Cómo afecta a nuestro cuerpo el aceite de palma
Es rico en vitamina A, D y E, no contiene sodio y es fuente alimentaria de antioxidantes, pero cuando se procede al refinado, el que llega a nuestras mesas, pierde estas propiedades
Está presente en gran parte de los alimentos que consumimos, y desde los últimos meses estamos empezando a ser cada vez más conscientes de los efectos negativos de su consumo. La Fundación Española del Corazón, la Organización Mundial de la Salud o la Universidad de Stanford han advertido de sus peligros para la salud. El aceite de palma se usa en la fabricación de helados, mantequilla, cereales para el desayuno, hamburguesas de cadenas de comida rápida, chocolates, gominolas o productos cosméticos. Pero para entender los riesgos que corremos hemos hablado con el doctor Alfonso C. Gálvez, médico nutricionista del Hospital Vithas La Salud, de Granada.
¿QUÉ ES EL ACEITE DE PALMA?
El aceite de palma es un aceite de origen vegetal, cuyo consumo y producción ha aumentado en los últimos años (se ha multiplicado por cuatro), siendo el segundo aceite con mayor producción mundial, después del aceite de soja. Se obtiene del fruto de la palma o palmera (Elaeis guineensis), en cuya composición predomina el palmítico, un ácido graso saturado.
Se comenzó a utilizar como alternativa a las nocivas grasas hidrogenadas o grasas trans porque es barata, grata al paladar (no aporta ningún sabor), se usa o manipula bien tecnológicamente y es un alimento que se mantiene sólido, pero una vez en la boca se funde fácilmente.
Es rico en vitamina A, D y E, no contiene sodio y es fuente alimentaria de antioxidantes, por su riqueza en compuestos carotenoides, pero cuando se procede al refinado pierde estas propiedades. El que llega a nuestras mesas es aceite de palma refinado.
SÍNTOMAS PERJUDICIALES
Esta grasa no es tóxica, ni venenosa, ni está prohibida, ni provoca síntomas a corto plazo, pero los estudios de los organismos que velan por la salud han advertido ya de que su consumo en exceso favorece problemas cardiovasculares y metabólicos, aumentando el colesterol LDL (colesterol malo), que lleva al desarrollo de depósitos de grasa en las paredes de las arterias, provocando aterosclerosis y a largo plazo el riesgo de producir accidentes vasculares, como ictus e infartos.
Por otro lado, recientes estudios en animales, han relacionado al consumo de esta grasa con el cáncer, como inductor de metástasis, razón por la que unas pocas células se desprenden del tumor y provocan otros en distintas partes del cuerpo.
CÓMO LO IDENTIFICAMOS
Desde 2011, la etiqueta de los alimentos debe identificar los tipos de aceites que se utilizan, según el reglamento europeo de información al consumidor. Hay veces que podemos encontrar este aceite, bajo el nombre de manteca de palma o palmoleina.
Se halla en muchos productos de uso habitual, a nivel mundial representa casi el 40% de todo el aceite vegetal usado. Se utiliza en alimentos como las galletas, bollería, barritas, tortitas, cremas de cacao, chocolates, helados, margarinas, patatas fritas, aperitivos, pizzas, salsas, sopas, precocinados, alimentos infantiles y también en cosmética, como jabones, champús, cremas, dentífricos y en la fabricación de piensos para la alimentación animal y en la fabricación del combustible biodiesel.
ALTERNATIVAS
Se ha desarrollado un aceite de girasol rico en acido esteárico y oleico y también hay un esteárico que se encuentra en la manteca de cacao. Estos no aumentan el colesterol, pero son más caros que el aceite de palma y no hay suficiente producción. Habría que reorientar la producción y explotación de girasol y cacao para satisfacer la demanda necesaria.
Tenemos la gran suerte de que en los países del sur de Europa, como España, el aceite más utilizado para cocinar es el de oliva. Pero aun así, el aceite de palma está presente en gran parte de la cesta de la compra. El aceite de oliva es rico en ácido oleico (grasas sanas que ayudan a regular el colesterol), polifenoles (protector de la sangre) y vitamina E (antioxidante).
Por lo tanto, podemos concluir que estos alimentos se encontrarían en la cima de la pirámide de la alimentación, aquellos que se pueden consumir muy ocasionalmente y de forma moderada, siempre dentro de una alimentación equilibrada, variada y saludable.