El Ayuntamiento restaura un lote de cuatro sombreros de Manuel de Falla
La reparación de las piezas ha necesitado de tres meses de trabajo a manos del sombrerero granadino, Miguel Ángel de la Rosa
El área de Patrimonio del Ayuntamiento ha realizado una intervención de conservación en cuatro sombreros de Manuel de Falla que forman parte de los fondos expuestos en su carmen; una actuación sobre unas piezas que, en palabras de la edil de Patrimonio “tienen una significación profunda, pues no sólo no son renovables, sino que se asocian a la identidad cultural e histórica de nuestra ciudad y de uno de sus personajes más ilustres, universales y queridos”.
Según la concejala, la actuación “enmarcada en el Plan de Conservación del patrimonio municipal 2020-2023 -que arrancó el pasado año con distintas actuaciones en todos los campos-, servirá para la difusión, investigación y mayor conocimiento del patrimonio granadino para generaciones actuales y futuras, más allá de que la protección, custodia y enriquecimiento de los bienes que integran el legado de la ciudad constituyen una prioridad para el Ayuntamiento, ocupado en evitar su deterioro, pérdida o destrucción”.
Eva Martín ha celebrado la calidad del trabajo realizado, una labor que arranca con un estudio inicial de las piezas, su fecha aproximada de manufacturación, el origen, los materiales y procedimiento de confección, así como la evaluación de los daños y posibilidad de restauración.
“Dadas las particularidades de las piezas, -ha manifestado-, se decidió que los trabajos se encargaran al único sombrerero en activo en Granada, Miguel A. de la Rosa Restoy, hijo y nieto de sombrereros cuyo padre fundara en 1964 la firma Miroc, establecimiento que aún permanece en activo en la calle Capuchinas”, ha indicado.
Una Chistera, un sombrero de hongo y dos de paseo
En cuanto a las piezas, Miguel de la Rosa ha detallado que se trata de un sombrero flexible modelo hongo, de fieltro y color negro y copa alta. Se ha intervenido asimismo sobre dos sombreros de paseo; uno de ellos, de paja flexible tipo panamá y color natural, y un segundo de paja italiana modelo canotier, una paja natural sin teñir y lacado con resina vegetal. Y por último, un sombrero de copa o chistera `estilo príncipe Alberto´ en seda negra con brillo.
Al referirse a la actuación, ha indicado que “los deterioros están motivados por diversos agentes, ya sean factores medioambientales como temperatura, luz o humedad, o alteraciones debidas a decoloración o deformación superficial de algunos elementos” y ha aclarado que en cualquier caso, “el criterio de mínima intervención es el que prevalece”.
Esto supone que, para la reparación de daños se opta por materiales menos agresivos, “se opta por el utillaje propio de la época en que fueron confeccionados y, en general, por procesos de conservación lo menos invasivos posibles para dar forma, consistencia y terminación a las piezas”.
También ha detallado que la edad de los sombreros y el estado de conservación, obligó a un trabajo intermedio consistente en recuperar las propiedades de los materiales que componen cada uno de los sombreros y para ello se rehidrató el material básico en cada caso (fieltro, paja, seda) y se devolvió la flexibilidad a elementos accesorios (piel de cinta interior, forros, etc.). Así, una vez que los sombreros estaban en condiciones de ser manipulados sin riesgo de daños, se hizo un trabajo de documentación para determinar cuáles eran sus formas originales y su aspecto inicial. Para ello se usó el material fotográfico existente en el Archivo Manuel de Falla y otras fuentes documentales que indicaran con precisión las características originales de los sombreros. También se analizaron las trazas de forma que mantenían los sombreros (aristas, pliegues, costuras, etc.) distinguiéndolas de vestigios dejados por el uso o por condiciones inadecuadas de conservación y limpieza.
Concluido lo anterior, se planteó que el proceso de recuperación de las prendas exigía utilizar los instrumentos y las técnicas originales con que fueron hechos en su momento esos sombreros. Todos los materiales así como el proceso han sido ejecutados siguiendo las normas sobre restauración y conservación del patrimonio artístico, garantizando la reversibilidad y la estabilidad sobre las piezas sin provocarle nuevas alternaciones. El tiempo empleado para la intervención ha sido de tres meses.
Para finalizar, Eva Martín ha concluido: “sirvan de ejemplo estas intervenciones para poner de manifiesto la necesidad y la importancia de una política de conservación continua de los bienes municipales y la labor de mantener ciertos oficios y que sin lugar a duda forman parte también del Patrimonio de la Ciudad, un patrimonio inmaterial que hay que revalorizar y cuidar”.