Amparo Sánchez: “Me han invitado a la academia de Paul McCartney para un encuentro con alumnos que preparan mi repertorio”

La cantante de Amparanoia, ya afincada definitivamente en Granada, habla sobre su vida y una carrera musical en la que le han pasado "cosas asombrosas y maravillosas”

Entrevista con Amparanoia en Granada
Amparo Sánchez posa para la entrevista en GranadaDigital | Foto: Antonio L. Juárez
Juan Prieto
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Pocas veces ha tenido tanto sentido hablar con alguien sobre la escuela de la vida, la fortaleza que se adquiere por los avatares, caprichos y circunstancias de este zozobroso camino y de cómo se ha aprovechado el tiempo que se nos ha concedido. Asentada en Granada desde que tenía dos años, Amparo Sánchez (Alcalá la Real, Jaén, 1969) ha vivido montada en una montaña rusa de emociones, sensaciones y vivencias que le han llevado a tener múltiples experiencias, la mayor parte positivas, aunque de todo ha habido en su intensa trayectoria, ya que se quedó embarazada con 15 años y sufrió violencia machista durante casi una década. Mujer creativa, inquieta, disruptiva y talentosa, no lo ha tenido fácil, pero ha sabido llegar a la actualidad con la complacencia que otorga el hacer aquello que ha querido y para lo que una ha nacido. Y para eso hay que tener personalidad y fuerza interior. Desde muy pequeña tuvo claro que quería ser cantante y no solo lo ha logrado, sino que ha sido pionera en España en esa música fusión impregnada de mestizaje, reivindicación y empoderamiento. No en vano, algunas de sus canciones son ya himnos en defensa de los derechos de la mujer, fruto de su militancia incondicional en el feminismo. Ha viajado por medio mundo con su arte y se ha visto influenciada por variopintas culturas y países y personajes dispares como Bambino, Frida Khalo, Antonio Machín, Chavela Vargas o Bob Marley. Madre de dos hijos, la vocalista de Amparanoia tiene su propio sello discográfico y, desde hace cuatro años, lidera la plataforma ‘Revivir La Azucarera’.

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Pregunta: En un par de días vas a cumplir 55 años y si echas la vista medio siglo atrás, ves a una niña que por primera vez cantó en público en la puerta de una heladería en Torrenueva. ¿Qué le dirías a esa niña?

R: Pues le diría que lo hemos conseguido, que aquí estamos, que no nos rendimos. Que seguimos en este camino maravilloso. Por un lado es la música, los encuentros, los viajes, el amor del público, la emoción de crear desde cero melodías y palabras que conecten con la gente. Y también ese lado duro de la industria, de ser mujer, de que nuestro reconocimiento se nos hace mucho más duro. Llevamos siglos de invisibilidad como mujeres, aunque ahora estamos despuntando. Y también entiendo que es una carrera de fondo, no es una carrera para llegar a ningún sitio, sino que mantenerse es quizás el éxito que considero más importante y hacer lo que quiero, ser mi propia jefa, tomar mis propias decisiones, con sus aciertos y con sus errores, pero tomarlas yo. Y le diría eso a esa niña: lo hemos conseguido y la gente paga una entrada por verte cantar, la gente escucha tu música en muchos lugares del planeta y recibo mucho amor por hacer lo que amo.

P: ¿Te queda algo de esa niña?

R: Todo. Queda todo. Y con los años vamos volviendo a esa esencia, porque hay una franja de edad en la que buscamos quiénes somos, lo que queremos conseguir, sentirnos integradas en la sociedad, dentro de una red. Con los años empieza un viaje hacia adentro. En mi caso, ha sido así. Y en ese viaje vuelvo a esa niña, a recordar qué le emocionaba, porque es lo que me sigue emocionando a mí.

P: Hay quien vive una vida funcional y planificada, y otras, en cambio, os habéis dejado llevar por los sueños, por la libertad de los vaivenes de la vida. Tú has sido de esas, ¿no? La ola te ha ido empujando y te ha ido llevando por donde ha querido

