Complícate la vida

El Granada CF ha sido fiel todo la temporada al lema de su campaña de abonados

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Foto: Granada CF
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El lema que eligió la agencia de comunicación encargada de confeccionar la campaña de difusión para sumar adeptos a la causa a principios de temporada ha resultado premonitorio. Todos han sido fieles a la consigna durante esta Liga, también durante el duelo del sábado. Había que ganar a Las Palmas, y se ganó. Pero antes -por convicción o por rutina- había que hacer el más difícil todavía y complicarse la vida, permitiendo un inquietante 0-2 en contra que supuso poner los dos pies en la Liga Adelante durante 20 minutos.

El Granada se ha acostumbrado a vivir con la angustia de caminar sin red por el delgado alambre de la competición, en un arriesgado ejercicio de funambulismo que hasta ahora, en campañas precedentes, se ha saldado con éxito. Pero convertir el riesgo en rutina es muy peligroso y suele acaba de mala manera. Podría conllevar un duro costalazo contra la realidad del que resulte muy difícil recuperarse.

Ese riesgo extremo se percibió el sábado en el coliseo del Zaidín. A los presentes se les encogió el corazón cuando el otrora pretendido Jonathan Viera sacudió los cimientos del estadio con dos apariciones fulgurantes que hicieron temblar las piernas a todos los rojiblancos. Bueno, a todos no. Rochina se atiborró de coraje y de fe y, favorecido por el 4-2-3-1 que le concede libertad para exhibir sus cualidades por toda la zona ancha, se echó a los hombros a sus compañeros y a los seguidores para levantar el partido. Primero, con un gol que podría haber repetido más veces esta campaña sin el empecinamiento de los técnicos en ahogarlo en la banda. Y, segundo, con un servicio excelente desde la esquina que, prolongado por Doucouré, amplió la gran racha de El Arabi.

La primera parte del valenciano fue estelar. Sin embargo, fue sacrificado en la reanudación ya que, para evitar la excesiva debilidad defensiva mostrada por el conjunto local, González cambió al 4-4-2 y le enclaustró en las orillas, donde bajó mucho su rendimiento hasta el punto de tener que marcharse a la ducha. Eso sí, antes de ello, volvió a dejar una dosis de la calidad de su zurda en el saque de esquina que Ricardo Costa cabeceó con furia a las mallas, lo que sirvió al equipo para culminar la remontada. Hasta entonces, nunca en la historia el Granada había logrado ganar un duelo en Primera tras ir perdiendo 0-2. Y ello también fue un premio para el central portugués. Costa llegó al equipo en el mercado de invierno con el convencimiento general de que ya había disputado los 100 mejores partidos de su vida. Su profesionalidad y carácter han abierto de nuevo esa lista. Todo lo contrario, por ejemplo, que Biraghi, quien ha materializado el milagro de jugar 31 partidos como titular en la mejor Liga del mundo. Los 100 mejores partidos de su vida están aún por llegar.

De cualquier manera, ya da igual lo que haya pasado hasta ahora. De nada sirve mirar atrás. No hay un ayer, ni un mañana. Solo vale lo que pase en Sevilla, donde los rojiblancos están, una vez más, obligados a sumar los tres puntos y esperar a ver si no hay que jugarse la vida en casa ante el todopoderoso Barça. A los granadinistas les restan ejercicios funambulistas por ejecutar en dos pistas más. Y un resbalón les condena de forma irremediable a una categoría que no hace tanto tiempo parecía una quimera alcanzar, pero que en la actualidad parece un infierno donde la vida sería mucho más complicada.