¿Cómo lidiar con compañeros que, con su negatividad, victimismo o conflictividad generan un clima laboral tóxico?
Una persona tóxica es aquella que, con su sola presencia, ya te genera una sensación de ansiedad, temor, nerviosismo o incomodidad, afectando al rendimiento
Una persona tóxica es aquella que, con su sola presencia, ya te genera una sensación de ansiedad, temor, nerviosismo o incomodidad, afectando al rendimiento. Muchos fueron los comentarios que hubo el otro día al respecto en la jornada en la que participé en Madrid sobre liderazgo y gestión de equipos en el consejo general de colegio de médicos.
Esta son algunas de las características de las personas tóxicas en el trabajo:
- Se victimizan por absolutamente todo.
- Generan conflictividad a nivel laboral y personal.
- Hablan durante todo el día de cosas negativas.
- Menosprecian o dudan de las capacidades de los demás.
- Tienden a no asumir errores.
- No colaboran con los otros compañeros para que el trabajo salga más rápido.
- Critican a la persona que ordena, normalmente el jefe.
- Hablan o crean rumores personales sobre los otros compañeros.
Hay cuatro tipos personas tóxicas como mínimo:
- Personas tóxicas pasivas y los victimistas, los que echan las culpas de todo su mal a los que tienen alrededor, que nunca son responsables de lo malo que les ocurre porque son los demás o las circunstancias los que provocan su malestar. Se sienten maltratados por la vida y abandonados por la suerte. Sus emociones están en manos de otros, por lo que nunca se implican ni responsabilizan para cambiarlas. Verbalizan en negativo, anticipan fracasos y se sienten unos desgraciados.
- Personas tóxicas criticonas, que viven de vivir la vida de otros, porque no les vale con la suya. Su vida es demasiado gris, aburrida o frustrante como para fijarse en ella. Así que destrozan todo lo que les rodea. No se puede esperar palabras de orgullo hacia los demás, ni una valoración positiva. Porque el que a los demás les vaya bien, les potencia su frustración como personas. Podemos distinguirlas porque siempre tienen una crítica destructiva para los otros, los conozcan o no.
- Personas tóxicas con mala idea, de las cuales es mejor huir y no darles ni media oportunidad. Están resentidos con la vida porque no han sido capaces de gestionar la suya. Todo lo interpretan mal, a todo el mundo le ven una mala intención, simplifican y sacan conclusiones negativas de cualquier comentario. Viven en un constante ataque de ira, como si el mundo estuviera en deuda con ellos. Y la mayoría son unos cobardes. Se escudan en el anonimato de las redes sociales para menospreciar a los que son capaces de superarles, a los que se esfuerzan y luchan por sobrevivir, mal que bien. No soportan que otros tengan éxito, porque éstas actitudes de superación les ningunea todavía más.
- Los psicópatas que son aquellos que infligen dolor a los demás sin sentir la menor culpabilidad, sin pasarlo mal. De estos hay muchos, muchos psicópatas de guante blanco, no de cuchillo ensangrentado. Son los que humillan, faltan el respeto a propósito, dicen que no vale uno, pegan, amenazan y provocan que uno se sienta ridículo y una "mierda". Salir corriendo, porque el que lo hace una vez, repite, es la solución. Y si nos acostumbramos a que nos maltraten, terminaremos pensando que ese es el trato que merecemos.
Ante las personas impulsivas y que tienen frecuentes estallidos de cólera o peligrosas caídas en el desánimo, podemos censurar su conducta, el hecho en sí, pero nunca a la persona. Y hay que hacerlo desde la empatía, explicando cómo nos hemos sentido en esta situación.
Ante las personas narcisistas, que conjugan la vida en primera persona y exigen ser el centro de atención. Cuando no lo logran, se vuelven impertinentes o tratan de manipular a los demás para conseguirlo. No podemos esperar reciprocidad por parte de esta clase de personas. A estas personas es importante alabarlas cuando lo merezcan, ser comedido a la hora de contar los propios éxitos, ya que no llevan bien el mérito ajeno, y en lo posible, evitaremos criticarlos y llegar tarde a las citas, ya que lo suelen vivir como una afrenta.
Ante las personas ansiosas, con tendencia a la preocupación excesiva y con un afán de control que les hace sufrir, especialmente en tiempos de cambios o inestabilidad, conviene, que no les mostremos nuestros temores, para no agravar su problema, y comunicarles que pueden confiar en nosotros. El humor puede ayudar a rebajar la tensión en la que viven.
Ante las personas que evitan cualquier situación en la que puedan sentirse heridas o incómodas y que su miedo al ridículo hace que les cueste horrores dar el primer paso, con problemas de autoestima, necesitan que las escuchemos con atención y que les hagamos saber que valoramos su opinión. Así lograremos que se empoderen. Nunca hay que irritarse con ellas o hacer bromas acerca de su carácter o de su comportamiento.
Y ante las personas pasivas-agresivas, que son especialmente conflictivas en el ámbito laboral, ya que discuten de forma encendida cualquier orden y rechazan las figuras de autoridad, ya que creen saberlo todo mejor, a la vez que se quejan de ser incomprendidas y viven cualquier menudencia como una falta de respeto hacia ellas, la amabilidad es la mejor vía para lidiar con esta clase de personas, así como preguntarles su parecer. No aceptan críticas y es inútil entrar en una guerra de reproches, ya que tienen poca autocrítica.
En general, es necesario tener en cuenta que es imposible que todo el mundo esté siempre relajado, de buen humor y en sintonía con los demás. Saber relacionarse es aprender a convivir también con los aspectos más complejos de los seres humanos. Y vale la pena seguir este conjunto de cuatro pasos:
1. Regular las emociones sin perder la calma para evitar desestabilizarnos.
2. Expresar lo que sentimos en el momento y lugar adecuados siguiendo el esquema asertivo:
- Indicar con claridad la situación, indicando los hechos objetivos.
- Explicar las consecuencias de esta situación.
- Pedir un cambio de conducta concreto.
3. Marcar límites claros; indicar las consecuencias de la continuidad de la conducta de la otra persona y cumpliendo lo que hemos dicho con anterioridad si se repite.
4. Trasladar al superior los hechos para que intervenga.
Y para terminar, es necesario tener en cuenta que para protegerse uno, es necesario 4 maneras de autocuidado:
1. No actuar de forma impulsiva porque en muchas ocasiones en vez de solucionar el problema, podemos generar otros nuevos.
2. Aprender técnicas de respiración profunda, así como técnicas de relación para permanecer en calma.
3. Expresar adecuadamente el malestar, canalizarlo hacia alguna actividad, por ejemplo, el deporte. También podemos buscar alguna persona de apoyo, a quien le podamos contar las cosas, preferiblemente no del entorno laboral o al menos no ponerla en una situación incómoda si es compañero de la persona con la que se tiene esa relación tóxica para evitar propagar la situación y generar bandos.
4. Pedir ayuda profesional, psicólogo y/o mediador. Por ejemplo, si vemos que la situación nos desborda y nos genera repercusiones importantes como insomnio o discusiones
Muchas cosas podremos hacer ante situaciones y personas difíciles. Está claro que no es fácil pero sin duda, a veces no estando pendiente de ella, tenemos que ser su sombra para ver cómo se mueve, que movimientos hace para saber cómo actuar en función de lo que hace.