Buenos deseos y firmes propósitos
Hemos despedido el año del 40º aniversario de nuestra Constitución. Una carta magna que nos ha permitido consolidarnos como ciudadanos y aprender a vivir tan largo periodo -no exento de sobresaltos- en paz y concordia. Sin duda, la estabilidad que comporta a un país el normal funcionamiento de las instituciones es una de las principales causas de la prosperidad en todos sus escenarios.
En la escena de los mercados, las empresas necesitamos desarrollarnos en un contexto económico sólido que nos permita tomar decisiones de futuro ajenas a la incertidumbre, aunque esto sea más un desiderátum que un deber, en ocasiones alejado de la realidad y que suele estar condicionado por demasiados intereses, políticos, culturales o estrictamente económicos.
Para los que, además de ser empresarios, como es mi caso, ejercemos la profesión de abogado, única profesión a las que se refiere el texto constitucional hasta en 4 ocasiones por su innegable valor de intérpretes y defensores de sus principios, la prevalencia del Estado de Derecho es incuestionable, como obligado es el respeto a los profesionales que lo ejercen y a su independencia.
"El juez es humano y se puede equivocar," dijo Lorenzo del Río -presidente del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía- en la inauguración del año judicial a la que tuve el honor de asistir, pero lo que no puede ser es el constante cuestionamiento al que sus señorías se enfrentan, al generarse expectativas "más propias o ligadas al sentimiento o estado de opinión que a la realidad de las cosas". Aunque Del Río no hizo alusión a ningún caso concreto, basta con pensar en sentencias recientes que dieron lugar incluso a movilizaciones sociales. "Y no es bueno sustituir el Estado de Derecho por el Estado de opinión", sentenció con acierto.
Los jueces y sus decisiones están expuestos a un riguroso régimen de recursos muy garantista, así como a la crítica pública y son conscientes de que deben someterse a esa valoración y aceptarla. Todos los ciudadanos pueden opinar sobre la Justicia, eso es algo innegable. Pero, según recalcó Del Río, las críticas deben estar presididas por el respeto. "El reverso de esas críticas debe ser el respeto a la decisión", dijo literalmente, a la vez que advirtió de que si las críticas siempre van encaminadas a desautorizar una y otra vez el sistema, "entonces nos acercamos al abismo" y puede desmoronarse el Estado de Derecho, basado en la separación de poderes.
Como es tiempo de buenos deseos y firmes propósitos, anhelo para los próximos meses un regreso de la sociedad en general hacia el respeto bien entendido y de los empresarios, en particular, para que las condiciones en que nos desarrollamos sean las mejores posibles, al tiempo que mantengo firme el propósito, como ciudadano y abogado, de que en la nueva economía digital se protejan todos y cada uno de los derechos reconocidos constitucionalmente y, de manera especial, el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen.