Cambiar no es tan malo
Pienso que a Robert Moreno le podría ir muy bien en Granada si no fuera entrenador del Granada porque Robert parece ser un tipo de estos de ideas fijas
Pienso que a Robert Moreno le podría ir muy bien en Granada, si no fuera entrenador del Granada. Porque Robert parece ser un tipo de estos de ideas fijas. De jugar un 4-3-3 muy combinativo, de salir jugándola desde la defensa. De tener muy claro cada mañana que camiseta ponerse… aunque le marque barriga.
Y es que, ser fiel a tus ideas es una cualidad muy aplaudida. El “yo soy así y al que no le guste que vuele”, el “yo lo digo todo a la cara” o el “yo soy muy transparente” y todo este tipo de aseveraciones nos parecen genial. Todos admiramos la genuinidad y la autenticidad. Puedes ser un completo payaso, pero eres así y hasta te respeto. Pero justamente en el fútbol y sobre todo en los entrenadores de fútbol, esta cualidad la verdad es que no va nada bien. Al entrenador de fútbol se le pide que se amolde, que se someta a lo que tiene bajo el banquillo, que no sea él, que sea lo que los demás queremos que sea. Que deje sus ideales de lado y que se vista con lo que guarda al fondo del armario.
Ayer vi a un tipo de 2,04 metros con una camiseta de los Lakers. Era una talla M. Y le quedaba genial. En ese preciso instante comprendí dos cosas: que el tallaje americano debe someterse a una revisión y, lo que es peor, que he ido todo el verano hecho un fantoche a la piscina.
Esa camiseta que ya he guardado en el altillo, me ha hecho pensar que deberíamos mirarnos de una forma más crítica cuando estamos frente al espejo. Que deberíamos cuestionarnos profundamente nuestros ideales vitales.
Desconozco si alguien le habrá regalado a Robert Moreno una camiseta de la NBA para su cumpleaños (que por cierto seguramente estará aun celebrándolo mientras escribo estas líneas) y se ha sentido un tanto ridículo mirándose en el espejo, hasta el punto de reflexionar sobre su esencia vital y plantearse sus ideales futbolísticos. Ojalá sea así porque mañana jugamos frente a un Barcelona que, como ese tío alto al que le quedaba genial la M de los Lakers, el fútbol combinativo le va como un calcetín.
Robert, cambiar no es tan malo. Te aseguro que es mejor eso que el ir todos los días hecho un fantoche a la piscina.