Me aburre

Nunca me había imaginado aburrirme en Los Cármenes, pero este Granada me aburre como también me aburre su entrenador

Granada CF SD Huesca
Aburrimiento generalizado en un Nuevo Los Cármenes en el que hubo música de viento ante el Huesca | Foto: Antonio L. Juárez
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Me aburre hacer cola, ya sea en una tienda de ropa, en un parque de atracciones o en la barra de un bar. Siempre intento hablar con el de delante o con el de atrás, y miro al horizonte esperando que se abra una nueva caja o distinguir alguna cara conocida que me pueda colar. Me aburre revisar el correo no deseado, ¿alguien alguna vez encontró en ese pozo sin fondo algo interesante? Pongo cara de póker, marco la opción de borrar todo y ejecuto sin mirar atrás. Me aburren los políticos y escuchar sus arengas aplaudidas por cuatro bobos que aprietan el carnet entre sus dientes. Me aburren los que fotografían un plato de comida, por bonito que sea, para subirlo a Instagram.

Me aburre la Fórmula 1, tender la colada, las presentaciones en PowerPoint, escuchar consejos baratos, buscar aparcamiento y cambiar la funda del edredón nórdico.

Ayer, al filo de las 20.30 horas el colegiado De la Fuente Ramos pitó por tres veces, señalizando el final del soporífero partido del Granada. Al contrario de lo habitual, en el que un partido en empate te hace suspirar por un minuto más de descuento, prácticamente lo agradecí. No me sentía tenso ni estaba sentado en el filo de mi asiento, sino que estaba repanchingado y más pendiente de las banderas de la Grada de animación que del esférico. Desfilé entre la muchedumbre rojiblanca con mis cuatro amigos alrededor sin intercambiar palabra. No tenía ni conversación. Casi como un zombi, busqué mi coche en el aparcamiento, arranqué el motor y puse rumbo a casa escuchando la rueda de prensa de Karanka. Y entonces bostecé. No una ni dos veces. Bostecé como un crío aburrido, como un perro en la puerta de un bar.

Nunca me había imaginado aburrirme en Los Cármenes. Pero este Granada me aburre. Y me aburre su entrenador.