Crítica de cine. 'Blue Jasmine': Woody Allen regresa a la tragi-comedia por la puerta grande
Cinco años han pasado desde que Woody Allen llevará a la gran pantalla una obra de tal calibre. ‘Blue Jasmine’ recuerda en ligeros toques a ‘Vicky Cristina Barcelona’, aunque se encuentra dotada de una supremacía lírica y fílmica con la que esta última no contaba hace años. Cate Blanchett supera el nivel artístico mostrado hace años por Penélope Cruz, Javier Bardem y Scarlett Johansson.
UN GUIÓN SENCILLO PERO ORIGINAL
El guion de ‘Blue Jasmine’ no nos muestra una joya en bruto, ni algo novedoso o que se haya visto en contadas ocasiones en el mundo del cine. Nos muestra una historia cotidiana, quizás demasiado trillada en estos lares cinematográficos muy pisoteados en los últimos años por la industria de Hollywood, pero la novedad (en esta ocasión) es que por primera vez lo vemos desde el punto de vista de las manos de Woody Allen. El director decide no compartir reparto con Cate Blanchett, Sally Hawkins, Alec Baldwin o Peter Sarsgaard para quedarse, una vez más, detrás de las cámaras en esta disparatada tragi-comedia. La historia se centra en los distintos caminos que toman las vidas de dos hermanas adoptadas: la rebelde, y la niña bien. La hija rebelde se conforma con poco, valora lo que tiene, y se introduce en un conformismo diario que acepta sin rechistar. Mientras tanto, la niña bien, crece entre fortunas, acepta los caprichos diarios de un marido rico que la consiente… hasta que este mundo se derrumba de la noche a la mañana y le toca, muy a su pesar, bajar al escalón más bajo que nunca podría haber imaginado tener que pisar: volver a compartir de la vida de bajeza y pobreza junto a su hermana.
UN PERSONAJE QUE NO DEJA DE EVOLUCIONAR
Si nos centramos en el personaje de Jasmine (Cate Blanchett), podemos reconocer en ella la riqueza y el gran poder no sólo por sus lujosas casas o sus caros vestidos de alta costura mundial, sino por lo mucho que adora el ‘aparentar’, y el sufrir en silencio las numerosas humillaciones extraconyugales de su marido de oro (Alex Baldwin). Woddy Allen nos irá intercalando en ‘Blue Jasmine’ ambas vidas, rica y pobre, por las que ha tenido que pasar su protagonista de una manera soberbia. Ligeros toques de ingenio, pequeñas situaciones de comedia que se terminarán convirtiendo en algo grande, y ligerísimas vueltas de tuercas finales a un personaje que no deja de mostrar que, para que uno consiga llegar a conseguir lo que quiere en la vida, siempre terminará necesitando el apoyo incondicional de alguien a su lado.
LA BANDA SONORA, OTRO ELEMENTO ‘MADE IN WOODY ALLEN’
Si hay un cineasta que sabe manejar y utilizar a la perfección la banda sonora en una película, tenemos que señalar directamente con el dedo a Woddy Allen. Cada pequeño fragmento musical que el espectador escuchará en ‘Blue Jasmine’ cuadra, de una manera perfecta, con el estado anímico que el director quiere mostrarnos de su personaje. Esta técnica sirve para acentuar, aún más si cabe, la esquizofrenia y depresión continua en la que nos sumergirá el personaje de Cate Blanchett a lo largo del largometraje.
Con unas actuaciones sencillas, unos escenarios bien seleccionados y adecuados para la obra, así como un elenco de actores brillantes, Woody Allen te trae ‘Blue Jasmine’ para que vivas, en primera persona, una de sus obras más divertidas y alocadas de sus últimos años. El director entierra el rastro de su anterior trabajo (‘A Roma con Amor’), o el gran éxito de crítica o público que supone su mayor éxito comercial hasta la fecha (‘Medianoche en París’), para traernos esta ópera prima que hará las delicias de los amantes y fanáticos al cine ‘made in Woody Allen’.
UN NUEVO ÉXITO COMERCIAL EN SU CARRERA
Tras rodar sus anteriores trabajos en ciudades como París, Roma o Barcelona, el director regresa a Nueva York y San Francisco para grabar sus nuevas aventuras en la gran pantalla. ‘Blue Jasmine’ cuenta, a fecha de hoy, con una recaudación superior a los 77M$, dato que le permite superar los 75M$ obtenidos por ‘A Roma con amor’, aunque se quedan lejos de los 151M$ que se embolsó el pasado 2011 con ‘Medianoche en París’.