R: Sí, y me han pasado cosas asombrosas y maravillosas a lo largo de mi carrera. He tenido encuentros con artistas a los que admiraba y que nunca imaginé que iba a compartir un escenario o música, como el caso de Omara Portuondo, por citar alguno. Cuando recibí ese álbum de Buena Vista Social Club, que me lo mandó una amiga desde Francia cuando aún no se había editado en España, lo escuché y no podía parar de llorar. Sentía que tenía que hacer eso, quería cantar esas canciones. Me dije: "Pero, ¿y esta mujer? Yo tengo que llegar así a mi vejez, quiero ser así, quiero ser Omara". Y cuando en 2009 grabé mi primer álbum como solista, 'Tucson-Habana', junto a Calexico (banda folk estadounidense), la primera parte la grabamos en Tucson y la segunda en La Habana, en los estudios EGREM, que también fue un sueño que Calexico y yo proyectamos de nuestra unión, ellos americanos y yo andaluza, de repetir la experiencia de Ry Cooder. Y la directora me preguntó: "¿Quieres que llamemos a algún músico o artista cubano para tu grabación?". En plan broma total, dije: "Músicos no, porque ya traigo banda, pero si pudiera venir Omara Portuondo, me daría mucha emoción". Y la sorpresa fue que Omara dijo que sí y vino al estudio. Grabó en un momento, pero pasamos el día entero juntas, me contó un montón de anécdotas de su carrera, que es oro puro, sabiduría pura. Y luego nos hemos encontrado en diferentes escenarios, en Budapest, en Barcelona, en Francia, y ella siempre se acuerda de mí. Ahora hace tiempo que no nos vemos, pero siempre tenía un recuerdo de la andaluza que estaba grabando con los americanos.

Entrevista con Amparo Sánchez en la sede de GranadaDigital | Foto: Antonio L. Juárez

De Alcalá la Real a Granada

P: Los vaivenes de la vida de los que hablábamos en un principio, que no sabes adónde te van a llevar. Por ejemplo, tú naciste en Alcalá la Real, pero muy pequeñita, con dos años, te viniste con tu familia a vivir a Granada.

R: Mi padre trabajaba en una sucursal de la Caja de Ahorros de Granada en Alcalá la Real. Y le propusieron trasladarse con la familia. Soy la menor de cinco hermanos y todos estaban ya en edad de entrar a la universidad. Así que mi padre tomó esa difícil decisión porque amaba muchísimo su pueblo. Emocionalmente fue un gran gesto de amor hacia nosotros. Nos instalamos ahí, primero al lado del Mercado de San Agustín. Mi padre alquiló un piso enfrente de la Plaza Villamena para estar cerca de la familia. Y más tarde nos mudamos a Buensuceso, 47, que fue donde crecí. Así que llegué con dos añitos, aprendí a hablar aquí y estas son las calles de mi infancia, de mi adolescencia y de mis primeros pasos en la música hasta que me fui a Madrid. Y aquí he vuelto hace cinco años, aquí cumplí los cincuenta.

P: Tenías una relación especial con tu padre. ¿Te ayudó a que cumplieras tus sueños?

R: Al principio no le hacía mucha gracia a ninguno de los dos y a mi padre, menos. También fui madre muy joven, con 16 años. Él pensaba que yo tenía que perseguir un futuro seguro, que eso no existe, pero quería que hiciera unas oposiciones. Aceptó la verdad de que era cantante con un artículo que escribió Juan Jesús García en 'Ideal' que se titulaba 'Amparo de noche'. Aparecía una foto mía cantando rollo Billie Holiday, en blanco y negro, con mucha emoción. El artículo era maravilloso, del tipo "aquí hay una gran artista, esta chica tiene algo". Era muy jovencita, tendría 19 o 20 años, y ese artículo a mi padre le cambió porque dijo que parecía que no estaba tan equivocada y que tenía que hacer esto. Ahí empezó a apoyarme y a darme consejo desde su sabiduría y a estar muy orgulloso de mí hasta que se fue.

P: Él quería que opositaras para agente judicial. Y el primer día viste de qué iba aquello....

R: No te puedes imaginar.

P: Te fuiste el primer día de la academia.

R: El pobre me compró los libros, me apuntó a una academia que estaba cerca de la estación de tren. Fui el primer día y a mí me horrorizaba todo aquello. Cuando explicaron en qué consistía nuestro trabajo, me dije que no podía hacerlo de ninguna manera, no podía realizar ese trabajo. Entonces conocí a una chica ahí que no tenía aún los libros, se los vendí y me compré mi primer micrófono 'Shure 58'. Le oculté durante un tiempo que no estaba yendo a la academia. Me iba a ensayar o me iba a la biblioteca porque, aunque dejé muy pronto los estudios, siempre he tenido mucha hambre de conocimiento en los temas que a mí me interesan. A él le decía que estaba en la academia, pero estaba ensayando o en la biblioteca. Hasta que ya un día se lo tuve que decir que no estaba haciendo el curso, que tenía concierto y que lo que quería era cantar.

Madre con 16 años

P: Fuiste madre a los 16 años. Es verdad que de nuestra generación muchísimas mujeres quedaron embarazadas por algo fundamental: no recibíamos en los colegios ningún tipo de educación sexual, no nos explicaban nada.

