La ciudad homenajea al autor del famoso 'Dale limosna mujer...'
El alcalde ha entregado a los herederos del escritor mejicano Francisco de Icaza el título de Hijo Adoptivo de la Ciudad de Granada
El Ayuntamiento de Granada ha homenajeado, en presencia de una amplia representación de sus familiares y descendientes, al poeta mexicano Francisco de Icaza, autor de los emblemáticos versos 'Dale limosna mujer, que no hay en la vida nada, como la pena de ser ciego en Granada".
En un emotivo acto celebrado en el Salón de Plenos del Consistorio, el alcalde Paco Cuenca, ha recordado al autor "de unos versos que traspasan el tiempo y las generaciones, y nos recuerdan la grandeza y la melancolía de nuestra ciudad. Unas palabras que capturan la esencia misma de Granada, su belleza y su dolor, su riqueza y su pobreza, su luz y su oscuridad".
Cuenca ha entregado a los herederos del escritor Francisco de Icaza --en cuyo nombre ha intervenido su nieto Carlos-- el título de Hijo Adoptivo de la Ciudad de Granada, concedido al escritor mexicano por unanimidad por la Comisión de Honores y Distinciones del Ayuntamiento a título póstumo.
Tras incidir en que "sus versos son nuestro patrimonio y el legado cultural de nuestra ciudad", el regidor ha incluido al poeta mexicano "en esa extensa nómina de autores, artistas y genios que exportan la idiosincrasia creativa de una ciudad con un hervor inspirador infinito"
"Sus palabras nos recuerdan la importancia de la empatía y la compasión, de ver más allá de la superficie y de sentir el alma de las cosas. Él nos enseña que la belleza y el dolor son dos caras de la misma moneda, y que ambos son necesarios para entender y apreciar el mundo que nos rodea", ha destacado.
Cuenca ha explicado que, aunque Icaza no nació en Granada, fue aquí donde conoció por primera vez a su esposa, Beatriz de León y Loynaz, "y ambos quedaron cautivados por la belleza y la magia de esta ciudad, y su amor se convirtió en una de las historias de amor más hermosas que nuestra ciudad ha visto".
El primer edil ha evocado también los recuerdos de Carmen de Icaza, "excelsa autora e hija del matrimonio contó siempre que su padre, siendo aún adolescente, se había creado la visión de Granada como la de un paraje mágico, de un lugar de ensueño que un día iría a conocer. Lo hizo por primera vez a la edad de veinte años y volvió en viaje de novios con Beatriz. Durante un paseo de la pareja por la Alhambra, un ciego tendió la mano para pedir una limosna, momento en el que, de manera espontánea, surgieron esos versos".
"Por eso creemos en la puesta en valor de nuestro patrimonio, en la cultura como un pilar fundamental, y como Granada como foco fecundo en la música, el arte, la literatura, o tantas otras disciplinas. Y necesitamos cuidarlo, reconocerlo y brindárselo a los granadinos", ha destacado.
Tras el acto en el Ayuntamiento, los descendientes de Francisco de Icaza han sido recibidos por la directora del Patronato de la Alhambra y Generalife, Rocío Díaz, en la Torre de la Justicia para firmar en el Libro de Honor del monumento y se realizarse una foto de familia junto a los versos que hicieron célebre a su antepasado en el Jardín de los Adarves.
Francisco de Icaza nació el 2 de febrero de 1863 en México y falleció en Madrid en 1925. Fue un ferviente apasionado de la literatura española y se desempeñó como crítico literario y poeta; además, realizó tareas diplomáticas, siendo la política la segunda actividad que le gustaba. Aunque se hizo conocido por su obra poética, posteriormente algunos de sus ensayos recibieron un buen recibimiento, ayudándolo a ubicarse en un importante espacio dentro del ambiente. Esto hizo que en España fuera escogido como miembro de la Real Academia de la Historia y la Academia de las Bellas Artes.
Hombre de vasta formación intelectual, recibió numerosos honores académicos tanto en México como en España. De sus obras se destacan 'El Quijote durante tres siglos' y 'Sus amores y sus odios y otros estudios', una obra que profundizaba los aspectos más escondidos de la vida de Lope de Vega; con esta fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura, en 1925.