Combinando bus-metro
Converso con el hombre que siempre va conmigo... es un verso machadiano, de Antonio Machado, aquel hombre bueno en el buen sentido de la palabra, al que en los últimos días varios ignorantes han devuelto en negativo a la actualidad, para desgracia y signo de los tiempos que vivimos.
En realidad, yo traía a colación el verso que me vino a la memoria este miércoles, primer día de abordaje al autobús encarecido desde el día anterior, en pleno puente festivo y cuando aprieta la calor, es decir: alevosía y casi nocturnidad porque a las 6 de la mañana, cuando salió el primer vehículo con la nueva tarifa, todavía es de noche. Un euro y 40 céntimos de vellón que consolidan a Granada como la ciudad andaluza con el autobús más caro. ¡Éle! Ese día que el billete se cotizaba ya a 1,40 ese hombre con el que conversaba don Antonio Machado, que al hablar solo aspiraba a hablar a Dios un día, me llevaba a mí a hacer balance de la jornada cuando ya de anochecida viajaba de recogida a casa.
En efecto, el primer viaje, a las 9,30, me costó 1,40 y veinte minutos de espera en la parada. En el segundo, a las 14 horas, fui tocado por la fortuna: también fueron 1,40 euros pero apenas dos minutos de la parada. Ya a las 19 horas, otros 1,40 y quince minutos de parada. Y a la vuelta, en la cuarta los lances definitivos, hacia las 22,30 horas, nueve minutos de espera. Sumando, lo que más duele -y ya es dolor- no son los 5,60 euros del billetaje. Lo que más duele es haber entregado al viento 46 minutos de una vida. O de una jornada laboral, para ser más precisos.
No es anécdota porque minuto arriba, minuto abajo la espera más o menos es esa. Así que, señores de Rober, señores del Ayuntamiento, ahora que han arreglado las tarifas, a ver si dedican su tiempo a mejorar las frecuencias.
Está claro que en materia de transporte urbano Granada es un ciudad gafada. El actual equipo de gobierno se desmarca de la subida, que achaca a la época del PP. Si la memoria no me falla -y si en este caso falla, mis excusas-, el aumento del billete que los populares retrasaron para no decretarlo en época preelectoral -municipales, autonómicas...- se cotizaba a 1,30. Corríjame quien tenga el dato preciso. Aunque, a todas luces, no se puede aplicar tal excusa, porque una de las cuestiones que se supone que diferencian a la izquierda de la derecha política es precisamente esa: una mayor sensibilidad hacia ese sector de la sociedad que son los usuarios de autobuses. Esos que, desde este martes, se están dejando en el autobús a diario la mitad de lo que cobran por una hora de trabajo, como certeramente han apuntado columnistas más ilustres que este que aspira a serlo. Un transporte urbano, por cierto, que corta su servicio a las 23,30, cuando una buena franja de la población todavía está trabajando...
Toda esta energía empleada en subir el billete un 16 por ciento la podían haber empleado en exigir con firmeza a la Junta que de una vez por todas eche a andar el metro. Han dicho sus ¿gestores? que avisarán con 48 horas de antelación. Es decir, puesto que estamos a viernes, ya nos vamos al lunes 21 como primera feliz fecha en que podrían echar a correr los plazos que sacarían a la calle al tranvía el miércoles 23. Como auguro que no será ni el 23 ni el 24 ni... estamos dejando pasar la última semana de agosto. Y, señores, si la Junta no ha sido capaz de acompasar y superar el periodo de pruebas durante los mes de julio y agosto, cuando los tráficos disminuyen, lo que hasta ahora venía siendo un cachondeo entra de lleno en problema. Septiembre, en todos los casos, es uno de los meses más complicados para la circulación a todos los niveles.
El todavía consejero de la Consejería nada dice. La multimillonaria inversión para 16 kilómetros de vía sigue sin fecha. El Ayuntamiento, como el que ve llover: la resignación es una virtud cristiana pero en política es pecado. De un grave incidente en este periodo de pruebas la delegada de Fomento se enteró ¡cuando Ideal la llamó para recabar su opinión! Si esto no es un cachondeo, que alguien encuentre mejor vocablo. Probablemente lo encontrará en el diccionario de Camilo José Cela.