Un buen cuarto no basta para ocultar la cara B del Covirán (87-71)
Los rojinegros vuelven a mostrar su peor versión ante un Andorra coral y que no necesitó de Harding para dominar el encuentro
Regresó la versión del Covirán Granada que nadie quería ver. Si ante Girona se dio un golpe sobre la mesa y ante Tenerife se dejó un sabor de boca medio dulce por competirle a un rival de la zona alta de la tabla, ante Andorra los rojinegros han dado más de un paso hacia atrás en uno de esos partidos en los que, por mucho que se intente, no sale absolutamente nada.
El nivel mostrado por los granadinos fue tal que una de las imágenes del encuentro fue el fuerte rapapolvo que los jugadores recibieron por parte de su entrenador. Corría el ecuador del segundo periodo cuando, tras un parcial de 8 a 0 en contra, Pablo Pin paró el encuentro. El técnico granadino se mostró sumamente enfadado con sus jugadores llegando a romper la pizarra que sostenía en sus manos. “Los básicos chicos”, gritaba Pin tratando de conseguir que su equipo conectase de una vez por todas con el juego que saber hacer.
Imagen cuanto menos sorprendente, no porque Pablo Pin no suela mostrarla, sino porque el partido no había comenzado con mal pie. En los primeros compases del encuentro, el Covirán supo mantener a raya el alto ritmo de juego que suele mostrar MoraBanc Andorra. De la mano de Amine Noua, los granadinos se movían, no demasiado cómodos, en una desventaja entre los dos y los cuatro puntos. Por parte de los locales, Jerrick Harding lideró a su equipo en el primer periodo, aunque su participación en el encuentro se limitaría, al menos en la primera mitad, a los primeros cinco minutos del partido. Se acercaba el final del primer acto cuando Andorra subió su velocidad en el juego empezando a encontrar con cierta facilidad los huecos en la zona para seguir aumentando distancias.
Con el 18 a 12 arrancó un segundo periodo que sería la sentencia para el Covirán Granada. Con siete pérdidas y un 0 de 7 en triples a las espaldas, los rojinegros trataron de levantar el vuelo abriéndose hueco bajo aros de la mano de Jacob Wiley. Con un 3-7 de inicio, se llegó al 21 a 19, tan solo dos puntos de diferencia que parecían traer una luz de esperanza para los visitantes. Nada más lejos de la realidad. MoraBanc Andorra sacó su mejor versión con un Rafa Luz tocado por una varita y con un Ben Lammers que desenredaba con una abrumadora facilidad la defensa rojinegra. Siempre había un hueco, siempre había una línea de pase que no se cubría, un balón perdido o un jugador liberado al que los visitantes no llegaban a defender. Así, jugando a placer, los de Natxo Lezkano fueron sumando punto tras punto hasta colocar un sonrojante 44 a 26 en el marcador.
Tras el paso por vestuarios solo había dos opciones. O bajar la cabeza o sacar un poco de orgullo y tratar de evitar una derrota abultada que en el futuro pese demasiado en el average general. El regreso a la pista no fue el deseado. MoraBanc Andorra había olido sangre y no dejaría escapar a su presa. Un 6-0 de inicio colocó el 52 a 26 en el marcador, doble de puntos para el rival. Solo quedaba seguir remando y aquí apareció un siempre fiable Amine Noua. El francés se erige como el líder silencioso de los rojinegros, el jugador que siempre está presente y no teme jugarse los balones que sean necesarios para tratar de ayudar. 25 minutos necesitó Covirán Granada para entender que necesitaba ser más agresivo, que si los triples no entraban debían luchar en la zona con uñas y dientes.
A base de mucho esfuerzo, los de Pablo Pin dieron su mejor versión durante unos pocos minutos. Regresó el acierto desde el triple, regresó el Scott Bamforth que el Covirán necesita. Se redujeron las pérdidas y, sobre todo, se empezó a jugar con cabeza. Quizás la opción de remontar nunca fue factible, pero cuanto menos fue llamativo que los rojinegros consiguiesen pasar de los 26 abajo a los 12 abajo. Los granadinos anotaron 27 puntos en el tercer periodo, más anotación en un cuarto que en toda la primera mitad.
Entrados en el último acto, Gian Clavell anotó un triple nada más reanudar el juego que colocó el 65 a 56- Nueve puntos abajo que parecían un suspiro después de todo el camino recorrido. ¿Por qué no soñar?, pensarían algunos. La ilusión por remontar se esfumó con dos puntos de Rafa Luz, un triple de Okoye y cinco puntos de Kyle Kuric que devolvieron de golpe a la realidad a los rojinegros. Ni el empeño de Amine Noua y de Gian Clavell, ni la energía de Valtonen o la ilusión de unos Ubal y Aurrecoechea que disfrutaron de varios minutos en pista. El partido estaba perdido desde el segundo periodo (87-71). Se puede valorar positivamente el esfuerzo del equipo por no dejarse caer, pero también queda claro que si se comienza a jugar a partir del descanso las victorias son casi imposibles.
Ficha del partido:
MoraBanc Andorra: Luz (8), Harding (18), Ortega (2), Chougkaz (8), Lammers (15) - quinteto inicial - Ganal (0), Llovet (0), Okoye (8), Bassas (8), Dos Anjos (6), Kuric (14), Doumbouya (0).
Covirán Granada: Clavell (9), García (7), Noua (19), Tomàs (0), Guerrero (4) - quinteto inicial - Rousselle (4), Ubal (2), Vicedo (6), Wiley (5), Valtonen (8), Aurrecoechea (2), Bamforth (5).
Parciales: 18-12; 26-14 - descanso - 21-27; 22-18
Árbitros: Óscar Perea, Javier Torres y Joaquín García González.
Incidencias: partido correspondiente a la jornada 5 de la ACB disputado en el Pavelló de Govern.