R: Ni en la familia tampoco se hablaba nada. Era un tema muy tabú.

P: Te echaron del colegio de monjas en el que estudiabas por quedarte embarazada.

R: Sí.

P: Lo mejor que se le puede hacer a una niña de 16 años, echarla y excluirla.

R: La frase de la directora fue que una manzana podrida iba a pudrir al resto.

Entrevista con Amparo Sánchez en la sede de GranadaDigital | Foto: Antonio L. Juárez

P: Increíble.

R: Me quedé embarazada con 15 años y lo tuve cuando cumplí 16. Era muy pequeña. Mi primer novio era un chico bastante más mayor que yo, él tenía 22 años en ese momento y yo solo 15. Y no, no había educación. Existían también unos patrones de amor romántico que, por desgracia, siguen existiendo, aunque ahora tenemos bastante más información. Entonces yo pensaba que era lo que tenía que hacer, porque si no tenía relaciones sexuales conmigo pues se iba a ir con otra persona. Aparte él me lo decía así de claro. Y me sentía como obligada a que si quería estar con él, pues tenía que hacer eso, aun sabiendo que había un riesgo de quedar embarazada. Fue muy fuerte como pasó todo. De ahí escribí un libro, 'La niña y el lobo', donde cuento todo ese periodo de mi vida, sobre todo, con la intención de que sirva como herramienta para mujeres o jóvenes que estén en esa situación, que se atrevan a salir de ese tipo de relaciones y no engañarnos pensando que vamos a cambiarlo, que todo va a mejorar, sino que debemos de mirar por nosotras y, si hay hijos, mirar por nuestros hijos, y ofrecerles una opción diferente de vida. En mi caso fue irme a Madrid, poner kilómetros de por medio, porque, como digo, con esos patrones de amor romántico se dan oportunidades, crees que esto va a cambiar y, al final, tienes que pensar en ti misma. Es lo que hice. Y llegué a Madrid con ese sueño de poder hacer algo en la música. Siempre que tomo una gran decisión, tengo un plan B detrás. Y mi plan B era que, si las cosas no iban bien, tenía dos opciones: o me iba a otra ciudad, como Londres, París o donde fuera, o me volvía a Granada. Siempre me decía: "Voy a probar, a ver qué pasa". Y en ese probar, pues me descubrieron, por decirlo de alguna manera, y explotó todo.

P: En 'La niña y el lobo', que se publicó en 2014, cuentas toda tu experiencia de esa violencia machista que sufriste para que la gente sepa que se puede salir de ahí y que no hay por qué aguantar a nadie. Incluso hay una canción que es un cántico generacional dedicado a ello: 'Que te den'.

R: Mi canción más popular.

P: Es un cántico feminista para sentirse orgullosa, también un legado que dejas para ayudar a otras mujeres que sufren estos problemas.

R: Sí y, además, esa canción tiene algo que es muy característico mío, que es darle la vuelta a todo. Es una canción de despecho, que después de haber sufrido mucho, dejo claro que ahora me doy cuenta de que te he dado a ti mucho más de lo que tú me has dado a mí. Hay un mensaje ahí muy fuerte, pero, es tan festiva que siento que tanto hombres como mujeres la han tomado como suya, es de ellos. Esa canción ya no es mía, es de la gente. A veces no saben ni del grupo que es, pero la canción sí la conocen. Y sé que el día que me vaya mi canción va a seguir sonando. Esa, seguro. Ojalá otras muchas, pero esa, seguro.

El consejo de Bambino

P: Antes de dar el paso definitivo de irte a Madrid, tuviste la oportunidad de ver a Bambino en Granada y te dio un consejo muy importante cuando le dijiste que querías ser profesional de la música.

