Casino, teatro y hospital de campaña: las otras facetas del Alhambra Palace | Vídeo y galería
Con más de un siglo de historia, el hotel de cinco estrellas más antiguo de España guarda anécdotas curiosas, como la prohibición de entrada al General Primo de Rivera o un concierto sin precedentes de la Orquesta Filarmónica de Berlín
Las cosas de la vida llevaron a Orson Welles, Sofía Loren, Glenn Ford, Charlton Heston y Mario Moreno ‘Cantinflas’ a reunirse en el hotel Alhambra Palace. Y cuentan por ahí que la jarana duró más de 24 horas.
Esta no es la única anécdota que guarda este hotel, si uno tiene en cuenta que, en sus 108 años de historia, por sus habitaciones han pasado más de cinco millones de personas. Su libro de oro contiene cientos de firmas de personalidades de toda índole. Las casas reales de medio mundo, presidentes, ministros, embajadores, escritores, cantantes, estrellas de Hollywood, premios Nobel… Pocos se han resistido a pasar una noche en el hotel de cinco estrellas más antiguo de España, el edificio rojo galatea, que se muestra imponente en la colina del Mauror, zona que recibe el nombre de Peña Partida.
Así, pocas presentaciones necesita el Alhambra Palace. El establecimiento nació con espíritu de casino y, junto a su mítico teatrillo, se convirtió en el punto neurálgico cultural y de ocio de la ciudad. El primer concierto de jazz en Granada, el torrente de voz de Lola Flores, la guitarra de Andrés Segovia, el taconeo de La Golondrina, la voz de Lorca recitando junto al piano de Falla, entre otras efemérides, pasaron por el escenario de este salón de espectáculos, que hoy día mantiene una nutrida programación de jazz, flamenco y música clásica para sus clientes.
El hotel granadino tuvo incluso un hueco dentro de la obra de teatro “Para hacerse amar localmente”, que su director, Gregorio Martínez Sierra, estrenó en Madrid en 1916.
En cada aniversario, el hotel echa la vista atrás y recuerda al artífice de toda su historia: Julio Quesada, el Duque de San Pedro de Galatino, el mismo que desafió al General Primo de Rivera declarándolo persona non grata cuando prohibió el juego en España y mandó cerrar el casino de su hotel. El Duque fue un visionario del turismo y un empresario muy activo. Erigió una fábrica de azúcar y otra de aceite en Láchar; promovió la construcción del ferrocaril Íllora-Láchar y sentó las bases de la sociedad que construyó el tranvía de la Sierra, donde construyó otro hotel.
Lorca y él coincidieron mucho. De hecho, hasta el fin de sus días. El 15 de julio de 1936 falleció el Duque. Lo hizo en Madrid, pero expresó su deseo de ser enterrado en Granada. En el mismo tren donde viajaba el féretro para buscar sepultura en Granada, también lo hacía Lorca, que, sin saberlo, venía a buscar la muerte en su ciudad.
El Duque hizo venir de Inglaterra al arquitecto Mr. Lowet, que realizó los primeros planos del primer edificio con estructura de hierro que se construyó en Granada y uno de los primeros de España. Las obras arrancaron el 1905 bajo la dirección del arquitecto Modesto Cendoya, arquitecto municipal y conservador de la Alhambra entre 1907 y 1907. En 1910, el rey Alfonso XIII acudió a inaugurar el hotel con tonalidad alhambrina, que ofrece una variedad cromática cambiante según las horas del día. Al establecimiento hotelero ya se podía “subir” en un tranvía inaugurado dos años antes, que conectaba la ciudad con el monumento.
Suelos enmoquetados que amortiguan la vibración de las pisadas, ventanas con cristales efecto agua, mobiliario de los años 60, cerámicas vidriadas de sus zócalos, lámparas de cobre dorado, frisos repletos de mocárabes… La esencia primitiva del hotel granadino perdura incluso después de su reforma más reciente en 2017.
Su apariencia de fortaleza nazarí y su interior barroco cargado de yesería y de elementos decorativos lo han hecho singular desde su inicio, algo que siempre han perseguido sus propietarios, que ya va por la quinta generación.
“Esa cómoda tiene como mínimo 60 años”, comenta el director del Marketing del Alhambra Palace, Ignacio Durán, después de abrirnos la puerta de una de las 98 habitaciones “de estilo tradicional” que tiene el hotel.
“La pensión completa costaba entre 15 y 30 pesetas tras la apertura del hotel”. Obviamente, los tiempos han cambiado, pero son las habitaciones más demandadas por su mobiliario y por las vistas”, apostilla Durán mientras dirige nuestras miradas a la ventana de esta junior suite. La ciudad se despliega ante nuestros ojos.
En aquellos años, el Alhambra Palace tenía tres competidores más en la ciudad. El hotel Paris, en el que la noche costaba a partir de 7 pesetas; el victoria de Puerta Real, con precios a partir de 8 pesetas; y el Alameda en la plaza del Campillo, desde 9 pesetas.
