Cambio de horario: lo más natural
Según explica David Pérez, neurólogo y director de la Fundación del Cerebro, cualquier cambio en el ciclo vigilia-sueño del ser humano tiene su repercusión en el funcionamiento cerebral, aunque esta dependerá del tipo de cambios y de su recurrencia en el tiempo.
El especialista señala que existen estudios en los que se ha evaluado este ciclo humano de vigilia-sueño eliminando por completo las condiciones lumínicas de referencia del día y la noche, empleando recursos como la permanencia de voluntarios humanos en cuevas. Se ha comprobado que en estas condiciones experimentales el ciclo convencional de 24 horas se prolonga más allá de estas horas y que se duerme más tiempo.
En el cambio horario estacional al ser sólo una hora la de más o la de menos, los efectos sobre el cerebro son reducidos, señala el especialista. Si bien, añade Pérez, las repercusiones son más claras en el caso del jet-lag tradicional en el que el cambio de husos horarios por viajes de larga distancia conlleva cambios de hasta 6 horas. En estos cambios más bruscos, si la costumbre se vuelve habitual se pueden producir alteraciones en el estado de ánimo, la concentración y los niveles de estrés y ansiedad.
MÁS VENTAJAS QUE INCONVENIENTES
En cualquier caso, Pérez apunta que es normal sentir más somnolencia e irritabilidad cuando se cambian los ritmos habituales pero que son situaciones que suelen resolverse en las 24-48 horas siguientes sin más repercusión. Además, el neurólogo señala que este malestar es más frecuente en el cambio horario que se produce en otoño ya que el cambio lleva a tener menos horas de luz.
Así, Pérez afirma que en el cambio de horario primaveral existen más beneficios que contraindicaciones ya que se va a disfrutar de más horas de luz, lo que repercute en una mejora del ánimo, algo que denotan las mayores tasas de depresión en países con condiciones lumínicas más reducidas que España.
Como consejo el neurólogo señala que hay que adaptarse al cambio en el reloj con naturalidad, no pensar en la hora que sería el día anterior y emplear el nuevo horario para realizar las actividades cotidianas. Además, Pérez advierte que tampoco se debe usar ningún tipo de fármacos como la melatonina o los hipnóticos para contrarrestar los posibles efectos sobre el sueño del cambio de hora.
MAYOR VULNERABILIDAD
Pérez señala a Infosalus que existen tres grupos de población que por sus peculiaridades podrían ser considerados más vulnerables a los cambios en el horario:
1. Pacientes con enfermedades en las que existen trastornos en el ciclo de vigilia-sueño. Es el caso de algunos mayores con enfermedad neurodegenerativa como el Alzheimer o las demencias. En estos casos se pueden presentar alteraciones de sueño, agitación nocturna o somnolencia diurna.
2. Quienes siguen una medicación muy regular con horarios estrictos. Como por ejemplo lo que sucede en los tratamientos para la epilepsia. Aunque Pérez señala que cuando los cambios no son bruscos el control sobre la toma de fármacos supone un trastorno menor sin repercusiones considerables en su funcionamiento.
3. Los niños suelen ser tenidos en cuenta como un grupo de riesgo. Sin embargo, el neurólogo apunta a que la plasticidad neuronal de los menores les ayuda a adaptarse a los cambios mejor que a los adultos.