Una vida social alrededor de los antiguos lavaderos de Granada
La ciudad de la Alhambra contaba con un amplio grupo de surtidores en los que las mujeres realizaban una labor doméstica y social y los hombres acudían para hidratar a los animales
La presencia de la cultura del agua en Granada es milenaria. Hoy no tenemos más que abrir un grifo o pulsar un botón para hidratarnos, asearnos o lavar nuestras prendas de vestir. Pero, en pleno siglo XIX, cuando Europa se modernizaba y España iba a rebufo, Granada contaba con un amplio grupo de lavaderos en los que las mujeres de la casa realizaban una labor doméstica y social.
Eran tiempos en los que los gobiernos se centraban en desarrollar una serie de medidas higiénico-sanitarias que se basaban en la construcción de canalizaciones de agua, alcantarillado o lavaderos públicos. Una simple infraestructura, dotada de una techumbre de madera, pilares de piedra y una pila con agua por la que frotar la ropa y eliminar la mugre. Pero, de esas construcciones, testigos de la vida social de los barrios de Granada, quedan pocas señas.
Uno de estos supervivientes es el lavadero ubicado en la Placeta del Sol, en el barrio del Realejo. Los vecinos de la zona mostraron su descontento durante años por el deterioro de esta joya y la pasividad de la administración. El pasado septiembre, el Ayuntamiento de Granada anunció que va a intervenir en el enclave, por lo que perdurará aún más esta seña de identidad de la vida social y cotidiana granadina, patrimonio inmaterial.
“Hasta ahora el origen de este lavadero era difícil de precisar, a nivel archivístico, el dato más antiguo que se ha encontrado, y que aporta luz al respecto, proviene de 1862, seis años antes del derribo de la Puerta del Sol o del Mauror (Beb-Mawrur)”, comenta Daniel Quesada en su estudio Lavaderos públicos en la Granada del XIX según el Diccionario de Pascual Madoz (1845-1850).
El lavadero de la Puerta del Sol es el único que ha llegado hasta nuestros días con todos sus elementos. En el Paseo del Violón queda la estructura de lo que fue uno de estas construcciones, pero de la que solo queda la estructura, hoy convertida en bar de tapas. Pero, gracias al inventario que Pascual Madoz incluyó en su Diccionario, hoy podemos hacernos una idea de la importancia que tuvieron en la ciudad de la Alhambra.
Aunque la mayoría eran de uso privado, como el de Zafra, el de las Tablas, el de Méndez, el del Genil y el que se encontraba en la Carrera del Darro, inserto dentro de los baños árabes del Bañuelo, había uno que se destaca en las crónicas como el de más popularidad, del que se conservan testimonios gráficos e incluso materiales. El de Fuente Nueva, de dominio público.
Este lavadero viene de un primitivo nacimiento de agua, que emanaba a los pies del triunfo y que fue llamado hoyo de fuente nueva. Pero de la propia obra, hay indicios de su existencia ya en 1777 con su constancia en un expediente del Juzgado de Aguas, según recoge Daniel Quesada. Que el pilar de la Fuente nueva que se trata de componer, es el mas principal que ay en esta ciudad para el Abasto de uso publico de toda clase de Jentes, y para el socorro de lavar las rropas muchas familias pobres […] por lo que es mui util su composicion, por lo que los Ynteresados que deben contribuir a dicha obra son los caudales públicos”, dice textualmente el escrito original.
Este espacio importante para la sociedad y la higiene granadina constaba de una fuente para consumo humano, un abrevadero para animales y el propio lavadero. Una parte de la historia de la ciudad que hoy se puede ver en otro barrio. Fue el abrevadero el que en 1944 fue trasladado al barrio judío. Sí, el que preside la Cuesta del Realejo y que está adosado la parte trasera del convento de Santa Catalina. Curioso ¿no?.