Cinco consejos para ser un experto cervecero
Estos pequeños detalles pueden ser claves para disfrutar de una de las bebidas más populares en España
Cada vez en más bares y restaurantes sirven distintas marcas de cerveza, y en algunos sitios también hacen sus propias bebidas artesanas. La cerveza lleva un tiempo siendo la bebida alcohólica más consumida en España, tanto en hogares como en establecimientos.
Si los términos ale, lager, ipa o lambic te suenan más que raros, los expertos cerveceros dan una serie de claves para que la próxima vez que quedes con tus amigos puedas parecer un experto y no cometas errores de principiante.
No es conveniente meter las cervezas en el congelador
Por muy caliente que pueda parecer la cerveza, es mejor evitar meterla en el congelador, además de que hay que tener en cuenta que para cada tipo de cerveza se debe de tener en cuenta la temperatura, que es distinta. Tal y como señala Aurora Pérez-Seoane Cuenca, copropietaria de 'Labirratorium' Espacio Cervecero, “si podemos evitar meterlas al congelador mejor, y en caso de hacerlo evitarlo con cervezas de muy buena calidad o sin filtrar (normalmente no meteríamos un buen vino tinto en el congelador, esto es lo mismo)”.
Pérez-Seoane recuerda que, para las lagers industriales, que son las cervezas más comunes, la temperatura ideal es entre 0 y 3ºC y, conforme aumenta la calidad y la densidad, la temperatura sube. “Lagers de mejor calidad o artesanas y otras ales rubias y suaves ya conviene consumirlas a temperaturas algo mayores, entre 3 y 7ºC”, señala. Afirma también que por debajo de los 5ºC se pierden la mayor parte de los aromas, casi el 95%. Por otro lado, según la experta, las cervezas más oscuras o más alcohólicas deberían ser consumidas a más de 6ºC y, además “algunos estilos llegan a ser consumidos a 13-15ºC”.
No hay que beber a morro del botellín
Esta recomendación tiene una explicación física, la cerveza necesita oxigenarse debido a que contiene CO2. Al beber directamente del botellín consumimos “todo el CO2 presente en el líquido, haciendo que la cerveza nos ‘hinche’ más, por así decir”.
“Si la servimos, parte de ese CO2 se liberará y se formará la espuma, de modo que no beberemos tanto gas y nos sentará mejor”. A parte de “hincharnos menos”, la espuma de la cerveza o giste, su nombre más específico, tiene características importantes de la cerveza como pueden ser el aroma o la conservación. La espuma es importante porque ayuda a proteger la cerveza de la oxidación y mantiene los aromas, según afirman los expertos.
Es importante elegir bien el tipo de vaso
Para ser un buen cervecero hay que tener en cuenta el vaso en el que se bebe, sí como es importante elegir una buena copa para tomar un buen vino. Estas copas son las que Pérez-Seoane recomienda para beber cerveza: “para poder mover bien el líquido y apreciar los aromas”, si bien es cierto que en el caso de las alemanas conviene usar un vaso más alto.
“Las cervezas alemanas de trigo generan mucha espuma y se sirven en vasos más altos, para que quepa bien todo el volumen la cerveza con su generosa espuma. Sin embargo, estilos más alcohólicos se suelen servir en copas más anchas y bajas para que se vayan calentando con la mano y apareciendo más aromas”. También hay que remarcar que existen copas específicas para catas, llamados ‘Teku’.
Escoger el tipo de cerveza
Pérez-Seoane apunta que hay tres tipos de cerveza, según la levadura que utilice y clasificándolas conforme a su fermentación:
Lager: de baja fermentación. “Es de los estilos más consumidos mundialmente, rubias y suaves, aunque hay otras más fuertes y oscuras como las bock, doppelbock o schwarzbier”.
Ale: de alta fermentación. “Utilizan levaduras que fermentan ya a temperaturas más altas o temperatura ambiente”. La especialista recuerda que sería la ideal para hacer en casa ya que también fermenta más rápido, “en un mes podría estar lista la cerveza”. “Al fermentar producen aromas más afrutados y complejos que las lager. En esta familia hay estilos como las cervezas de trigo weissbier, las belgas de abadía, las negras stout o porter, las pale ale o IPA y muchísimos más”.
Lambic: de fermentación espontánea o salvaje. “Mezclan muchas levaduras presentes en el aire y que al fermentar producen aromas muy complejos y un marcado sabor ácido o asidrado. A veces para que no resulten tan ácidas añaden frutas (cerezas, frambuesas). Estos estilos se suelen elaborar en Bélgica tradicionalmente, como las kriek, gueuze oframboise”, explica. Estas serían más difíciles o complejas para alguien poco habituado.
Servir la cerveza bien, no con demasiada espuma
Lo primero que hay que tener en cuenta es qué tipo de cerveza se va a servir, especialmente Pérez-Seoane hace hincapié a si es “filtrada o sin filtrar”. En estas últimas, muchas veces no se sirve el poso, para lo que habría que girar la botella antes de servirla. “En las de trigo, la levadura y proteínas depositadas en la botella ayudan a aportar ese sabor tan característico de las cervezas de trigo”, explica.
En el caso de las lager filtradas, las más consumidas, la especialista es clara: “Basta con inclinar ligeramente la copa unos 45º, ir sirviendo y enderezando la copa a la vez y terminar subiendo un poco la botella para que rompa la espuma en la cantidad deseada”. Otro punto a tener en cuenta es la cantidad de espuma, ante lo que Pérez-Seoane apunta a que “normalmente un dedo de espuma estaría bien”.
También es importante que el recipiente esté bien enjugado ya que, por muy lisa que sea la pared interior del vaso, siempre habrá irregularidades no visibles a simple vista. Éstas provocan la activación del dióxido de carbono disuelto en el líquido, así que si mojamos el interior del vaso con agua antes de echar la cerveza conseguiremos que esta resbale mejor y dicha activación se produzca en menor medida.