La Asociación Amigos del Sáhara da la voz de alarma: faltan familias de acogida

Desesperados por escapar del calor extremo, más de treinta niños buscan hogares en la provincia de Granada para pasar los meses de verano

Bienvenida a los menores saharauis participantes en el programa Vacaciones en paz
Acto de bienvenida a los menores saharauis participantes en el programa 'Vacaciones en paz' el año pasado | Foto: Antonio L. Juárez / Archivo GD
Yamila Tolosa Long
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La Asociación Granadina Amigos del Sáhara da la voz de alarma: faltan más de treinta familias de acogida para los niños saharauis. Así lo ha transmitido a GranadaDigital la presidenta de la entidad, María Jesús Justicia Jiménez. "Hace 15 años, venían en torno a 1.500 niños a Andalucía. El año pasado vinieron alrededor de 600, de los cuales 72 solo a la provincia de Granada”, asegura la presidenta. Esta es una situación real y preocupante, que se viene acarreando desde que explotó la pandemia. Debido a problemas sanitarios y políticos, entre otros, fue muy complicado traer por una parte a los niños y encontrar a familias que estuvieran dispuestas a participar. Ahora, en el segundo año del programa tras la crisis sanitaria, después de haber estado dos veranos sin realizarse, la asociación transmite su deseo de volver a la "normalidad" y poder traer a todos esos niños para que tengan sus anheladas 'vacaciones en paz'.

'Vacaciones en Paz', un "oasis" en medio del desierto

Para los más de cientos de niños que vienen a España, este programa es un descanso de las duras condiciones de vida que tienen que sobrellevar en los meses estivales. Todos estos niños, de entre 8 y 12 años, llegan a finales de junio y se van a finales de agosto, con el objetivo de no sufrir las altas temperaturas del gigante desértico durante los dos meses más calurosos del año. Junto con esto, durante su estancia en Granada, los niños saharauis pasan por distintas revisiones médicas y completan su dieta, habitualmente escasa en alimentos básicos como verdura, carne o pescado. El programa, que dura, con suerte, cuatro años para cada niño, también pretende complementar su educación a la vez que enseñar la lengua española. Es por ello, que hay familias repetidoras que acogen a los mismos jóvenes durante la totalidad del programa.

Tristemente, hay muchas familias que deciden no continuar con el proceso, por lo que hay que buscar más voluntarios para que todos esos niños que empezaron el programa, y los muchos otros que se quieran apuntar, puedan vivir esta experiencia enriquecedora para las dos partes. Y es que, como ha explicado la presidenta de la Asociación Granadina Amigos del Sáhara, los niños traen "alegría" a las familias, a través de pequeños gestos a los que muchas veces no se les presta atención. "Es que estos niños nunca han visto una escalera mecánica, un grifo o el mar. Todas esas sensaciones que reflejan los pequeños son transmitidas a las familias, que disfrutan conjuntamente de su felicidad", ha asegurado.

A tres simples pasos de cambiar una vida

El proceso de selección de familias es sencillo y, por lo general, nunca se rechaza a ninguna familia. Eso sí, hay dos requisitos que hay que cumplir para poder participar: no tener más de 65 años y no estar en el momento del trámite en procesos de adopción o acogimiento. Una vez cumplidos, lo siguiente que se debe hacer es contactar con la asociación, por teléfono (653987478) o por correo electrónico ([email protected]), donde se concertará una cita para recibir información acerca del programa. Por último, si la familia se decide a participar, se mandará a una trabajadora social que irá al respectivo domicilio a pasar un informe psicosocial y en el caso de ser aceptada, la familia deberá hacerse socia de la asociación abonando una cuota anual de 50 euros.

Un problema real y latente

Ahora, son 84 los niños saharauis que están apuntados en el programa para la provincia de Granada y de estos, son más de treinta los que no tienen familia para participar en el programa. Es por ello que desde la asociación hacen una llamada de emergencia para encontrar familias voluntarias y dar a estos "pequeños embajadores de su pueblo" un verano de descanso, donde las dos partes van a "aprender mutuamente y se van a llevar una experiencia que se les quedará para siempre grabada en la memoria y en el corazón".