecé a arbitrar y luego llegó la posibilidad de ir a Dubái, a Francia...
P: Esa evolución te llevó a batir récords dirigiendo partidos internacionales masculinos y femeninos e, incluso, partidos del Seis Naciones. Tuvo que ser un subidón de euforia.
R: Una alegría y también una recompensa porque fue una apuesta arriesgada. Dejé de lado mi carrera de ingeniera, que era un camino más fácil, seguro y estable a nivel laboral, el que hubieran preferido mis padres e, incluso, mis amigas de Telecomunicaciones que, a veces, me decían que estaba loca. Quizás por eso me he definido como un bicho raro porque tomo decisiones que a mucha gente le ha costado entender. Cuando las cosas te van bien porque trabajas mucho, te centras y le pones dedicación, ilusión y muchas horas, pues refuerza esa decisión que tú tomas y que, a veces, no todo el mundo entiende y apoya.
Cualidades para ser árbitra
P: ¿Qué cualidades crees que tienes para haber triunfado en el mundo del arbitraje en un deporte como el rugby, en el que hay 30 jugadores sobre el campo y muchas situaciones de contacto en las que, además, hay que tomar decisiones rápidas?
R: A nivel más técnico, siempre he sido buena tomando decisiones bajo presión. En los partidos más difíciles es cuando consigo concentrarme más y tener un mayor número de aciertos en las decisiones. Soy una persona tranquila, no me estreso y esa toma de decisiones bajo presión no me estresa, con lo cual si estás tranquila, piensas mejor. Me preparo muy bien físicamente y si estás preparada, tu corazón va bien y tu mente va bien. Ese trabajo físico, técnico y mental. La otra gran fortaleza es que, a veces, me he dado cuenta de que me he equivocado. Ser capaz de decir que me he equivocado, que no lo puedo cambiar, así que lo aparco y continúo. Porque si te quedas dándole vuelta a ese error durante el partido, al final te lleva a un bucle de equivocaciones. De hecho, alguna vez me ha preguntado algún jugador o jugadora: "Oye, ¿qué ha pasado aquí?". Y le he contestado: "Me he equivocado". Otra cosa importante es utilizar el error como una herramienta. Si queremos ser perfectos y escondemos el error, eso no te hace crecer. Cuando te equivocas, te equivocas. Y lo siguiente es pensar por qué me he equivocado. ¿Estaba mal colocada? ¿He llegado tarde? ¿He hecho una mala lectura? Esa capacidad de decir "me he equivocado" y no esconderlo. Eso me ha ayudado a ir creciendo a base de errores.
P: Has vivido grandes momentos en el arbitraje, pero dirigir una final olímpica en Río de Janeiro 2016 tuvo que ser genial.
R: Solo estar ya en unos Juegos Olímpicos fue algo para mí gigante. Lo viví desde la emoción de cumplir el sueño que tenía como niña, cuando estaba en el garaje de mi casa con la raqueta yo sola pegando pelotazos contra la pared, que lo hacía imaginándome jugando al tenis en unos Juegos Olímpicos. Cuando me designaron para la final, y al margen de ello, fue también el reconocimiento que sentí de mis compañeras y de mucha gente del mundo del rugby que, posiblemente, el primer día que fui a pitarles se sorprendieron o, incluso, me cuestionaron. Es algo que va a estar siempre dentro de mí. Fue un regalo porque, además, la final olímpica empezó en horario español el día de mi cumpleaños y estaban toda mi familia y mis amigos viéndola porque muy pocos vinieron a Río. Mi pareja actual y padre de mis hijos, Alberto, estuvo allí como voluntario y fue un momento que, entonces como amigos, que vivimos juntos.
P: Poco después llegó también el reconocimiento de ser elegida la mejor árbitra del mundo, que engloba a hombres y mujeres, por World Rugby.
R: Había estado nominada en 2015 y en 2016 volví a estar nominada y todo el trabajo previo, y por tener la responsabilidad de pitar esa final olímpica, que era la primera final olímpica para el rugby 7, pesó mucho para que ese año sí me dieran el premio.
P: Eso causó un gran impacto en España y, de pronto, tu nombre emergió en todos los medios de comunicación del país. ¿Cómo viviste aquello?
R: Reconozco que hubo un momento de sobrepasarme. Tuve que apagar el teléfono porque era demasiado. No estaba preparada y no tenía a nadie que me ayudara en ese momento con el tema de comunicación, de atender a medios... Pero luego lo llevé bien, aunque fue cansado, porque es mucho tiempo el que hay que dedicar. Entendí que era una oportunidad para el rugby, para las mujeres que estamos en el mundo del rugby y para visibilizar que cualquier rol dentro del mundo del deporte es para mujeres y para hombres.
