La lucha de una granadina contra el cáncer de mama: "La cuarentena fue un regalo"
Ángela es una joven escritora que cuenta cómo enfocó la enfermedad a su favor con la llegada del Covid-19
El cáncer sigue siendo una de las principales causas de morbi-mortalidad de nuestro país. Según la SEOM (Sociedad Española de Oncología Médica los tumores más frecuentemente diagnosticados en el mundo en el año 2020 fueron los de mama. Las estimaciones de la incidencia presentadas en 'Las cifras del cáncer en España, 2020' muy probablemente no se correspondieron con la que finalmente fue la realidad. Por ejemplo, a causa de la pandemia del Covid-19, los programas de cribado de cáncer se vieron afectados en mayor o menor grado por lo que, con toda probabilidad, el número de cánceres colorrectales y de mama finalmente diagnosticados en 2020 fue menor al esperado.
La estimación del número de pacientes con cáncer de mama para este año 2021 es de 33.375, parecido al número de casos que hubo en el año 2020 con la pandemia donde según los últimos datos recogidos por el Sistema Europeo de Información del Cáncer se diagnosticaron un total de 34.088 nuevos casos de cáncer de mama en España, siendo este tipo de tumor el más frecuente entre las mujeres de nuestro país por delante del cáncer colorrectal.
Con motivo del 'Día Mundial del Cáncer de Mama', GranadaDigital ha querido contar con el testimonio de una joven que sufrió esta enfermedad. Ángela es una escritora granadina que la mañana del 14 de marzo de 2020 le diagnosticaron cáncer de mama a sólo unas pocas horas de que comenzase el confinamiento. “Yo la llamé ‘la época de la incertidumbre’”, cuenta.
En la misma casa en la que sigue viviendo desde pequeña, narra la historia que cambió su vida para siempre y que además se inició a las puertas de la pandemia. Ángela explica que se sintió con mucho miedo al conocer la noticia: “Soy una persona que me encanta buscar el sentido a todo. ¿Por qué tengo cáncer? Esa era la pregunta que me hacía todos los días”
La llegada del Covid-19 fue una novedad inesperada que provocó un desconcierto a nivel mundial, pero que para muchos pacientes de cáncer como Ángela pasó a un segundo plano poco prominente.
“He aprendido que el cáncer es algo muy personal, es para ti. No tenía tiempo de preocuparme por el mundo. Era consciente de que había una pandemia y sabía que debía estar en mi casa, pero no sentía miedo porque estaba ocupada asimilando que tenía cáncer” asevera la granadina con contundencia.
Para la escritora, la cuarentena fue ‘un regalo’: “Me di cuenta de muchas cosas, entre ellas, cuando caminaba por la calle notaba en la mirada de la gente un inmenso miedo al cáncer. Algunas personas sin filtros, te miraban con miedo al ver que llevabas puesto un pañuelo en la cabeza. A lo mejor tú lo estás llevando todo bien pero los demás simplemente no te saludan por miedo, miedo al hecho de que pueda pasarle a ellos. Por eso que nos confinaran fue un regalo para mí porque se convirtió en mi retiro”. Y además añade: “Un retiro sobre todo para la primera época donde la mente se llena de inseguridad y la duda abunda. No sabes qué pasará contigo, si el miedo existe o no”
Ángela cuenta, cómo allí, la misma época que para algunos se volvió una condena, para muchos fue un periodo de sanación y reflexión que consiguió cambiar sus vidas a mejor. La granadina cuenta que está orgullosa de su familia y del entorno en el que vive porque siempre se ha sentido cómoda y ha tenido espacios para airearse, leer y meditar. “El confinamiento hizo que pudiera vivir de forma más intensa la compañía de mis hijas, de mi marido y de mi madre, ya que se quedaba con las pequeñas cuando salía de casa para que me hiciera las pruebas médicas”, relata.
Ángela explica que en cuarentena se comunicaba con familiares y amigos mediante videos de YouTube donde contaba sus vivencias con el cáncer: “Les encantaba verme disfrutar y feliz”. Aclara que siempre ha sido una persona muy abierta y que ya había hablado públicamente en redes con mucha naturalidad sobre temas tabús o no habituales.
Según la Asociación de cáncer de mama de Granada, ‘Amama’, dejaron de acudir a las consultas un gran número de pacientes tras el confinamiento a pesar de las medidas de seguridad que tenían impuestas. Además oncólogos de la Unidad de Mama de HM CIOCC alertan de que el retraso en el diagnóstico del cáncer de mama por la pandemia incidirá en una mayor gravedad, de hecho señalan que han llegado a las Unidades de Oncología alrededor de un 20% menos de pacientes nuevos en 2020. Ángela dice que no quiso llamar a ninguna asociación en plena pandemia para vivir la enfermedad como algo pasajero que no la definiera y no por la situación de crisis sanitaria. A pesar de ello, reconoce la labor ejemplar de las asociaciones.
