Ascenso en el último 25-J
El cuarto 25-J, el último de la serie, es de signo totalmente contrario al anterior, el del 'Murcianazo'. Lo mismo que los otros tres, era a cara o cruz y también estaba en juego un cambio de categoría, en este caso, ascender a 2ªB. Fue el 25 de junio de 2006 y en esta ocasión hubo happy end porque el Granada pudo superar el único gol que traía de renta el rival, el Guadalajara, ganando 3-0 en el Nuevo Los Cármenes y poniendo fin así a la que es la peor etapa de toda la historia de nuestro equipo, la de los cuatro años consecutivos en la cuarta categoría del fútbol nacional.
Ya vimos en los anteriores veinticincojotas que, al menos en dos de ellos, los de 1989 y 2000, hubo sospechas de ilegalidad. En éste de 2006 no las hubo, pero sí que existieron en el desenlace del partido inmediatamente anterior, el de la ida en tierras alcarreñas, de donde el Granada salió derrotado 1-0 padeciendo un arbitraje canallesco salido del pito de un colegiado apellidado Rupérez Chércoles que hizo a Rafa Lamelas titular su crónica para Ideal con estas expresivas palabras: "Atraco en Guadalajara". El árbitro soriano fue el único de los varios miles presentes que no vio (o no quiso ver) cómo el delantero del cuadro local le arrebataba con la mano a Gustavo un balón que tenía blocado para después marcar desde cerca. Previamente había anulado por fuera de juego inexistente un gol de Javi García y había ignorado un claro penalti a Lucena, además de permitir que la megafonía funcionara a todo trapo, mientras se jugaba el partido, pidiendo a los hinchas locales que animaran a su equipo. Hasta el mismo autor del único gol y la prensa de Guadalajara reconocieron haber sido ayudados por el juez del choque. En esa misma crónica, Lamelas dice que la razón de la perjudicial labor del del pito podría estar en su amistad con el que era secretario técnico del Guadalajara, paisano de aquel trencilla de mal recuerdo. Por su parte el presidente rojiblanco, Paco Sanz, no se cortó un pelo en decir a los cuatro vientos que el árbitro de aquel partido "es un chorizo y un golfo y sabía lo que hacía".
En el Pedro Escartín, ese es el nombre del estadio del Guadalajara, sobre un césped encharcado que dificultaba el control del balón, el Granada fue mejor que el equipo local y pudo muy bien haber dejado amarrado el ascenso de no haber sido por la descarada parcialidad del referí. En sus gradas sufrieron los varios cientos de granadinistas desplazados el comportamiento cafre de los hinchas locales, los insultos y el pitorreo e incluso alguna bofetada, además de las sevicias del de negro. No obstante, quedó la sensación de que el Guadalajara era un rival más flojo que el Linense, eliminado en los penaltis por nuestro equipo en la anterior ronda de play off de ascenso, porque desde 2004 ya no se jugaba liguilla, sino eliminatorias, bastando dos para conseguir subir de categoría.
Efectivamente, el Guadalajara resultó un rival más flojo que el Linense, pero eso no quiere decir que no costara trabajo superarlo. Gustavo; Iñaki (Labella 88’), Joyce Moreno, Saavedra, Milla; Nene (Francis 97’), Lucena, Javi García, Sorroche; Josemi (Morán 115’) y Ramón, tuvieron que emplearse a fondo y necesitaron llegar a la prórroga para poder derribar el muro de cal y canto que los alcarreños levantaron en el Nuevo Los Cármenes aquel 25 de junio de 2006.
Pronto quedó empatado el play off, antes de la media hora de juego, cuando Ramón de magnífico cabezazo hizo el 1-0 a centro desde la derecha de Iñaki Bollaín. Con el estadio lleno hasta en los pasillos y presencia del alcalde Torres Hurtado, el Granada, dirigido por José Víctor, fue muy superior y el Guadalajara apenas salía de su parcela, pero los rojiblancos no daban con la tecla del segundo gol. Como se trata del Granada, con el plus de sufrimiento que eso conlleva, para darle más dramatismo a la cosa hubo que agotar los noventa minutos e ir a la prórroga, en cuya primera mitad los visitantes se quedaron con dos hombres menos por doble amonestación. Con sólo ocho jugadores de campo ya la defensiva de los de morado era furibunda. Así hasta que en el minuto 113 de partido, esto es, faltando sólo siete minutos para tener que jugarse el todo por el todo en los penaltis, Ramón, en sensacional pared con Josemi, acertó a superar la media salida del portero visitante y batirlo por alto de suave tiro. La guinda la puso el canterano Labella en el minuto 120 y último, estableciendo el 3-0 definitivo de magnífica vaselina desde la esquina derecha del área.