P: Cuando saltas al campo a arbitrar, ¿te da igual que jueguen hombres o mujeres? ¿Se arbitra de una forma diferente en uno u otro caso?
R: Me da igual. Adaptarte no entra dentro de que sean hombres o mujeres, la diferencia es el nivel. No se arbitra igual un partido sub-16 o incluso menos años que un partido internacional. No es igual la comunicación, la colocación o la demanda. Para mí, la diferencia no es si juegan hombres o mujeres, sino el nivel, la categoría.
Retirada del arbitraje
P: En 2018 tomaste la decisión de abandonar el arbitraje. Eras muy joven todavía para dejarlo.
R: Hay una anécdota que tengo que fue muy graciosa y es que cuando anuncié que lo dejaba hubo gente que me felicitó por estar embarazada sin estar embarazada. Pensaban que si me retiraba es porque estaría embarazada, si no ¿cómo se va a retirar? Me hizo gracia porque tampoco me iba a enfadar.
P: ¿Por qué la retirada del arbitraje en ese momento?
R: No fue una decisión fácil porque a mí me gusta mucho lo que hago y la sensación de lo que puedes vivir dentro de un campo es muy difícil vivirla cuando estás fuera, ya sea como entrenador o gerente. Por cierto, por eso he vuelto ahora a arbitrar, que estoy dirigiendo ahora partidos de categoría nacional. Pero decidí dejarlo entonces porque a nivel vital no quería dejar de hacer otras cosas, quería formar una familia y era consciente de que el tiempo avanza. A eso se unía que en competición femenina ya prácticamente lo había hecho todo: dos Mundiales de rugby 15, los Juegos Olímpicos, había pitado la final olímpica, también la semifinal de un Mundial y en España ya había dirigido bastantes finales de Copa del Rey y de Liga. Quizá el siguiente paso era embarcarme en el desarrollo en el arbitraje a nivel internacional masculino, pero era consciente de que eso me iba a costar mucho tiempo. Eso iba a ser un proceso mucho más lento, de muchos años. Podría haberlo hecho y, posiblemente, hubiera llegado lejos, pero hubiera implicado renunciar a algo vital que era que quería formar una familia y, por eso, no me arrepiento en ningún momento de haber tomado esa decisión.
P: En cualquier caso, te has quedado dentro de la World Rugby. ¿Es un puesto para el que fuiste directamente elegida u optaste a ello?
R: Hubo un proceso de selección en el que quedamos dos personas y, al final, me hice con esa posición de gerente para el desarrollo del arbitraje. Y luego, en 2022, durante el Mundial de Nueva Zelanda, hubo una promoción interna para el puesto que tengo ahora de gerente de alto rendimiento en competiciones femenina. Es un paso natural de una labor a otra.
P: Has enfocado tu futuro al rugby definitivamente.
R: Sí, pero nunca se sabe. Si me tengo que volver a reinventar, en Telecomunicación o en otra cosa, lo haré.
P: ¿No has tenido la inquietud de dirigir y, por ejemplo, presentarte como candidata a presidenta de la Federación Española de Rugby?
R: No, nunca. Hay gente que me lo ha preguntado e, incluso, me han dicho que me verían en esa posición, pero no es algo que ahora mismo me llame la atención. No lo descarto, porque no hay que descartar nada, no hay que cerrarse puertas ni tenerle miedo a nada, pero ahora mismo me veo una persona más de campo. No digo que los presidentes no lo sean, pero esa política de despachos me atrae menos, por el momento.
P: ¿Sigues jugando al rugby con la veteranas?
R: Sí, pero poco, porque tengo poco tiempo. A veces voy a entrenar con las Milno'h, que tienen un grupo y un proyecto maravilloso y las admiro porque han generado un espacio que es fundamental.
P: Milno'h es un proyecto de un club de rugby de mujeres mayores de 35 años.
R: Y muchas de ellas no habían jugado nunca al rugby o no habían hecho mucho deporte en su vida, pero han generado un espacio para ellas. Han dejado de ser las madres, que muchas lo son de jugadores y jugadoras, y ahora es su espacio, su tiempo, dedicación para su cuerpo y su salud. Y también para luego irse con sus compañeras y amigas a tomar algo. Es un tiempo para ellas y eso es maravilloso porque muchas de esas mujeres no han tenido prácticamente tiempo para ellas en su vida.
P: Ahora también disfrutas del arbitraje, aunque sea a otro nivel.
