La dignidad de las personas, por encima de todo
La mayor parte de nuestra vida se desarrolla en el ámbito laboral y pueden surgir roces, pero nunca debemos humillar a nadie
La dignidad de las personas debe estar por encima de todo y en todas las circunstancias de nuestra vida. Dignidad apunta al respeto y la consideración que amerita cualquier individuo por el mero hecho de ser humano.
Es cierto que la mayor parte de nuestra vida se desarrolla en el ámbito laboral y ahí es donde pueden surgir mayores roces, hay más posibilidades de tener visiones contrapuestas entre personas, pero nunca debemos humillar a nadie, esto además de infringir un sufrimiento innecesario puede tener consecuencias impredecibles.
Sinónimo de humillar que es rebajar a una persona es degradar, despreciar, denigrar, desdeñar, mancillar o abochornar entre otros.
Es evidente que el contraste de opiniones nos hace crecer, la humillación nos denigra como personas y abre heridas difíciles de cerrar.
Humillar es un acto que implica disminuir al otro, desdeñar su calidad humana. Para el poeta y ensayista estadunidense Wayne Koestenbaum, la humillación es una de las constantes de la sociedad contemporánea y, en buena medida, el mecanismo que la hace funcionar. Humillar a un colaborador es una infamia, ya que la dignidad no es negociable.
No existe justificación alguna para cuestionar el 𝘀𝗲𝗻𝘁𝗶𝗺𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼 𝗱𝗲 𝘃𝗮𝗹𝗼𝗿, la dignidad, de un colaborador.
Como dice Adela Cortina, la dignidad es el núcleo de la ética que tendría que ir construyendo una ciudadanía cosmopolita; una ética en la que todos los seres humanos sean reconocidos como ciudadanos de nuestro mundo. En ese sentido, la dignidad no solo es una palabra clave, sino una experiencia que es necesario proteger, respaldar y fomentar; porque si no, en [estos tiempos] de polarizaciones y posverdad, podemos estar perdidos.
El concepto de dignidad humana tiene su origen en la antigüedad griega; sin embargo, se ha enriquecido en su significado y alcance a lo largo del desarrollo de la historia humana, pasando de ser un concepto vinculado a la posición social a expresar la autonomía y capacidad moral de las personas, constituyéndose en el fundamento indiscutible de los derechos humanos. Especial relevancia tiene la dignidad humana, como elemento para enfrentar y desarrollar las normas relativas a las transformaciones sociales provocadas por el desarrollo científico y tecnológico.
Se dice que una persona es digna cuando enfrenta las adversidades sin rebajarse, esto es, comprendiendo que no por estar pasando un mal momento deja de ser un ser humano en pleno uso de sus facultades y derechos. Se dice que una persona es digna o responde con dignidad cuando se enfrenta a otra en un debate, una riña o una discusión y procede con respeto hacia su adversario. Una persona es digna cuando honra sus compromisos adquiridos, consigo mismo y con los demás, al considerar que su palabra empeñada es valiosa por el solo hecho de ser suya.
En definitiva, la palabra humillación se refiere a un acto y una emoción: es el acto de devaluar injustamente a un individuo o a un grupo por parte de otros que tienen el poder de conseguirlo. La humillación es también la emoción que surge cuando la víctima toma consciencia de que dicha devaluación ha tenido lugar. Mientras, la dignidad humana significa reconocer el valor que ya es inherente a una persona, que por cualquier motivo o circunstancia haya visto menoscabada su consideración. Este reconocimiento le reviste de respeto por su condición humana.
Por tanto, dignidad humana significa que un individuo siente respeto por sí mismo y se valora al mismo tiempo que es respetado y valorado. Implica la necesidad de que todos los seres humanos sean tratados en un pie de igualdad y que puedan gozar de los derechos fundamentales que de ellos derivan.