Balón de oxígeno y regularidad
Nadie osará a estas alturas de la temporada a discutir que el Granada ha rebasado de sobra el cupo de mala suerte de la toda la temporada. Los puntos perdidos en Gijón y en Cornellá de la manera más pardilla posible pueden marcar la diferencia entre estar en Primera o en Segunda la próxima temporada. Por eso, si al conjunto rojiblanco deciden ponerle un partido de cara desde el minuto 3 con un gol en propia puerta no tachemos la acción de afortunada para los intereses rojiblancos, sino de justicia divina. Esa sería la lectura correcta.
Bien es cierto que ante el Sporting y el Espanyol el Granada se quedó con cara de tonto por deméritos propios y por ingenuidad, pero no estaría mal que aún comprando todos los boletos para que te 'toque' la lotería, a veces no sea así. Damos gracias a Laporte por comenzar a compensar tanta fatalidad nazarí en este primer tercio de temporada.
El balón de oxígeno que supuso la victoria ante el Athletic «reforzará mucho la autoestima de los jugadores», como bien explicó Sandoval tras el encuentro. Y la de él mismo y también la de la afición, debió añadir. Pero lo más importante es que tenga continuidad. Hasta las vacaciones de Navidad, el Granada tiene un calendario dispar: dos miuras en casa, Atlético y Celta; y dos de su Liga como visitante, Málaga y Levante. Si de esos cuatro partidos el conjunto de Sandoval consigue salir ileso y con una suma que no sea inferior a siete u ocho puntos, el polvorón se tomará con mucha tranquilidad. Jornada a jornada, el equipo sigue creciendo en su idea, a pesar de sufrir algún que otro gatillazo, y, ahora, aprovechando el impulso de la segunda victoria de la temporada, debe alargar esa inercia y sacarle rendimiento dónde de verdad hay que cumplir: a nivel de resultados.