El alegrón por el precioso segundo gol, del mallorquín Ramón, disparó las gargantas en júbilo y debió de oírse hasta en Almanjáyar. Algunos, unos pocos, no pudieron soportar la tensión y saltaron al césped para abrazar a los rojiblancos, una invasión que fue masiva al señalarse el final del partido. Por fin nuestro Granada dejaba atrás sus más negros registros y accedía a una categoría donde al menos los diarios informaran de sus andanzas. Se acabaron los campos de tierra y los viajes a lugares que ni vienen en el mapa. Hubo celebración por todo lo alto hasta la madrugada, inaugurando la costumbre festiva de concentrarse masivamente los hinchas en la Fuente de las Batallas, cosa que se ha repetido en 2010, 2011 y 2019, pero que entonces era inédita por estos pagos ya que nunca (ni en los nueve ascensos anteriores ni cuando la final copera de 1959) hubo bulla alguna rojiblanca cerca de un lugar donde corriera el agua.
Desde noviembre de 1934, todavía en el campo de las Tablas, frente al Malacitano, su primer ascenso a segunda, no conseguía nuestro equipo subir de categoría jugando como local, lo que convierte a aquel partido en doblemente histórico.
Cuatro años antes, unos cochinos 64 millones y pico de rubias pesetas que no pudieron reunirse de forma oportuna, tuvieron la culpa de que nuestro equipo iniciara el peor ciclo de su historia al ser descendido administrativamente a la cuarta categoría. Ya en España regía el euro, pero estaba recién implantado y todavía nos entendíamos mejor en pesetas. El caso es que por 388.000 'leuros' (menos de lo que gana cualquier futbolista mediocre en la actualidad) debidos a los jugadores e impagados, nos fuimos a tercera y durante cuatro temporadas el Granada arrastró su historia y su ya escaso prestigio por terrenos de juego infames y aldeas perdidas. A la vez y por causa de ese tocar fondo, surgió en nuestra tierra un serio competidor, el Granada Atlético, dispuesto a enterrar definitivamente al histórico y tomar su relevo. Sólo la mala suerte de este club neonato, estrellado sucesivamente en distintas fases de ascenso, lo evitó.
En 2003 estuvo muy al alcance de la mano salir del abismo en un solo ejercicio, pero lo impidió el 'pocholazo', en una segunda edición, corregida y casi aumentada, del fatídico 25-J de 2000. Hubo que esperar hasta 2006, fruto del desembarco de los Sanz un año antes, que confeccionaron una muy buena plantilla para la categoría, aunque, como queda dicho, tampoco fue la empresa un paseo militar.
Y ya que hablamos de los Sanz, uno lee por ahí que gracias al sanzismo hoy está nuestro club donde está y como está, pero, a juicio de servidor, esa afirmación hay que matizarla porque la realidad fue distinta. En el haber de los Sanz hay que apuntar que gracias a ellos se pudo decir adiós al negrísimo abismo de la cuarta categoría y se consiguió que la hinchada volviera al Nuevo Los Cármenes. Muy posiblemente, de no haber el Granada contado con los Sanz y su economía esta temporada, el rival recién trasladado desde Guadix que le surgió a los rojiblancos en su propia casa podría haberle ganado por la mano, es decir, podría haber sucedido lo que ha ocurrido en otras ciudades más o menos equiparables a la nuestra, donde el equipo de toda la vida desapareció o se perdió en categorías ínfimas y el actual es otro, aunque sus colores y símbolos sean los mismos e incluso se llame igual. Pero tampoco hay que olvidar que los logros del padre y del hijo no fueron ni mucho menos gratuitos (el debe), duplicando la deuda del club en un tiempo récord de tres años y medio para a mitad de la 2008-09, cuando apretaba dura la crisis del ladrillo, despedirse a la francesa, una vez confirmado que no iba a ser posible hacer negocio en nuestra tierra, dejando al Granada más amenazado que nunca. Sólo el milagro Pozzo-Pina, con la intermediación de Ignacio Cuerva, salvó al club de una más que posible defunción.