R: Me dijo que lo importante no era llegar, que lo importante era mantenerse. A mí aquello me impactó y lo llevo dentro de mí. Igual que Marifé de Triana. Estuve en un programa en Canal Sur con 18 años con una Big Band y canté el 'Georgia on my mind'. Fue otro momento de mi vida maravilloso. Y Marifé me dijo que ella tenía la bata de cola en el escenario, pero cuando se bajaba, se la quitaba y era ella. Me han dado otros consejos, que he sido muy afortunada, pero esos dos no los he dejado caer, los he mantenido. En el escenario soy otra. Cuando me bajo, soy yo. De hecho, por eso me gusta el ritual del pañuelo, del maquillaje, del tipo de ropa, porque no soy yo cuando me bajo, soy otra persona. Y eso siempre lo he querido diferenciar. Y lo de mantenerme fue un día que Bambino tocaba en una peña flamenca en Granada y vio a una chica de 17 años con una cresta, con pendientes, chaqueta de cuero... Estaba llorando al escucharle cantar y me dijo: "Pero ¿tú quién eres? ¿Qué haces aquí?". Entonces le conté que en el bar de mi hermano le escuchábamos todo el tiempo, que me llegaba muy hondo cómo cantaba y esa fusión con los latinos. Hablamos mucho. Con Bambino me quedó la espinita que cuando grabé 'La pared' en mi segundo álbum de Amparanoia, él ya estaba muy malito. Hablé con su sobrino porque quería su voz, aunque fuera recitando, pero ya no podía. Creo que le supo explicar que yo era la chica de Granada. Años más tarde, su sobrina a Maui me contó una historia preciosa y es que ella estaba viéndome en el WOMAD de Cáceres cuando su tío estaba muy malito y sus padres no le quisieron decir nada porque sabían que estaba viéndome a mí. Ella era muy fan mía y que tenía mucha ilusión de verme. Esperaron a que volviera del concierto para decírselo. Ella siempre tiene la conexión mía y de su tío. Y, de hecho, cuando grabé la banda sonora de 'La niña y el lobo', que incluía una versión de 'Adoro', se la puse a Maui en Madrid, que quedamos para que la oyera antes de que saliera, y lloró. Me dijo: "Lo orgulloso que estaría mi tío de escucharte cantar 'Adoro' de esta manera".

Entrevista con Amparo Sánchez en la sede de GranadaDigital | Foto: Antonio L. Juárez

P: Te fuiste a Madrid con un niño bajo un brazo y una guitarra bajo el otro. No fue fácil. Estuviste trabajando en pequeños garitos para intentar salir adelante y, sobre todo, para ver cumplido tu sueño.

R: Y antes de los garitos tocaba en el metro, en la calle, en el Parque del Retiro... No me daban la oportunidad en ningún sitio. Iba a todas las 'jam', cantaba blues, soul, rock and roll o lo que fuera. Todo el mundo me decía: "Ay, qué bien, pero tú, ¿por qué no cantas flamenco si eres andaluza?". Y yo: "Porque no canto flamenco, me gusta mucho, pero canto otra cosa". Me costó muchísimo encontrar mi lugar. Trabajé también de camarera en el 'Tío Vinagre' en Lavapiés, y sí, fue un aterrizaje que no fue sencillo. Pero tenía un plan B y me había puesto un año de plazo para ver qué pasaba. Asombrosamente, antes de que pasara ese año cambió todo. Tocábamos ya el repertorio de Amparanoia, el que aparece en 'El poder de Machín', por Lavapiés y por Malasaña en clubs pequeñitos, y llegó primero alguien de una editorial, después llegó alguien de una discográfica y mi vida cambió completamente en un mes.

P: Cambió hasta el punto de que la banda Amparanoia se hizo muy conocida y fue pionera, porque esa música fusión en España prácticamente no se hacía.

R: Habíamos tenido a Víctor Coyote o a Santiago Auserón, que también había hecho cosas con Cuba. Ha habido otros artistas que han hecho un tipo de propuesta de fusión, pero lo que pasaba con Amparanoia no había pasado nunca. Por algo me llaman así, la pionera del mestizaje. De hecho, todos los grupos que salieron después eran fans míos, todos son amigos. Amparanoia fue como el primer impacto que salió.

P: Una época preciosa en la que, además, os dieron premios como Mejor Grupo de Europa.

R: En 2005 la BBC nos reconoció como Mejor Grupo Europeo. Sinceramente, pensaba que esto de los premios era algo que las compañías arreglaban. Y, como siempre hemos sido independientes, o la mayor parte de nuestra trayectoria ha sido autogestionada, cuando me llamaron y me dijeron que nos daban este premio no me creía. Ese premio fue muy importante porque se abrieron las puertas de un montón de países, desde Canadá hasta Nueva Zelanda. Fue una pasada.

P: ¿Y Latinoamérica?

R: En Latinoamérica fue donde menos. Fui alguna vez con Amparanoia, pero era muy complicado porque éramos mucha gente y teníamos muchísimo trabajo en Europa, no solo en España.

P: Y en 2007 decidiste parar.

R: Tras el premio de 2005, llegó un 2006 a tope, y en 2007 me tomé un descanso, que fue cuando falleció mi padre. En ese momento estaba de explosión. Tomé la decisión de parar con Amparanoia, lo necesitaba porque toda mi vida giraba en torno a Amparanoia y yo ya no tenía vida. Me pasaba once meses al año de gira.

