Botella medio llena, botella medio vacía
Nueve jornadas de Liga y nueve puntitos o puntazos, según de color del cristal con el que se mire. El Granada cierra el primer cuarto del campeonato con dos triunfos, tres empates y cuatro derrotas, en el puesto decimocuarto y con tres puntos por encima de la zona de descenso. Para algunos el bagaje es escaso, para otros es muy bueno. Si nos ceñimos a la estadística pura y dura, el conjunto nazarí ha completado su mejor inicio de campeonato desde que regresó a Primera División hace cuatro temporadas. A estas alturas, con Fabri se habían sumado cinco puntos y con Anquela y Alcaraz, ocho. Los nueve de Caparrós superan a sus predecesores en el cargo. Al pan, pan y al vino, cino. Ahora bien, si focalizamos el análisis en algo más que los números, las sensaciones no son tan positivas. Es más, incluso tienen un tinte gris oscuro.
El Granada comenzó la temporada con dos triunfos y dos empates, el mejor comienzo en 40 años del equipo andaluz en Primera. Esos ocho puntos de doce dejaron a los rojiblancos en posiciones europeas y con la expectativas muy altas, pero en apenas cuarenta días el conjunto nazarí se ha venido abajo con uno de quince puntos posibles. Una dinámica de más a menos en resultados y, sobre todo, en imagen. El Granada de Caparrós está dejando mucho que desear en lo que a fútbol se refiere. Su peso en el partido es casi inexistente, sus ocasiones en los partidos se cuentan con los dedos de una mano y su manera de competir, en especial en los minutos finales donde ya se ha dejado varios puntos, está siendo muy cuestionada. El empate ante el Eibar cortó la sangría de derrotas, pero el juego, una vez más, exasperó a una hinchada que ve con recelo la propuesta del técnico utrerano y no otea un horizonte esperanzador. Y a todo esto, el sábado viene el mejor Real Madrid del siglo XXI…