R: Llevo arbitrando dos temporadas a nivel regional, sobre todo rugby base en Granada por no quitarle tiempo a la familia, ya que pitas en Fuentenueva a las once y a las tres ya estás en casa comiendo. Pero este año me picaba ya el gusanillo, físicamente estoy mejor, ya que hay que ser respetuoso y no ponerse a arbitrar cualquier cosa estando fuera de forma, y como he encontrado una rutina buena de entrenamiento, fui al curso y estoy pitando nacional.
P: ¿Les llama la atención el rugby a tus hijos?
R: Sí, y están entrenando en una escuela deportiva del Ayuntamiento en Aynadamar dos días a la semana. Sobre todo corren y, a veces, cogen un balón, que con esa edad es suficiente. Pero sí les llama la atención y les gusta ver a mamá cuando arbitra o ver a papá cuando juega. Tienen inquietudes deportivas y les gustan mucho otros deportes. Vamos a nadar, le gusta la bicicleta, vamos al campo a andar, o sea, que son activos.
P: Cuando echas la vista atrás, ¿de qué te sientes más orgullosa de tu carrera deportiva?
R: De haber resistido y haber tomado mis propias decisiones y haber sido valiente, lo que ha posibilitado al final ser un referente, aunque yo no quisiera ser referente, pero eso implica que se rompan estereotipos y que haya mujeres que puedan tener oportunidades.
El rugby en España
P: ¿Y qué les falta al rugby en España? Porque aquí ha habido momentos que parecía que venía una explosión del rugby, pero no ha terminado de despegar.
R: Nos falta un poco más de visión conjunta, de una estrategia real de qué queremos como rugby español y lo que cada uno tenemos que hacer y, a veces, a lo que tenemos que renunciar, que eso nos cuesta. No podemos querer ganar el domingo a toda costa, a lo mejor no necesitamos ganar si queremos un proyecto a 10 años. A lo mejor tenemos que perder y no pasa nada por perder un partido. Esa mirada cortoplacista no nos ayuda a que demos realmente una explosión definitiva porque España lo tiene todo para esa explosión. Luego necesitamos, por supuesto, inversión de las instituciones públicas y de las instituciones y de empresas privadas, porque no es viable solo con dinero público, lo vemos en los modelos de otros países. Necesitamos que se vea el rugby en la televisión, pero para eso tenemos que tener un producto atractivo y ahí entra la visión de cómo vamos a hacer crecer esa competición y cómo vamos a hacer crecer el nivel de juego.
P: Es cierto que cada vez hay más escuelas y, especialmente, de rugby inclusivo, que está funcionando muy bien.
R: El rugby inclusivo es otra cosa maravillosa. El rugby lo adaptamos, o sea, estamos continuamente adaptando el reglamento a las diferencias y es algo que está en auge total. Ya hay rugby inclusivo en casi todos los clubes de España.
P: Has visitados muchos países de todo el mundo y has conocido muchas ciudades, por lo que tienes la experiencia y la capacidad para compararlas con Granada. ¿Qué nos falta en Granada para dar el salto a esa ciudad que todos queremos que sea?
R: En el caso del rugby nos faltan más campos y más ofertas de escuelas en todos los barrios. Lo mismo que hay en Aynadamar podría haber en todos los barrios que tienen un campo de fútbol. Luego necesitamos instalaciones para jugar porque se perdió el campo de la Ciudad Deportiva de Armilla y los clubes lo pasan fatal para jugar. El único campo de uso exclusivo de rugby es el de la Universidad. Es muy difícil crecer si no se puede practicar, si no hay escuelas, si no hay espacios. E hilando con el tema de los espacios, hay una reivindicación que hago en redes sociales cuando viajo. Hago muchas fotos de parques infantiles y se las mando al Ayuntamiento, porque Granada tiene muy pocos espacios y los que hay son pobres para los niños. Granada tiene que ser una ciudad que mire más a la infancia y que tenga mejores espacios para ellos. Tengo dos niños pequeños y nos cuesta encontrar espacios para disfrutar con ellos. Y a los que vamos, a veces la gente no entiende que lo tienen que usar como niños, que no son adultos, y corren y juegan. Todavía ves los carteles esos de prohibido jugar a la pelota. Pero, ¿Cómo que prohibido jugar a la pelota? Como ciudad tenemos que mirar más la infancia y mejorar el modelo que tenemos porque los espacios son muy reducidos, no hay árboles, no hay arena, todo es asfalto. En verano no se puede estar, es que en esas fechas no puedes salir a la calle con niños. Es inviable. Deberíamos darle una vuelta porque es preocupante.
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