Entrevista con Amparo Sánchez en la sede de GranadaDigital | Foto: Antonio L. Juárez

El adiós a Amparanoia

P: Estabas cumpliendo tu sueño, pero no es una vida fácil tampoco.

R: Y, como sabes, madre de dos hijos. Sentía ya mi vida totalmente entregada al proyecto y sin control, con promotores aquí y allí, venga ofertas y venga viajes. Entonces, en 2007, cuando falleció mi padre, fui a Tucson, grabé esa primera parte, que más tarde se grabaría en 2009 la de Habana, y tomé la decisión de empezar una carrera como solista, con menos músicos, un repertorio más tranquilo, donde la gente viniera a escucharme y no fuera solamente la fiesta. Me cansé, porque todo cansa, aunque nos guste. Tomé esa decisión y en 2008 hicimos el 'Bye Bye Tour', que fue la gira de despedida. Fue maravillosa y acabamos en México, en San Cristóbal de las Casas, para mí muy simbólico y muy emocionante. Y en 2009 hice la parte de Habana y ya me decidí a sacar el álbum de 'Tucson-Habana' en solitario. Empezó otro momento para mí.

P: Es que desde 1997 hasta 2007 fue una vorágine.

R: No me veía diez años más así. Fue un alivio porque volví a las cosas sencillas, volví a cocinar, a estar más tiempo en casa, a dedicar más tiempo a mi familia.

P: A disfrutar de los pequeños detalles.

R: Sí, a volver a esa conexión con los animales. Estaba muy desconectada de todo. Entre promoción, ensayos, viajes... No tenía vida. Y ahí empecé a escribir el libro 'La niña y el lobo'. Así que también me sirvió para esa mirada al pasado, esa mirada que el tiempo también te otorga de poder ver las cosas de una manera amorosa y reflexiva porque en el libro no hay ningún tipo de despecho u odio. Está escrito con mucho amor y, desde el amor, dentro de la historia que es, ese era mi objetivo. También empecé a montar Mamita Récords. O sea, que todo ese espacio era necesario.

P: ¿Y de dónde surgió esa pasión por México? Porque, incluso, estuviste conviviendo con gente del movimiento zapatista.

R: México me interesa desde siempre, desde que era más chica con Cantinflas o 'El chavo del 8', y luego Frida Kahlo, Juan Rulfo... Siempre me ha interesado la cultura mexicana y lo que significaba México para mí. De hecho, en 'El Poder de Machín' hay rancheras, 'Mi Amor Se Fue'... El 'Que te den' mismo es un corrido mexicano inspirado en Los Tigres del Norte, que me gustaban mucho también en esa época. Quiero decir que siempre he mirado a México. Y pasó que en 1999, después de una larga gira, tenía unos días libres que pasamos por Nueva York, que había una masterización, y después pasamos por DF. Nunca había estado en México y caí totalmente enamorada, me enamoré del país y, además, me quedé a dormir en una casa donde realizaban la revista 'Ojarasca' del periódico 'La Jornada', que hacía todo el seguimiento del movimiento zapatista, del que ya había oído por Manu Chao, al había conocido en Madrid en 1995. Él me había hablado del alzamiento y del movimiento. Estuve en una casa de estas características, donde vi vídeos y fotografías y me impregné. Y en el año 2001 fui a la 'Marcha del color de la tierra' que llegó hasta la plaza del Zócalo. Fue un momento maravilloso. En 2005 también fui a grabar el documental 'Somos viento, camino a la realidad', que se puede buscar en YouTube. Ese documental nos sirvió de excusa para poder convivir con la comunidad zapatista 'La Realidad'.

P: La de vivencias que has tenido.

R: Cuando vamos en la furgoneta y empiezo a contar historias, a veces digo: "Es que me han pasado tantas cosas". Estoy muy agradecida. He vivido, de verdad, gracias a la música, porque si no estuviera la música por medio, no hubiera vivido todas estas experiencias. Si hubiera sido agente judicial...

P: Estarías echando a gente de sus casas.

R: ¡Qué horror! Pero sería otra biografía. En todas las decisiones que tomo hago mucho caso a mi intuición. Cuando no le he hecho caso me he arrepentido. Mi intuición me ha llevado a conocer y a experimentar en muchos lugares del planeta situaciones maravillosas, que no sé si algún día reuniré de alguna manera, pero están en mi corazón.

P: De todos estos sitios del mundo en los que has estado, ¿cuál es el que más te ha marcado?

R: Con Cuba tengo también una conexión bastante fuerte... Entre Cuba y México. No puedo elegir entre uno de los dos porque es muy diferente lo que siento estando en esos países y lo que me transmiten. A los mexicanos los veo como más extraterrestres; sí, somos hermanos y hermanas, pero son diferentes y me encanta que sean así. En cambio, Cuba es que son hermanos, los siento familia directa. Con los cubanos es más carnal y con los mexicanos más espiritual.

