Carácter, reacción y El Arabi
Cuando peor lo pasaba el Granada, después del primer gol del Getafe, una acción extraña invirtió la tendencia del partido. El Arabi, en un derroche de fe, apretó al guardameta Codina, torpe e inseguro con los pies, y le arrebató la pelota. El marroquí erró posteriormente en la definición, pero abrió las vías de agua de los azulones, que, en su compleja situación clasificatoria, necesitan muy poco para venirse abajo.
A raíz de esa jugada, el Granada apabulló al Getafe durante veinte minutos de juego excelso, vertical y organizado por Fran Rico. El gallego es el líder de los hombres de Alcaraz. Todo lo que pasa en el campo depende, en buena medida, de su presencia, gigante por momentos. Bajo el mando del exjugador del Real Madrid, los rojiblancos iniciaron un carrusel de ocasiones que desembocó en el empate.
El primer gol llegó gracias a una conexión de descubrimiento tardío, pero que se antoja clave de aquí a final de temporada. Nuevamente El Arabi enganchó una pelota en tres cuartos de campo y condujo el balón el tiempo necesario para esperar la carrera de Riki y filtrarle un pase medido al espacio. No falló el de Aranjuez, repentinamente crecido, ante la salida de Codina.
La alegría duró lo que tardó Coeff en cometer su segundo error grave de la noche. El central francés no fue contundente a la hora de despejar la pelota en el primer gol de los locales y, posteriormente, quizá condicionado por ese fallo inicial, se aceleró en exceso y concedió una falta lateral que supuso el tanto de Lisandro. Esas situaciones y el agravio comparativo con Murillo dejan tocado al francés tras el encuentro.
Pese a todo, los nazaríes no se derrumbaron. El Granada demostró que la insistencia es una enorme virtud y continuó jugando al fútbol, consciente de que aún tenía todo un segundo tiempo para nivelar de nuevo la balanza. Tardó exactamente dieciocho minutos: el tiempo que necesitó El Arabi para elevarse por encima de la defensa y cabecear, de forma fulminante, un centro puesto con guante por Brayan Angulo.
El delantero marroquí firmó una actuación brillante. Agradecido por la presencia de Riki, que liberó espacios y se asoció con él para permitirle más participación en el juego, no solo estuvo acertado de cara al gol, sino que además fue un incordio constante para la zaga azulona y se convirtió en el primer defensa de los hombres de Lucas Alcaraz. Estuvo afinado donde debía y solidario con el colectivo.
Además, tuvo tiempo para sacarse de la chistera otro gol de cabeza, después de la expulsión de Iturra y del afortunado tanto de Lafita. Con el único impulso de su propia fortaleza, el marroquí cabeceó a meta una pelota suelta en un córner y gritó con rabia que, anoche, con él en el campo, el Granada no iba a perder. Y no lo hizo. Se llevó un punto muy valioso por su carácter, por su capacidad de reacción y, claro está, por El Arabi.
Comentarios
Un comentario en “Carácter, reacción y El Arabi”
Orlando
15 de marzo de 2014 at 15:17
Fijate si te olvidaste de ponerle alguna coma suelta por ahí. Se te quitan las ganas de leerlo. un saludo