“Enfoqué el cáncer a mi favor”, es una de las frases que más señala la granadina, quien garantiza que siempre ha sido una persona feliz, con su familia y sus aficiones pero que como todos, sentía que algo le faltaba.
También declara que con la aparición del cáncer notó que algo cambió pues sentía que alguien estaba diciéndole que podía morir. “Es algo natural desde que naces, pero que cuando te lo dicen, es cuando realmente eres consciente”, asegura. “¿Y si me muero?, ¿qué pasa si de aquí a unos meses me he muerto?, ¿Voy a morirme con la sensación de no haber disfrutado plenamente mi vida?, me dije.” son algunas de las preguntas que cuenta, no cesaban en su cabeza.
La joven dice que trató de dar la vuelta a la palabra “sufrir” para vivir el cáncer como una oportunidad: “En la vida hay regalos envueltos en papeles feos, el cáncer es uno de ellos”. “Decidí olvidar eso y pensar en los casos de éxito como el de mi madre. Seguí sus pasos en cuanto a meditación y espiritualidad. Disfrutaba leyendo muchos libros, dibujando, bailando y escribiendo. Disfrutaba de cosas que sin la amenaza de mi enfermedad pasaban desapercibidas. Lo que más recuerdo es quedarme sentada en un banco mirando a mis hijas jugar como nunca las había mirado, con la mayor intensidad que puede existir. En ese momento sólo quería estar presente. Si me iba que fuese con la mayor satisfacción de haber absorbido la vida.”
Ángela asegura que al principio no notó ningún cambio en los hospitales hacia ella hasta el día que tuvo que operarse: “Mi cáncer fue culpa de una mutación genética, ya que mi madre también pasó por lo mismo. Por prevención, cuando el tumor desapareció, debían operarme para quitarme el pecho ya que si no podía volver a mutar si aún quedaban células cancerígenas vivas”. Del mismo modo, afirma que tuvo mucha suerte, pues la operación se efectuó con una cirugía pionera que llevaba varios años empleándose pero no era muy conocida.
“A veces parece que la parte estética es secundaria, pero cuando decidí vivir pensé que me quedaban muchos años en mi cuerpo y deseaba seguir con las menores secuelas posibles. Soy una mujer y me gusta verme bien. Sé que habría aprendido a vivir con ello en algún momento pero quieras o no, el aceptar que tu físico ha cambiado afecta psicológicamente”, expresa. Sin embargo la joven relata la cara mala de la moneda: “Cuando decidí operarme, aún no estaba recuperada del todo. A mi cirujana le comunicaron que habían empezado a cerrar los quirófanos incluso para los pacientes oncológicos”
Ángela manifiesta que en ese momento si se vio presionada a tener que operarse antes del momento adecuado. “Tenía que decidir si me operaba el 4 de octubre o a la semana siguiente ya estarían los quirófanos cerrados y no sabrían cuando sería la próxima fecha. Ahí volví a pasar miedo”, relata mientras agrega que echó en falta recomendaciones de tratamientos especializados para el cáncer que favoreciesen su curación.
La escritora declara que notó la sensación de que a la gente enferma que llevaban enfermando muchos años los dejaban un poco de lado frente a la pandemia y no les daban la verdadera importancia.
“Vivir es un riesgo desde que nacemos. Vivimos y nos creemos inmortales. No hay que tener miedo. Hay que vivir el momento y disfrutar”, ha repetido la joven en varias ocasiones. Y apostilla: “Una persona que sospeche que tiene cáncer y no quiera ir al médico, no tiene ningún sentido. Si tienes cáncer necesitas un tratamiento. Si no vas al médico puede que no vayas a morir por Covid-19 pero sí por cáncer".
La joven escritora expresa de forma seria que los humanos tenemos una cosa que es el ‘foco’, las personas se enfocan tanto en el covid que se olvidan de lo demás y ese es el verdadero problema. “Hay que darle a todo su sitio y seguir viviendo”, asevera mientras pone como ejemplo de un día de verano con sus amigos: “Una amiga que me quiere mucho no dejaba de preocuparse por mi y me decía cosas como: ‘Espera que te desinfecto’, ‘¿No tienes miedo?, a lo que le respondí que todo iba bien pero que si no me llegaba a curar habría estado el último verano de mis días amargada sin disfrutarlo y no tenía que preocuparme tanto, sino vivir”
“El cáncer me ha enseñado a vivir la vida de manera más lenta. Los problemas los relativizo menos. Sufro menos. Me ha ayudado a conectar con las personas y encontrar ese algo que me faltaba y que nos sostiene. Ahora mi vida tiene sentido” ha contado.