Consejos y razones para hablar de la muerte

Montse Esquerda, médico especialista en Pediatría y en Psicología, aporta una serie de consejos para evitar dolor y sufrimiento añadido al final de la vida

cementerio muerte lápida
Imagen de archivo de un cementerio
Europa Press
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La muerte nos asusta. Nos da miedo. Obviamente no queremos morir, ni que mueran nuestros seres queridos ni allegados, pero es algo que antes o después, sin que nosotros decidamos, ocurrirá. Una situación que debemos afrontar, y si es antes del momento, mejor.

Montse Esquerda es médico especialista en Pediatría y en Psicología, doctora en Medicina y máster en Bioética y Derecho, así como directora general del Institut Borja de Bioética de la Universitat Ramón Llull. Acaba de publicar 'Hablar de la muerte para vivir y morir mejor' (Alienta editorial), un manual en el que denuncia que todos "hemos convertido a la muerte en algo que callar", y en el que aporta una serie de consejos para evitar dolor y sufrimiento añadido al final de la vida.

Según explica en una entrevista con Infosalus, la muerte es un tabú, nos resulta tan difícil hablar de ella, pero esto es algo reciente, sucede desde hace pocas generaciones. "Es un nuevo tabú. En cierta manera es porque hemos perdido el acercamiento a la muerte y se ha convertido en un problema médico y técnico, a la vez que ha desaparecido ese acercamiento que había hacia ella en las casas. Al aislar la muerte hemos perdido la familiaridad de la muerte", denuncia.

Recuerda que, por ejemplo, antes velábamos a los muertos en casa, y ahora se vela donde hay profesionales que preparan al fallecido, en lugares que generalmente se encuentran en las periferias y que se cierran en la noche; algo que influye en todo esto en su opinión.

Cree en consecuencia que, tal y como reza el título de su libro, debemos hablar de la muerte para vivir y morir mejor: "El ser conscientes del límite de nuestro tiempo, de que tenemos un final, nos hace dar más valor al tiempo vivido. El hecho de que haya un límite del tiempo nos permite ser más conscientes del día a día. ¿Cuántas veces estamos preocupados por tonterías, o incluso proyectamos muchos proyectos y nos olvidamos del día a día?".

Por eso, dice que ese 'vivir mejor' es el valor que le da el ser más conscientes de que hay un límite en el tiempo; y 'morir mejor' porque morir se ha vuelto algo más complicado, implica decisiones médicas y sanitarias, y si no estamos acostumbrados a hablar de todo ello es más fácil que no tomemos buenas decisiones.

Cuidado con las conspiraciones del silencio

Además, Esquerda sostiene que muchas veces la medicina por defecto lo hace todo, "y esto produce daño", al tiempo que llama la atención sobre las 'conspiraciones del silencio', "una de las tradiciones que cuesta mucho explicar fuera en países anglosajones", y que consisten en que cuando la propia persona con enfermedad grave estando consciente es engañada por su familia que no le cuenta lo que realmente le sucede. "Esto no ayuda a tener buenas muertes porque no puede prepararse para este final, ni tomar sus propias decisiones. Por eso, las conversaciones para el final de la vida son para tener con tiempo y tenerlas muy habladas", insiste esta especialista.

Igualmente, preguntamos a esta doctora por el proceso de duelo, una etapa muy difícil en la vida de toda persona, y que no todos sobrellevamos de la misma manera. ¿Puede influir en ello el hablar de la muerte? A juicio de esta experta: sí.

"Igual que ha desaparecido el que ya no conocemos los rituales del final de vida, el duelo o las manifestaciones del duelo han pasado de hacerse de forma social a hacerse en privado, y se sienten más solas las personas en duelo", afirma la doctora Esquerda.

Incluso tenemos más prisa para que la persona esté bien en pocos semanas o meses, cuando es un proceso que, como mínimo según apunta, conlleva en torno a uno o dos años si ha sido una persona cercana. "Es como si no tuviéramos permiso para manifestar emociones negativas, que todo tiene que ser bonito en esta sociedad", apostilla.

Es más, Esquerda lamenta que, en muchas ocasiones, cuando las personas en duelo expresan que no están bien o siguen no estando bien no obtienen muchas veces respuesta en nuestra sociedad: "Las personas explican cómo los amigos les dejan de llamar, porque siempre están explicando lo mismo, pero es lo que uno está viviendo; en cierta manera hemos enviado el duelo a la intimidad, cuando el duelo necesita de personas, de conexión humana para poderse resolver".

Qué nos ha enseñado el Covid-19

En opinión de Esquerda, los tres aprendizajes que deberíamos haber aprendido de la pandemia, pero que no lo hemos hecho al 100%, según lamenta, son: la vulnerabilidad, el haberlo hablado, y una sociedad de cuidados.

"Hay una frase de Stalin que dice que 'una persona muerta es una tragedia, un millón es una estadística', y creo que la percepción al tener tantos números se ha convertido en una estadística más que en una transformación. Debemos ir por la vida más hablados porque muchas de las decisiones que se tomaron al final de vida se tomaron sin tener tiempo, ni fueron habladas, y a veces se tomaron decisiones de forma trágica", agrega.

Sobre el valor de los cuidados, la directora general del Institut Borja de Bioética de la Universitat Ramon Llul resalta que estos no deben depender de los profesionales, del sistema sanitario o de los servicios sociales, sino de toda una sociedad, aparte de que ve imprescindible la aceptación de nuestra finitud, el ser más conscientes de que somos vulnerables, frágiles y finitos.