Una guitarra del siglo XIX interpretada como en el siglo decimonónico
Carles Trepat transporta a los asistentes al Festival de la Guitarra a los primeros momentos de la modernidad de este instrumento
En el Siglo XIX, la guitarra tenía un sonido distinto al actual. Los primeros instrumentos modernos, construidos por Antonio de Torres tenían una sonoridad de un volumen diferente a los de nuestro tiempo y además los ejecutantes no utilizaban las uñas y tañían con la yema de los dedos. Este tipo de interpretaciones de carácter historicista están hoy al alcance de muy pocos músicos, entre los que se encuentra Carles Trepas que ha sido uno de los artistas invitados al Festival de la Guitarra de Granada de este año.
Algo más que copla
El título del recital fue 'La guitarra de Torres y la Copla Andaluza'. Sin embargo, hubo mucho más. Desde las obras iniciales de Fernando Sor, que escribió sus partituras a finales del XVII y principios del XIX, cuando todavía no había nacido la copla, hasta otro instrumento histórico, un ejemplar de la factoría madrileña de Domingo Esteso, datado en 1924.
Conforme iban avanzando el programa, el público se iba introduciendo en un ambiente muy diferente al de muchos conciertos de nuestro tiempo, que recordaba cuando la guitarra era protagonista de la música de salón o de ambientes más reducidos que los que concita en la actualidad.
La organización del Festival de la Guitarra de Granada-Antonio Marín ha incluido este concierto en el ciclo de 'Los stradivaruis de la guitarra'. Y es que así se pueden calificar las dos guitarras de Trepat, centenarios instrumentos, que conservan sonidos que hoy es muy difícil encontrar, especialmente en el caso de Torres, pero que siguen resultando absolutamente vigentes. Oírlos con las técnicas del momento en el que fueron concebidos ha resultado algo muy especial.
De Quiroga a García Lorca
El programa fue adentrándose en la copla, después de escucharse algunas bellas partituras del granadino Ángel Barrios, con títulos del Maestro Quirosa, como Romance de Valentía, o del Maestro Mostazo, entre los que estaba el célebre Antonio Vargas Heredia. El género de la canción española, que también se puede llamar así, adquirió en las manos de Carlos Trepat un aspecto dulce, muy propicio a la melancolía y al matiz en la interpretación.
Los reiterados aplausos del público le llevaron a ofrecer varios bises, entre los que estuvo Los pelegrinitos de Federico García Lorca. Tardará en repetirse un concierto de estas características, muestra del amplio abanico que ofrece el instrumento de la guitarra, mucho más rico de lo que en principio pudiera parecer.