En la crónica ciudadana destaca lo que los diarios de aquellos días publicaban: desde 1991 existía (y existe) el proyecto de dotar a nuestra ciudad de un gran espacio escénico, apto para que en sus instalaciones se puedan representar espectáculos de gran formato que exigen muchos metros cuadrados de escenario, como la ópera, ausente siempre del Festival Internacional de Música y Danza por la sencilla razón de que en Granada no hay un recinto donde se pueda escenificar como es debido. Sería un gran teatro que se construiría con dinero público. Llegado 2004, se acordó que ese gran espacio escénico iría en la zona recién urbanizada de la ribera del Genil, frente a la clínica La Inmaculada, al otro lado del río y frontero a los nuevos edificios levantados por Caja Granada, o sea, el Cubo y el Centro Cultural (por otros nombres: el Cajón y el Paredón). Pero ahora, junio de 2006, resulta que el solar, cedido por el Ayuntamiento y destinado a tan magna edificación, se ha quedado pequeño y lo que se quiere construir no cabe, cuando el comienzo de las obras estaba fijado para un año después, en 2007. No sabemos cómo se solucionó la estrechura del solar, seguramente modificando la idea inicial, porque pocos años después existió un proyecto firmado por un arquitecto japonés de prestigio, Kengo Kuma, pero la rebaja del tío Paco que fue la crisis de 2008 hizo que quedara desechado por excesivamente costoso.
Han pasado más de treinta años desde la primera vez que se habló del famoso gran espacio escénico o teatro de la ópera, al que últimamente se le viene llamando Palacio de las Artes, en cualquier caso, una infraestructura cultural de primer orden, muy necesaria para una ciudad como Granada. Pero, fácil es constatarlo, ni una espuerta de tierra se ha movido en el solar donde iba a construirse, que sigue dedicado en exclusiva a vivero de jaramagos. Al paso que va puede ocurrirle lo mismo que al ferrocarril a Motril, y esto cuando en un horizonte ya no demasiado lejano, 2031, se supone que Granada será Capital Europea de la Cultura, si es que, claro, no le ganan por la mano otras ciudades que aspiran a lo mismo: Jerez de la Frontera y Burgos, más otras que de aquí a entonces puedan surgir.
Otra noticia más de aquellos días eran las colas de 30 km y más para llegar a la costa a vivir la noche de San Juan. Resulta que la Benemérita esa misma tarde había retirado los conos de quita y pon porque el tráfico era fluido en esos momentos, pero poco después de la retirada se formaba ese monumental atasco. Y es que ya lo saben ustedes, en 2006 y por varios años más, de todo el litoral de España, en el único lugar donde todavía no estaba desdoblada la carretera nacional era en la provincia de Granada, y a la autovía desde la capital le faltaban también muchos tramos.
De junio de 2006 es también la noticia del cambio de nombre del aeropuerto de Chauchina. Una placa fijada en sus muros indica que a partir de ese momento pasaba a llamarse 'Federico García Lorca Granada-Jaén'. Casi es más largo el nuevo nombre que las breves instalaciones de que dispone el pequeño aeródromo veguero. Una ministra y un consejero autonómico vinieron a descorrer la cortinilla. Que sepamos, la población de la capital vecina no salió en masa y alborozada a las calles.
También por estos días era motivo de discusión política la futura estación del AVE, que pronto -se decía- llegaría a Granada. Iría todo soterrado, pero había un problema de última hora: el río Beiro, que había que desviarlo. Nada menos que el Beiro, que de los 365 días del año, por lo menos en 350 va completamente seco y en el resto nunca pasa de un hilillo de agua. Lo mismo es hasta verdad que el Beiro, ese gran caudal nunca desviado de su curso original, es el culpable de que ni las vías ni la propia estación hayan quedado soterradas, como se proclamó a boca llena, y así la ciudad sigue partida en dos por el AVE. Bueno, lo de AVE es un decir, porque es más bien un 'guacharrillo' de una sola vía y sin terminar que, paradoja de paradojas, para viajar al norte parte de nuestra ciudad dirección sur.
Ya se ve. Es una constante, casi una tradición cuando de obras públicas penibéticas hablamos, la de que éstas se eternicen mucho más que en otros lugares que tienen, digamos, más 'tiro'. Proyectos complejos y costosos en otras provincias, más o menos cercanas y de la misma comunidad, están listos en un santiamén, pero en esta tierra vemos pasar los lustros y las décadas y ni a tiros. Está claro, Granada y su provincia cada vez pinta menos en el panorama nacional, en el económico, pero también en el cultural, y por eso las inversiones en infraestructuras llegan tarde, mal o nunca. Pero también está claro (la pescadilla enroscada) que sin esas inversiones será muy difícil que alguna vez podamos variar ese, sino que nos condena a figurar en la cola de todos los rankings de prosperidad y modernidad.