La madurez no depende de la edad, sino de cómo actuamos y pensamos

Conocernos a nosotros mismos es la asignatura más importante de la vida de una persona y la coherencia en el pensamiento y la acción es básica

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La madurez es cuando practicamos la aceptación de las situaciones en la que estamos en estos momentos | Foto: GD
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¡Cuántas declaraciones de personas inmaduras vemos o leemos todos los días! ¡Cuántas personas nos decepcionan día a día con sus comportamientos o con sus hechos! ¡Cuántas situaciones nos generan una enorme tristeza! ¡Cuánta gente pasa de la euforia a la melancolía o del buen humor al mal humor en cuestión de momentos! ¡Cuánta gente vemos que en estos momentos se cree más que nadie! ¡Cuántas de estas situaciones nos hacen ver la falta de madurez en muchas personas que nos rodean! Y es que la personalidad inmadura es una personalidad a medio hacer.

La falta de empatía, la falta de introspección, la impulsividad, la tendencia en culpar a los demás, el egocentrismo, la importancia especial que le dan a la imagen pública, la inestabilidad y labilidad, los comportamientos caprichosos e irresponsables, el culpar, mentir o insultar, la ausencia de objetivos y planteamientos realistas, la dificultad para aceptar los propios fallos y limitaciones, el narcisismo, las relaciones afectivas superficiales, rígidas y exigentes son signos de inmadurez. Mientras que reconocer nuestros errores es signo de madurez.

Conocernos a nosotros mismos es la asignatura más importante de la vida de una persona. Es básica la coherencia en el pensamiento y en la acción. Es fundamental a veces anteponer la obligación al apetecer. Es importante la responsabilidad frente a culpabilidad. Es valioso sentir que una persona tiene el control de su vida. Es conveniente aceptar los límites. La madurez es el arte de vivir en paz con lo que no podemos cambiar, el arte de encontrar el equilibrio en estos momentos de adversidad que vivimos en estos momentos.

La madurez es cuando practicamos la aceptación de las situaciones en la que estamos en estos momentos, cuando miramos a los ojos la realidad actual tan complicada y, en vez de venirnos abajo, nos preguntamos: ¿Qué debemos hacer? Lo que significa que, aunque la realidad es dolorosa, no nos quedamos atrapados en el papel de víctimas sufriendo inútilmente sino que protegemos nuestro equilibrio emocional adoptando una actitud proactiva.

La madurez emocional, cómo explican en la mente es maravillosa, no es una entidad normativa que se alcance a determinada edad. Nuestro entorno está lleno de personas adultas que alcanzan el éxito profesional mostrando la gestión emocional de un niño pequeño. Es un despertar a la autoestima, a la empatía y a esa vida social basada en el respeto, fundamental siempre y más en estos momentos.

Y es que el cerebro siempre está en continuo crecimiento. La madurez se logra cuando una persona pospone placeres inmediatos por valores a largo plazo, que es lo que nos toca ahora. La madurez emocional no llega con los años sino que se promueve desde edades tempranas. La madurez emocional tampoco viene con los daños. De todas formas, ¿por qué maduran antes las chicas que los chicos?, y una de las respuestas es que las diferencias entre sexos tiene que ver con nuestra propensión a asumir responsabilidades, porque una persona madura es capaz de autogestionarse, responsabilizarse de sus actos, adoptar diferentes perspectivas, ser crítico tanto con el mundo como consigo mismo y se capaz de adaptarse a las situaciones y responder a las demandas de la realidad. A la madurez se llega en gran medida gracias a las vivencias que cada persona tiene a lo largo de su desarrollo. Y las mujeres maduran en general, antes que los hombres.

10 características propias de la persona madura:

  1. Se responsabiliza de las consecuencias de sus actos. La persona con un buen nivel de madurez admite sus errores, no intenta maquillarlos.
  2. Reacciona de manera ecuánime. Es equilibrada y justa. Tiene una capacidad adecuada para dominar sus emociones.
  3. Pone en práctica lo que ha aprendido. La madurez tiene que ver con aprender de la experiencia. No se limita a quejarse. Tiende al optimismo.
  4. Conoce sus límites y calcula adecuadamente los riesgos razonables de una acción. Innova sin forzar. No asume más de lo que puede abarcar. Es atrevida pero prudente, no es temeraria.
  5. Tiene en cuenta su influencia sobre los otros y no intenta aprovecharse ni de su posición ni de sus conocimientos. No hace trampas. Además, la persona madura sabe escuchar. Es consciente de que puede aprender de otras personas.
  6. Es resistente, lo que le permite amortiguar el impacto de muchas cosas negativas que le suceden en su vida. La persona madura es resiliente.
  7. Sabe manejarse en la vida de manera autónoma de acuerdo a sus capacidades. Es hábil. Es capaz de establecer puentes sanos de colaboración mutua con otras personas.
  8. No hace chantaje emocional. Su estilo comunicativo es asertivo.
  9. Sabe disfrutar y se esfuerza por hacerlo. Reserva tiempo para sus propios placeres y encuentra espacio suficiente en su vida para la diversión.
  10. Cumple adecuadamente con sus responsabilidades y obligaciones. No pone en serio riesgo las cosas importantes de su vida. Es formal, digna de confianza, sabe cuidar de sí misma.

Y en este entorno tan complicado en el que vivimos, necesitamos mucha madurez emocional y psicológica, necesitamos no perder los papeles ante una situación incómoda o que nos altera, necesitamos no usar el chantaje emocional para conseguir convencer al otro, necesitamos saber pedir ayuda no de manera lastimera, necesitamos respetar y respetarnos, necesitamos saber aprovechar el potencial de las experiencias negativas que vivimos para fortalecernos, en lugar de debilitarnos o endurecernos, necesitamos pasar por mil adversidades para saber qué es la vida y desarrollar así nuestras fortalezas personales, necesitamos no evadir los errores, sino aprender de ellos, necesitamos no tener a los cambios, porque cambiar también es madurar, necesitamos no sentirnos el centro del universo, necesitamos tener una empatía útil, con sentimiento y con acción, porque el sentimiento sin acción no sirve de nada, necesitamos no perder nuestras esencias, nuestra identidad, nuestra capacidad para decidir, para actuar, para ser libre. Necesitamos cuidar de nosotros mismos.

En definitiva, la madurez emocional es la capacidad de estar a la altura de la excelencia que la propia vida plantea en los retos cotidianos, en los problemas, en la amistad, en el amor, en la familia,... Una de las diferencias entre sexos tiene que ver con nuestra propensión a asumir responsabilidades.

La madurez es la capacidad de ser y ACTUAR desde nuestra mejor versión en cada circunstancia. No hay madurez sin consciencia y sin pleno compromiso con uno mismo. Y es que la edad no se cuenta por los años. La falta de madurez frena el éxito profesional y una de las claves del éxito profesional reside en ser constante, disciplinarse y persistir en trabajar en aquellas tareas que son necesarias.

¡Cuán necesario es tener alrededor personas maduras!