Condenado a dos años y medio de prisión por abusar del hijo de su sobrina en Motril
El acusado le dio un beso en la boca al menor, le tocó los órganos genitales y le pidió que se los enseñara, llegando a ofrecerle dinero
La Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) ha confirmado la condena de dos años y seis meses de prisión para un hombre por abusos sexuales al hijo menor de su sobrina, en Motril (Granada), al que se llevaba a hacer deporte con la excusa de que estaba "gordito".
En su sentencia, a la que ha tenido acceso Europa Press, el alto tribunal andaluz desestima así el recurso de apelación presentado y confirma la sentencia impuesta por la Audiencia Provincial de Granada contra este hombre de 63 años al que ya consta una sentencia firme por abuso sexual en 2003.
Los hechos ocurrieron en torno a 2016, cuando el tribunal considera probado que el acusado se encontró "casualmente" en Motril con su sobrina y su hijo, que en aquel momento tenía unos 13 años.
"Con el pretexto" de "observar que el menor estaba gordito" se ofreció a llevarlo a hacer deporte, a lo que madre e hijo accedieron. Así, el 12 de septiembre de ese año, sobre las seis de la tarde, el niño se fue con el acusado a andar en dirección a la playa de las Azucenas de Motril y cuando se encontraba por una zona poco concurrida le dijo "que le diera dos besos, ya que no había gente mirándoles".
Cuando el menor fue a hacerlo, el acusado le dio un beso en la boca con la intención de "satisfacer su deseo sexual", tras lo que le tocó los órganos genitales y le pidió que se los enseñara, llegando a ofrecerle dinero.
El menor se negó, también a tumbarse en el suelo como le pidió, tras lo que le arrojó contra él. El chico exigió volver a casa y durante el camino le instó a que no contara nada "porque no le iban a creer" y lo "encerrarían en un reformatorio". Le emplazó a volverse a ver el miércoles siguiente en el mismo sitio porque "ese juego había que terminarlo".
Ese mismo día en la vivienda la madre encontró al adolescente "mirando fijamente al televisor y pensativo", lo que le causó extrañeza; así como el hecho de que se duchara varias veces. El niño acabó en la cama de la progenitora llorando aquella noche, pero al preguntarle no contó lo sucedido.
Cuando llegó el día de volver a encontrarse, el acusado escribió al chico por whatsapp recordándole que habían quedado, a lo que la madre, que tenía el móvil, respondió que "ok", "se pone los tenis y va". El menor se negó a ir y tras insistir la progenitora acabó contándole lo sucedido llorando, según se expone en la sentencia, contra la que cabe recurso ante el Tribunal Supremo.