Podríamos estar varios minutos pasando lista de las personas que han dormido en estas camas. D. Alfonso XIII, su hijo D. Juan Conde de Barcelona, su nieto y Rey, D. Juan Carlos I junto a la Reina Doña Sofía, y su bisnieto y Rey D. Felipe VI. El Rey Aga Khan, Los Reyes de Bélgica, de Suecia, de Arabia Saudí, Príncipe de Gales, Príncipes de Persia, de Irán, de Marruecos, de Qatar, de Arabia Saudita. También durmieron en sus habitaciones presidentes de Gobierno como Charles de Gaulle de Francia, Mijail Gorbachov de la U.R.S.S., Batista de Cuba o Kekkonen de Finlandia, o el Presidente de Sudán. Grandes personalidades como el Dalai Lama, Rockefeller o Stephen Hawking; la Selección Española de Fútbol; escritores como Jean Cocteau o Mario Vargas Llosa; músicos como Cole Porter, Manuel de Falla, Richard Strauss, Ataulfo Argenta, Arthur Rubinstein, Herbert Von Karajan, Rostropovich, Zubin Mehta, Daniel Barenboin, Plácido Domingo o Montserrat Caballé, actores y actrices inolvidables del cine español, como Paco Rabal, Lola Flores o Lola Herrera, y especialmente, grandes estrellas de Hollywood, como Tirone Power, Lawrence Olivier, Vivien Leigh, Burt Lancaster, Yul Brynner, Charles Bronson, Rock Hudson, Glenn Ford, James Stewart, Anthony Quinn, Orson Welles, Henry Fonda, Lauren Bacall, Marcello Mastroianni, Sofia Loren, Jean Paul Belmondo, William Dafoe, Alec Guinnes, Cantinflas, Joseph Cotten, Faye Dunaway, Steven Spielberg o Brad Pitt.
Y la lista continúa.
EL TEATRILLO, PUNTO DE ENCUENTRO CULTURAL
En la planta baja del hotel encontramos el teatro, pieza clave en la historia del establecimiento. Está prácticamente intacto.
“Aquí, el 7 junio de 1922, en la presentación del “Concurso de Canta Jondo”, Federico García Lorca recitó por primera vez la "Baladilla de los tres ríos", que aparecería nueve años después en su libro “Poema del cante jondo”. Falla, Andrés Segovia y el poeta fueron asiduos del hotel.
Con este espacio, el hotel se convirtió de inmediato en el epicentro de la cultura granadina y un reclamo historicista para grandes artistas de la época que no duraron en subirse a su escenario de discretas proporciones en un espacio de techo bajo que ofrecía buena acústica y cercanía con el público.
Fue la primera sala cinematográfica de la ciudad, aunque con carácter privado, en cuya pantalla se vieron películas de todo tipo. El Festival Internacional de Música y Danza también ha sido un entrañable amigo para el hotel a lo largo de sus ediciones.
Pero, sin duda, y tal como refleja la hemeroteca, el hecho musical más singular fue el concierto de la famosa Orquesta Filarmónica de Berlín, que se desarrolló en el comedor y en parte del zaguán.
Tampoco se olvida el día en el que Orson Welles, Sofía Loren, Charlton Heston, Mario Moreno ‘Cantinflas’ y Glenn Ford se pegaron una gran fiesta en este lugar en 1960. “El cineasta estaba de paso en Granada para filmar exteriores de una película sobre El Quijote. Justo en esos días estaban también alojados Ford y Cantiflas. Welles, cuando descubre Granada, no dudó en llamar a Sofía Loren y a Charton Heston, que estaban grabando en Madrid ‘El Cid’, para encontrarse en Granada. Y así hicieron. Dicen por ahí que la fiesta duró 24 horas…”, detalla Ignacio entre risas.
PRIMO DE RIVERA, PERSONA NON GRATA
Como hemos mencionado, el Alhambra Palace abrió sus puertas como hotel, casino y teatro. La planta baja se convirtió en un amplio salón de juegos, en la que hoy perdura como recordatorio de esa etapa una de sus ruletas.
Todo marchaba sobre ruedas en el hotel hasta que en 1923 el General Primo de Rivera prohibió el juego e instó al propietario a cerrar el casino. “El Duque entró en cólera y declaró persona non grata al general, prohibiéndole la entrada”, relata Durán. Este cierre supuso cuantiosas pérdidas económicas, tantas que en 1930 el Duque se vio obligado a alquilarlo durante 50 años a la cadena hotelera HUSA, que gestionaba toda una red de hoteles de lujo por España. En el inicio de la década de 1980, los herederos del Duque retomaron la gestión, y eso ha convertido el hotel Alhambra Palace en el único hotel que conserva los mismos propietarios durante 108 años. “Y no son pocos los trabajadores que llevan media vida trabajando en el hotel”, nos cuenta Ignacio y señala al maître del restaurante. “Él lleva más de 30 años aquí”.
CRUCES ROJAS EN EL HOTEL
Otro de los capítulos que marcó la historia del hotel es el que ocupa la Guerra Civil. El 18 de julio de 1936, cuando estalla la contienda, la viuda del duque, Fernanda de Salabert y Arteaga, donó el hotel a las fuerzas militares como hospital de campaña. Los salones se prepararon con camas para sanar a los heridos. El teatrillo se convirtió en una capilla y las plantas del hotel recibieron nuevos nombres: San Miguel, San Rafael y San Ignacio. Las terrazas se pintaron con cruces rojas para advertir que el hotel era un hospital. “Puede ser que gracias a esa iniciativa el hotel se librara de ser blanco de los bombardeos y sigue en pie hoy día”, relata Ignacio Durán.
El hotel pudo reabrir el 15 de abril de 1943, después de unos años de reformas y rehabilitaciones. A partir de ahí vino su época más glamurosa, con el turismo de lujo tocando a su puerta. Hasta nuestros días.
Para que más de un siglo de recuerdos no se pierdan, recientemente el Alhambra Palace ha editado un libro que repasa la historia del establecimiento, “el heraldo de la ciudad de Granada que, con la Alhambra como carta de presentación, pregona sus tesoros por el mundo y. a un tiempo, ofrece posada al peregrino que se acerque a sus murallas, torres miradores y campanarios”, describe Rafael Guillén en la introducción de este tomo.
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