Entrevista con Amparo Sánchez en la sede de GranadaDigital | Foto: Antonio L. Juárez

Gira con Artistas del gremio

P: En 2017, casi una década después, te reúnes de nuevo con la banda, vuelve Amparanoia, y ahí ya vas alternando, con colaboraciones exitosas, y una de ellas es con Artistas del Gremio, con los que hiciste el 25 aniversario en la sala Aliatar. De ahí surgió algo especial y ahora estás de gira con ellos.

R: Sí, lo estamos pasando genial. Con respecto de lo que hablaba de la intuición, los conocí por el móvil. Me salieron en un algoritmo de estos o, como yo les llamo, 'algorritmos'. Había pensado hacer algún día algo con una charanga y también tenía pensado pasar el proyecto a una parte más electrónica, porque quería conectar con gente más joven, porque a mí también me gusta ese tipo de música, y darle vida de nuevo a lo que para mí son 'temazos'. Mi repertorio tiene temas que parece que los he escrito ayer y son muy actuales, algunos por desgracia, porque cuando los escribí era con la ilusión de que cambiaran las cosas y me doy cuenta de que no y están vigentes. Ambas partes estamos emocionados de este proyecto con Artistas del Gremio. La gira entera no la hemos podido hacer juntos, y ha habido fechas que hemos ido solamente Amparanoia, porque ellos tienen muchos compromisos. El año que viene hacen 20 años como charanga y han ganado muchos premios. Tienen también una trayectoria muy interesante. Son unos grandes profesionales y, al mismo nivel o superior, son bellísimas personas que trabajan con una sintonía, con un buen ambiente, con un respeto, que nos han enseñado muchísimo en convivencia, en la manera de relacionarnos que, a veces, los andaluces somos más pasionales o más temperamentales.

P: Ellos son aragoneses, ¿no?

R: Sí, de Zaragoza. Son muy buena gente. Ahora estamos un poco tristes, entre comillas, porque se acaban las fechas de 'Fan Fan Fanfarria Tour'. Estamos planeando hacer un fin de gira en enero y ojalá podamos venir a Andalucía, porque el año que viene ya empieza otra etapa.

P: Siempre has estado muy alejada de la música comercial y de las modas pasajeras. Has sido muy fiel a tu estilo, haciendo lo que a ti te ha apetecido hacer, pero no te has dejado llevar por otras influencias actuales como, por ejemplo, el reguetón.

R: Del reguetón hay cosas que me gustan mucho porque para mí es el nuevo pop, al igual que el trap podría ser el nuevo punk. Es interesante escuchar lo que está haciendo la gente joven, porque nos están contando algo y es un reflejo de lo que están viviendo. Luego hay letras machistas y obscenas que no me interesan y que no me transmiten nada ni les pongo la más mínima atención. Pero sí me interesa lo que tiene que decir la gente joven, porque es un reflejo de cómo han crecido y de cómo ven el mundo. Y, a veces, siento un poco de tristeza, porque sí que veo que en los valores que se transmiten mayoritariamente ahora a la juventud a través de esas letras hay un mensaje muy capitalista, muy consumista. No todos, porque no quiero generalizar. Y aunque digan que "Dios me ayude" y hablen mucho de Dios, que eso también me llama la atención, luego hay un mensaje muy capitalista y superficial. Y eso me da un poco de pena. También el uso de la imagen de la mujer tan desnuda, tan sexualizada, tan pornográfica. Ahí hay algo que tenemos que revisar los adultos para saber qué ha pasado. Pero luego hay ejemplos de gente que está haciendo cosas guapísimas dentro de que son modernos y para nada tienen ese discurso. Y ahí pongo más atención.

P: Decidiste sacar tu sello discográfico, Mamita Récords. ¿Cuál es el objetivo?

