"Creo que algo de cultura de mascarilla hemos cogido"
Los profesionales sanitarios Joan Carles March y Felisa Gálvez recalcan la importancia de emplear la protección para ayudar a los más vulnerables
España ha comenzado a andar una nueva senda en la convivencia con el Covid-19. Todavía no se han cumplido tres años de la declaración del estado de alarma para la gestión de la situación de crisis sanitaria ocasionada por el virus, pero la población ya asumió que la enfermedad llegó para quedarse tras pasar muchas etapas. El adiós a la mascarilla en el transporte público es uno de los grandes pasos que quedaban para el archiconocido 'regreso a la normalidad', aunque la primera jornada sin la norma estuvo marcada por la cautela. Joan Carles March, miembro del Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada y profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, y Felisa Gálvez Ramírez, enfermera y presidenta de la Asociación Andaluza de Enfermería Comunitaria, ahondan en el presente de la pandemia y hacen hincapié en la necesidad de proteger a las personas más vulnerables.
El regreso de la posibilidad de subir al autobús o al metro sin el cubrebocas ha llegado después de que la provincia haya registrado 27 muertos con coronavirus en las últimas 3 semanas. Los fallecidos se han repartido en 10, 9 y 8 respectivamente en los últimas tres actualizaciones de datos de la Consejería de Salud y Consumo. “La mortalidad es un problema que tenemos en España, no solo en Granada. El número de muertes siempre es un tema delicado y tenemos un número excesivo”, expresa Joan Carles March. El divulgador sanitario recuerda que las cifras de fallecidos con Covid-19 en el país han pasado de "900 en noviembre a 1.400 en enero", pasando por los "1.100" de diciembre.
Felisa Gálvez aprecia que el Covid-19 es "menos agresivo" en la actualidad, pero explica que “se han reagudizado todo tipo de infecciones respiratorias”. En su opinión, "se va a quedar cronificado y será similar a una gripe”. “Se van a seguir produciendo muertos y secuelas graves, pero al igual que puede ocurrir con una gripe”, desgrana la enfermera.
Joan Carles también destaca que, pese a que el número de muertes es "más elevado del que pensábamos”, "hay menos contagios e ingresos". “No existe la obligatoriedad, pero sí la responsabilidad individual”, manifiesta el docente de la EASP, que señala que "si el virus varía es para hacer daño", especialmente a personas vulnerables como trasplantados, inmunodeprimidos o quienes sufren enfermedades crónicas.
Cultura de mascarilla
Ahora que la mascarilla no es requisito indispensable en la rutina de los ciudadanos, la voluntariedad toma un papel clave. “Hay mucha más gente que llevará. Tendremos que verlo con el paso de los días, pero es bueno ser precavidos”, opina Joan Carles. “Creo que algo de cultura de mascarilla hemos cogido”, agrega. Uno de sus argumentos es que “estamos aún en época de frío y nos juntamos en interiores”, por lo que considera "recomendable" usarla. El investigador valora positivamente que en espacios como centros sanitarios o farmacias se mantenga la obligatoriedad, pues aporta un beneficio pedagógico para la ciudadanía.
Por su parte, Felisa sostiene que "los adultos, sobre todo los mayores, tienen mucha conciencia del uso de la mascarilla". "Tenemos un poco más de resistencia en los jóvenes, que dudan un poco de hasta que punto es útil", apostilla. “Las personas consecuentes, que no solo tienen el aprendizaje y han visto la importancia de proteger a los demás, deben avisar a los compañeros si se notan enfermos, mantener la distancia y una buena higiene de manos”, razona la presidenta de Asanec. Su creencia es que "la mayor parte de las personas lo van a hacer”.