El Granada CF no es nuestro
Lo que hay es lo que hay; dos asiáticos y una asiática, y perdónenme los señores que pedían que en el trío de mandatarios hubiese granaínos
Ya está la nueva temporada futbolística a la vuelta de la esquina, comenzando con los entrenamientos y las ganas de saber cómo quedará la plantilla de cara a la búsqueda de eso tan difícil que es ascender a Primera.
Porque los demás cambios ya se saben, los que mandan en la confección de la plantilla ya se conocen y las ganas de dar bajas y traer novedades también, incluso, ya sabemos que desde los despachos se ha dicho a los importantes que quieren irse que o pagan o se quedan. Vamos, que aquí nadie se va a bajo precio o por la cara.
Y entre esos cambios está el de la nueva presidenta que es Sophia Yang, que de ser segunda ha llegado a la cumbre, y es la que manda obedeciendo a los otros dos que se quedaron en casa y a los que, de momento, no se les ha visto la cara. Y aquí, en este cambio, llega el posible problema cuando los accionistas minoritarios, representados en la Junta Extraordinaria por la Asociación Granadinista 5001, exigen una presencia granadina en el Consejo y quieren que el Granada CF vuelva a ser el Granada de siempre, quitemos los apellidos, que debe oler a 'granaíno' y a equipo de la localidad. Y aquí es donde se equivocan totalmente.
Yo siento mucho decir lo que sigue, pero el Granada no es nuestro. Ya no es de los que soñamos con él, de los que vemos los partidos como sea, incluso, desde la lejanía, de los que pensamos que volverán los tiempos de Candi y su grandeza, de los que soñamos con aquella época en la que siendo niños, muy niños, saltábamos al campo en el descanso para pisar la yerba mágica donde después mandaban las figuras, de los que formábamos parte de la entidad porque era nuestra y éramos los socios que pagábamos, nos mojábamos o pasábamos calor y frío, de los que escuchábamos la frase de "ha salido la Goleada, con la victoria del Granada", la música recuérdenla ustedes, y algunos hasta llegamos al máximo cuando nos dieron la medalla de oro y brillantes.
Pero eso se acabó. El fútbol pasó a ser un enorme negocio y ya no pintamos nada. Ahora no hay socios con derechos más voz y voto; ahora hay accionistas que compraron la mayor parte de la sociedad de marras y son los que mandan. Y cuando la mayoría está, un 98%, en manos de una sociedad china –DDCM por más señas– entonces los gerifaltes son ellos. El consejo es chino, las órdenes también y ustedes, los que son minoritarios que compraron las migajas, un 2%, lo único que puedan hacer es ir, enterarse, callarse y quejarse luego en la barra del bar. Pero solo ahí, porque cualquier mayor esfuerzo es para nada.
Es lo que hay y perdónenme los señores que pedían que en el trío de mandatarios hubiese 'granaínos'. Hay dos asiáticos y una asiática, ya saben que ahora exigen aquello de la igualdad a la hora de expresarse, y no cabe más nadie. Aunque los dos varones no estén ni hayan pisado nuestra ciudad en su vida, ni parece que tengan en mente hacerlo y, por eso, como jefa eligieron a la que estaba aquí ya y no tenía que moverse.
Y no piensen nada más. Los chinos, porque chinos son, compraron la entidad, se hicieron los amos y habría que buscar la razón de por qué se embarcaron en una sociedad que debe dar algunos beneficios que en algún momento saldrán a la luz. Y pueden pensar lo que quieran, pero una vez fui testigo de cómo un famoso constructor anunció que compraba un club andaluz de Segunda y lo iba a convertir en algo único. Todos aplaudían y soñaron hasta que el caballero se reunió con el alcalde y dijo aquello de invierto, pero me tiene que dar acceso a…, y aquello se terminó allí porque no era el club, quería gran parte de la ciudad. O sea, que puede pasar cualquier cosa.
Paisanos, esto ya no es fútbol ni es deporte. Esto es un extraño invento donde ganan mucho dinero unos cuantos, al margen de los profesionales, y los demás pagamos y miramos cómo se lo llevan. Hay muchos torneos, muchos partidos y mucho camelarse a la gente para que vaya al campo o pague por verlos por televisión, y un engaño constante que hace que un encuentro se juegue un domingo a las dos de la tarde o una noche a la diez con lo que muchas familias no almorzaran a la vez y muchos niños se tienen que quedar en casa porque ya me dirán quien pone a un crío en una butaca con un frío que pela, en noches de invierno, y hasta han inventado una maquinita que decían que era la solución para determinados momentos y es el mayor camelo de la historia con increíbles pérdidas de tiempo e incredulidad en si es mano o no, o si la raya del fuera de juego está bien o mal tirada.
En fin, que como dice el título, el Granada CF, ponemos de nuevo los apellidos, no es nuestro ni lo será nunca más. A lo mejor un día se van los chinos, pero sabe Dios quien llegará y como lo hará. Así que, de momento, solo nos queda aquello de "más vale malo conocido que bueno por conocer".
Y no le den más vueltas, tristemente es lo que hay.