R: El primer objetivo fue tener mi propio sello, ya que llevaba unos años trabajando con diferentes discográficas en Francia o Bélgica. En España hace mucho tiempo que no me llamaba ninguna discográfica ni tampoco hace falta ya. No me prestaban atención porque pedí la libertad en EMI, que fue la última que estuve. Cuando me vi en una multinacional me dije que no quería estar ahí, pedí la carta de libertad y me fui. A partir de ahí siempre ha sido un trabajo con discográficas de colaboración que, al final, hacíamos nosotros todo el trabajo. Estaba petándolo todo lo digital y pensamos: "A lo mejor hasta desaparece el CD". O sea, si iban a existir solo las plataformas, pues vamos a hacerlo nosotros. Y ahí fue la gran aventura de empezar Mamita Récords. Primero en Barcelona, asesorados también por gente que ya tenía sellos independientes y nos ayudaron mucho. Y cuando nos trasladamos a Granada, el sello, también. Lo que empezó como una empresa familiar con mis dos hijos y con colaboradores externos puntuales, pues ya tenemos dos personas más trabajando. Eso quiere decir que hay una proyección y hay ganas de abrirse a aportar desde el lado independiente. Nació porque necesitaba una plataforma y ya que teníamos todo montado nos preguntamos por qué no hacer también la labor de ir sacando artistas con los que nos sintamos en sintonía y con los que se puede hacer una colaboración. Y así hicimos, empezamos a sacar a gente, con alguna dejamos de trabajar, con otra se mantiene. O sea, vamos fluyendo con lo que van haciendo los artistas porque, si yo soy libre para tomar mis decisiones, imagínate en mi discográfica, son libres para tomar las suyas propias.

‘Revivir la Azucarera’

P: También lideras la plataforma 'Revivir la Azucarera'. ¿Cuál es la finalidad que tiene esta plataforma?

R: Me propusieron tomar este proyecto de la plataforma 'Revivir la Azucarera' cuando entramos en pandemia. Venía a vivir a Granada después de haber viajado por todo el mundo, donde he visto lugares increíbles, fábricas reformadas y que habían pasado a ser centros culturales... Y veía la Azucarera cuando iba al estudio de Carlos, que lo tiene ahí en la Vega, y siempre que he pasado por ahí he dicho que es una pena que tengamos ese sitio tan precioso y que no pase nada a nivel cultural. Está en la afueras, no molesta a los vecinos y podría ser un punto que todo el mundo nos mire, ya no solo nuestro país, sino a nivel internacional. Tener un sitio al que quiera venir artistas de todo el mundo. Pensé que había que hacerlo. Y un grupo que había en el Ayuntamiento, formado por Podemos, Izquierda Unida e independientes, me propusieron que organizara un grupo de trabajo para la plataforma 'Revivir la Azucarera'. Con mis condiciones y con mi equipo de trabajo, empezamos una labor de hacernos asociación, de crear una web y de comunicarlo a la gente. Al principio, el objetivo era toda la Azucarera. Supimos que estaba en manos de inmobiliarias buitres y que en la Universidad de Granada Pilar Aranda estaba pensando en comprarla. Nos pidieron que no hiciéramos mucho ruido porque querían adquirirla. Cuando lo hicieron nos informaron del siguiente paso, que es donde estamos ahora. Hay una parte de la Azucarera que se llama 'El ingenio de San Juan'. Hemos activado una recogida de firmas en change.org y pido, por favor, a la gente que esté escuchando o leyendo GranadaDigital que firmen. Están apoyándonos muchos artistas, desde Miguel Ríos a La Plazuela, porque estamos en un momento importante. La Universidad no ha podido comprar 'El ingenio de San Juan', aunque está dentro de la Azucarera. Es el edificio que queda justo al final del recinto, pegado ya con la Acequia Gorda. Ese edificio es de un ministerio. Y estamos pidiéndole, a través del Ministerio de Cultura, que interceda para que pueda ser un centro cultural. La Universidad está encantada con la idea y en el Ministerio de Cultura ya conocen el proyecto. Estamos esperando tener noticias. Hemos lanzado la campaña de firmas para saber si toda la ciudadanía quiere este proyecto. En Granada hemos visto que se han tenido que cancelar eventos musicales por la lluvia, como Zaidín Rock, '1001 Músicas' o en Plaza de Toros. A mí me pasó el año pasado con el Festival Granada 100% Mujer. Tuvimos que aplazar porque había truenos, rayos y viento y no había otro sitio donde hacerlo. Tiene que haber un empujón por parte de todas las instituciones para que convertirlo en un centro cultural sea una realidad. Me gustaría también tener la oportunidad de gestionarlo en su inicio o de aportar algo en la gestión, pero, incluso, aunque yo no tuviera nada que ver, quiero que ese espacio se consiga para Granada y ya me quedaría tranquila. Voy a seguir haciendo todo lo que esté en mi mano para que sea una realidad.

P: De toda la experiencia acumulada de tus viajes por todo el mundo, ¿por qué consideras que Granada no termina de despegar tanto a nivel cultural como en otros ámbitos?

