El fenómeno Rosalía exhibe su enorme poderío en Granada
La artista catalana conquista a un público entregado en la plaza de toros de la capital con éxitos como 'Malamente', 'Con altura' o 'Saoko'
"Graná, ¿qué dices?". Pasarán los años y el fenómeno Rosalía cobrará entonces toda su dimensión. A la catalana se la recordará como la gran artista española con proyección internacional de toda una generación y vanguardia musical. Esa proyección internacional es un hecho consumado desde hace mucho tiempo, pero cuando lo primero suceda, sus fans echarán la vista atrás y rememorarán aquel concierto de Granada ante una plaza de toros 'abarrotá', irrigada por el cegador juego de luces que acompaña a la cantante, un cuerpo de baile a la 'altura' de su dimensión y una puesta en escena conjunta simplemente espectacular.
Ante más de 9.000 'motomamis' y 'motopapis', la de Sant Cugat del Vallés hizo buena aquella mítica frase pronunciada una y otra vez por Lydia Grant en Fame: "Queréis la fama, pero la fama cuesta". El tercer concierto del Motomami World Tour, que llegó a Granada de la mano de Proexa, demostró que el éxito lleva detrás ingentes cantidades de trabajo. Horas de ensayo para que todo salga a la perfección. Para que el chorro de voz no se resienta a pesar de la tralla de un día y otro, la sincronización con el bailarín de turno sea exacta y hasta el operador de cámara entre y salga del escenario sujetando la steady cam con milimetrada precisión. Aunque, eso sí, en ocasiones entorpeciera la visión del público. Había otra cita irónica que hizo famosa a otra 'Faraona': "No baila, no canta, no se la pierdan". Rosalía baila, canta, salta, interactúa con su público, emociona, es carismática y no se deja nada dentro.
La imagen de las colas en el exterior del recinto para ser el primero y coger un buen sitio se sucedían ya desde la madrugada anterior. Decisión acertada. La primera fila tenía premio extra. Y de los gordos. No obstante, entradas se vendieron en los canales oficiales de venta hasta minutos antes de que comenzara el espectáculo... ¡Y a 56 euros! Los más sagaces, indecisos y procrastinadores solo tuvieron tiempo de avisar a su compañero de batallas tras pensarlo unos segundos, pagar y coger un taxi directo a Doctor Olóriz.
Al grito coral de '¡Rosalía, Rosalía!', los miles de fieles congregados en el coso granadino soportaban una espera amenizada con algunos temas de actualidad a modo de hilo musical. Y de repente, el éxtasis. Se apagaron las luces de la plaza y se encendieron las del escenario. En esas comenzó el tintineo y los acordes anunciadores de que algo muy gordo estaba a punto de comenzar.
Silbidos y alaridos de euforia. Más fuertes aún. Un ejército de 'motopapis' con cascos blancos fosforitos que entra gateando al escenario. Pero, ¿dónde estaba Rosalía? Era una de ellos. Como el homo erectus, la catalana se irguió sorpresivamente ante el desconcierto desbordado de miles de fans granadinos, pero también cacereños, ciudadrealeños o baezanos.
Era ella, la diva. La mujer que ha enamorado a todo un país con un estilo propio que no solo expresa en su música, sino también en su forma de vestir o comportarse sobre el escenario, y que aviva los debates estériles entre partidarios y detractores que no hacen sino ratificar su nuevo reinado. En Granada compareció con un vestido blanco 'estilo Rosalía', unas mosqueteras azules hasta la rodilla, trenzas largas que hizo aún más con extensiones postizas que luego se cortó ("Creo que me he cortado el pelo de verdad", llegó a reconocer entre risas) y, no es relevante pero ella misma quiso confesárselo a una fan, sin sujetador.
Así es Rosalía, natural y extravagante a partes iguales. Tras preguntarle a Granada que 'qué decía' arrancó el concierto con su Saoko. Ritmo que acompasó de Candy, Bizcochito y el primer gran hit, La fama, aunque la acústica no siempre le acompañó, a lo que hay que sumar la dificultad para entender sus letras, y hasta en ocasiones sus palabras, que por momentos no se sabe si pronuncia en español, inglés o japonés. Ahí hizo una parada. "Pocas ciudades me inspiran tanto como Granada. En un viaje de fin de curso viene y pude impregnarme de la Alhambra y el Sacromonte", confesó ante su entregado público.
Rosalía retomó entonces tocando la guitarra y cantando su Dolerme, para proseguir con Bulerías y el tema que le da nombre a su último álbum y a toda la gira: Motomami, el cual interpretó con su cuerpo de baile formando la figura de una moto de competición mientras en la pantalla se simulaba el pasar de los kilómetros. Tras cantar G3 N15 –que no son dos líneas de los buses de la Rober, sino un tema– interpretó Linda. Y ahí tuvo un primer momento de idilio con el respetable. Agarró la cámara para que la enfocara siempre a ella en plano subjetivo. "¿Cómo te llamas?" Y a continuación dijo todos los nombres posibles y coincidentes con el de su fan, que en realidad fue traída al mundo como Yanira.
Entonces, la artista bajó a la primera fila y tomó una de las varias pancartas que reclamaban su atención. Tomó el micro y se acercó a sus acólitas mientras comenzaba La noche de anoche, un tema que, como muchos otros, interpreta a dúo. En este caso, con Bud Bunny. Estando ella sola sobre el escenario el resultado fue igualmente emocionante. Pasó el micrófono por varias de aquellas, y en menor medida también aquellos, jóvenes que acamparon la noche anterior. Desgañitados pronunciaron aquello de "algo que yo no puedo evitar..." mientras en las pantallas gigantes rompían a llorar. Tan lejos siempre, en la tele como algo inalcanzable, y ahora su ídolo estaba allí, hablando y cantando sus éxitos junto a ellos.
Con el Abcdefg, Rosalía jugó al despiste. Dijo que la 'g' era de 'Graná' y negó que la 'z' fuera de 'zorra' como le sugerían sus incondicionales, acostumbrados a esta suerte de 'truco o trato' en sus espectáculos. Luego se arrancó con un popurrí reguetonero que incluía, entre otras, Papi chulo y La gasolina, sin olvidar el Yo x ti, tú x mí. A la catalana le habían 'soltado los grilletes' y saltó a Blinding Lights, Como un G o Con altura antes de despedirse con Chicken Teriyaki, Sakura y CUUUUuuuuuute. El adiós estuvo precedido de una nueva lectura de pancarta. "Rosalía, benvinguda a la teva casa. T'estimem", leía en voz alta y en catalán antes de coger un ramo de flores. "¿Me lo puedes pasar?", espetaba a un miembro de la organización.
Pasarán los años y el fenómeno Rosalía cobrará toda su dimensión. A la catalana se la recordará como la gran artista española con proyección internacional de toda una generación y vanguardia musical. Pero quizás entonces, Rosalía girará de forma que solo pueda reservar un puñado de conciertos para su tournée por España. Barcelona, Madrid y, lo típico, San Sebastián. O quizás continúe reservando una docena de fechas. Al fin y al cabo, este mismo Motomami World Tour pasará por ciudades como Nueva York, Chicago, Toronto, Washington, Buenos Aires, Sao Paulo, Bogotá, París, Berlín, Ámsterdam o Londres. No se puede adivinar el futuro, pero sea como fuere, lo cierto es que Granada ya siempre podrá decir que fue testigo de la cilindrada de Rosalía.