"Los tabúes del cáncer"
En la encrucijada de la enfermedad y la percepción social, el de mama y el de próstata son los dos tipos relegados al estigma y la vergüenza
Lo que son las cosas y las casualidades y cómo nos llevan las ocasiones y situaciones unas a otras sin uno pretenderlo. Hace un mes aproximadamente les escribía sobre la enorme historia de una enorme chica, Elena Huelva. Gracias a ese artículo que publiqué tuve la ocasión de ponerme en contacto con José Luis Hernández, director del documental, y con Emi Huelva, la hermana de Elena.
Estaba un mediodía, tranquilamente saboreando un buen menú en un local a pie de playa en la costa granadina cuando me sonó el móvil, era José Luis. Le habían proporcionado mi número y pudimos hablar unos minutos sobre su extraordinario documental y la no menos excepcional historia que en él nos muestra. Como podrán suponer ustedes, hablamos del espíritu admirable de superación, de la impecable madurez y de la poca común valentía de Elena y, cómo no, también hablamos sobre el cáncer.
Justo en la mesa contigua a la mía, y también comiendo, había un matrimonio. Al terminar nuestra conversación y colgar, sin casi solución de continuidad, el caballero de esta pareja se dirigió a mí.
-Disculpe, inevitablemente hemos escuchado su conversación –me dijo casi de ipso facto el amable señor. Manolo –Lolo como le gusta que le llamen– estaba con su esposa la cual también se unió a la charla.
-Le diré –comenzó por decirme– que tengo cáncer de próstata desde hace seis años, me lo diagnosticaron con 53, y que, al oír su conversación, no he podido abstraerme de ella.
Me comentó también, antes de entrar en materia, que asistía como paciente a la UAPO y que estaba muy contento de haber tomado esa decisión en su día ya que le aportaba mucho, tanto en lo físico como en lo emocional. Están haciendo un gran trabajo –me indicó finalmente.
Nuestra conversación nos llevó, por llamarlo de alguna manera, a un terreno pantanoso y casi siempre preocupante. Lolo me explicaba, con rostro preocupado y también de cierto enfado contenido, que muchas veces no puede hablar del tipo de cáncer que tiene porque enseguida la gente ¿o deberíamos decir la ignorancia? nos lleva a cuestionar la masculinidad de quien lo padece. Y ya se sabe, la crueldad de la sociedad es a veces tan profunda como su propio desconocimiento.
-Lo comparamos, ya interviniendo su esposa Carmela, con el cáncer de pecho en las mujeres. Muchas veces es causa de traumas que nos llevan a nosotras mismas a pensar que somos menos femeninas cuando de una mastectomía se trata –dijo con mucho acierto.
Lo cierto es que, en la encrucijada de la enfermedad y la percepción social, estos dos tipos de cáncer han sido relegados a las sombras del estigma y la vergüenza.
Más allá del diagnóstico médico, estas enfermedades han desencadenado un complicado torbellino de emociones, alimentado por la sociedad y sus nociones preconcebidas sobre género y salud. El cáncer de mama, un enemigo silencioso que afecta a millones de mujeres en todo el mundo, se enfrenta a menudo a un muro de tabúes. Desde una edad temprana, las mujeres son bombardeadas con la imagen idealizada de los senos, como símbolos de feminidad y belleza. Sin embargo, cuando el cáncer hace su entrada, estos mismos símbolos se convierten en fuentes de dolor y lucha. La sociedad arraigada, para desgracia de todos nosotros, en estereotipos de belleza y feminidad, a menudo responde al cáncer de mama con un incómodo silencio. Las mujeres se ven obligadas a enfrentarse no solo a la enfermedad en sí misma, sino también al juicio implícito sobre su feminidad. La pérdida de un seno o la necesidad de una mastectomía se convierten en pruebas de una batalla que va más allá de lo físico, afectando a la autoestima y la percepción de sí mismas.
Y qué decir del cáncer de próstata en el mundo masculino. Volvemos al punto de partida de nuevo, con los clichés de nuestra sociedad de fondo haciéndolo emerger como una amenaza silenciosa a la virilidad. Nuestra masculinidad está estrechamente ligada a la fortaleza física y la resistencia emocional, el diagnóstico de cáncer de próstata puede sacudir los cimientos de la identidad masculina. Llega a ser, en muchos casos, un desafío a la hombría, una máscara de la masculinidad.
La vergüenza y el temor se entrelazan en una danza peligrosa cuando se trata de la salud de la próstata. Los hombres nos encontramos atrapados entre la necesidad de buscar ayuda y el deseo de mantener una fachada de fortaleza a toda costa.
Más allá de la mera información, se requiere un cambio cultural profundo. Es hora de reconocer que la salud no conoce género ni estereotipos. El cáncer de mama y de próstata no son cuestiones de feminidad o masculinidad, sino de salud humana. Debemos aprender a apoyar y acompañar a aquellos que luchan contra estas enfermedades, sin juzgar ni estigmatizar.
En última instancia, enfrentar el cáncer de mama y de próstata implica una redefinición de lo que significa ser fuerte y vulnerable. La verdadera fortaleza no reside en la negación o la ocultación de la enfermedad, sino en la capacidad de reconocerla y buscar ayuda. Esto, lejos de ser un signo de debilidad, es un signo de fortaleza.
Indiscutiblemente, la empatía es una herramienta poderosa en la lucha contra los estigmas. No estaría de más que se promovieran –me consta que a día de hoy ya las hay- iniciativas que fomenten la comprensión y la solidaridad hacia aquellos que luchan contra estos dos tipos de cáncer en particular y contra el cáncer en general, desafiando los juicios y prejuicios sociales.
El cáncer de mama y de próstata no deben ser temas tabú. Cuando desafiemos la ignominia que conllevan y promovamos un diálogo abierto, estaremos en condiciones de poder construir un futuro donde el miedo y la vergüenza sean reemplazados por la esperanza y el apoyo.
¿Conocen algún famoso o personaje popular que haya reconocido que tiene cáncer de próstata? Yo ahora no recuerdo ninguno y si lo hay son una minoría. Por lo visto, ningún hombre con cierta celebridad tiene cáncer de próstata.
Por el contrario, las mujeres siempre dan ejemplo en la enfermedad y en la salud. Las que sufren cáncer de mama, afortunadamente a día de hoy, están superando con mucho más valor que los hombres su realidad y pueblan las calles con orgullo, con dignidad, sin tapujos. Los hombres con cáncer de próstata aún se esconden.
El cáncer de próstata no es un signo de debilidad, sino una realidad que enfrentan millones de hombres en todo el mundo. Es nuestra obligación hacer que los hombres nos sintamos libres y sin temor al juicio o la vergüenza. Solo a través de la educación y la información podremos romper el tabú del cáncer de próstata.
Quizás sea pedir demasiado a una sociedad perdida en otros menesteres, riéndose de sí misma en estos delicados temas y donde los hombres con cáncer de próstata siguen escondidos en el armario.
Desde aquí quiero lanzar un mensaje a todos los hombres de valentía, de superación, de no dejarnos llevar por la ignorancia, a veces perversa e infame, de la sociedad "perfecta" en la que creemos vivir.
Comentarios
Un comentario en “"Los tabúes del cáncer"”
FRANCISCO
14 de mayo de 2024 at 13:04
👍👍👍👍💪💪