R: Cuando volví tras 25 años viviendo fuera, a varias personas, amigas y conocidas les comenté esto de la plataforma y me decían que en Granada la gente es muy pesimista y no se consigue nada porque todo el mundo va con el no. "Eso no va a salir, eso va a ser imposible". Y lamento comunicar que, incluso, dentro de mi misma plataforma se ha caído un montón de gente que estaba al principio por lo mismo, porque piensan que no se va a conseguir, que es imposible. Y para mí no hay nada imposible. ¿Que al final no pueda salir ese centro? Pues a lo mejor nos dan otro sitio que esté también abandonado. La casería de los cipreses es otro lugar abandonado. Quizás no sea en la Azucarera, pero hay que resolver el problema, porque hay un problema. Hacen falta locales de ensayo y un apoyo a los lugares con música en directo. Ya que tenemos tanto turismo, el visitante alucina con la música en directo. Voy por toda Europa cantando y lo sé, tengo conciertos allí los lunes, los martes, los miércoles... Cuando voy de gira por Europa, podéis ver en mi web que toco cada día de la semana porque la gente tiene cultura de escuchar música en directo, porque se ayuda a las salas. Aquí hay muchísimos problemas siempre, no se les pone fácil a las salas, no se dan permisos para música en directo en una ciudad llena de músicos y de artistas. ¿Cómo es posible que a El Niño de las Pinturas, que es el artista más grande que tenemos como muralista y grafitero, reconocido internacionalmente, no se le den muros a él y a gente que conoce para que pinten y tengamos una ciudad que la gente venga a ver también los grafitis? Una ruta por el Realejo. Lo que siento es que no se aprecia lo que se tiene. Bueno, ahí hago un paréntesis, porque hay gente a la que sí se le aprecia muchísimo. No voy a dar nombres, pero todos sabemos quiénes son. En la música hay gente que sí que se les aprecia, están en todo. Y la gente nueva no tiene oportunidad de salir y hay muchos proyectos nuevos y buenos. Y se habla de que vamos a la capitalidad cultural europea de 2031, pero como no empecemos a trabajar durísimo a partir de ya, no vamos a tener opción porque no apostamos por la cultura.

Pocas mujeres

P: Granada ha dado grandes artistas a lo largo de todas las décadas, desde Los Ángeles o Miguel Ríos, pasando por 091, La Guardia, etc. hasta ahora La Plazuela, Ayax y Prok, Lola Índigo, Dellafuente, Saiko... Muy pocas mujeres, por cierto.

R: Somos muy pocas artistas y las pocas que somos tampoco estamos reconocidas ni se cuenta con nosotras para ninguna cosa. Mi nombre no ha estado en todo el año en ningún cartel de Granada. ¿Sí o no?

P: Totalmente.

R: Pues ya está. Y ha habido cosas este año, ¿no?

P: Muchas.

R: Vale, pues no estoy en ninguna. Pero hablamos de estas cosas porque es necesario decirlas. Y reivindicarlas. Pero que todo está bien. He vuelto porque amo Granada, amo a su gente, tengo aquí mi familia, es la ciudad donde crecí y donde siempre soñé volver y me encanta vivir aquí. Y para trabajar, pues voy a donde me contratan que, afortunadamente, me contratan en muchos lugares.

P: Cantante, compositora, productora, escritora, activista, emprendedora, feminista, madre... ¿Qué te falta por hacer?

R: Descansar (ríe).

P: ¿Te queda algo pendiente?

R: Todo lo que estoy haciendo me encanta. Tengo un lema y es que solo hago cosas que me gustan. Todo lo que hago es porque me gusta y hay algunas áreas que voy aprendiendo para hacerlo mejor. En vez de sufrir o pasarlo mal, aprendo a pasarlo bien mientras que tengo que hacer eso. Por mí no hay nada pendiente. Ahora, por ejemplo, me han invitado a una cosa y te la voy a contar en primicia. Me han invitado a ir a la academia de Paul McCartney en Liverpool a hacer un encuentro con alumnos músicos que preparan mi repertorio y luego venimos a España a hacer una fecha para el año que viene. Y me pasan cosas maravillosas todo el rato. Estar con los alumnos va a ser nuevo. El año pasado también hice una cosa rarísima. No he ido nunca a Huelva a cantar y me escribieron para proponerme hacer un taller de cómo se hacen las canciones. Estuve una semana allí con personas que no conocía. La mayoría eran mujeres, pero también había dos hombres. Y cada uno hizo una canción. Me lo pasé genial. Me gusta hacer cosas que no he hecho nunca, pero que tengan que ver con lo mío.

P: Que te sigan pasando cosas maravillosas.

R: Que sirva todo lo que hemos hablado para que la gente se inspire, que siga su camino, que tome sus decisiones y que se lo pase bien que, como decía García Lorca, tenemos la responsabilidad de ser felices.