Crítica de cine: Siempre Alice

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Fotograma de la película | Foto: Archivo
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Si excesivos alardes, con un lenguaje justo, sin profundizar en exceso dentro del mar espeso sin retorno de mal de Alzeimer, Siempre Alice nos lleva de la mano por el descenso inexorable de la protagonista en el pozo blanco, que borra los recuerdos y la realidad más inmediata.
La enfermedad es la compañera de viaje, inesperada, de esta profesora de lingüística.

Dos partes bien diferenciadas: la primera, desde la perspectiva subjetiva del personaje principal, la segunda, más endeble, el impacto sobre la familia.

Unas metáforas visuales sencillas, como es el rodear a la activa profesora de un entorno borroso, turbio, nos insinúan con levedad el vacío, el aislamiento en que se sumerge Alice/Moore, desorientada, aterrada ante el monstruo sin cara que la amenaza mordisco a mordisco, que desinfla su vida a dentelladas calladas.

Julianne Moore soporta el peso y sujeta la película con solvencia. Sin su actuación, que rebasa con creces a la del resto de un reparto, en ocasiones meros rellenos, apenas esbozados en grisalla, la cinta carecería de la fuerza que suficiente, de la emoción contenida en que sumerge al espectador. Sin ella quedaría reducida a simple producto televisivo de tarde soporífera de domingo.

FICHA TÉCNICA 

Directores: Richard Glatzer y Wash Westmoreland
Reparto: Julianne Moore, Alec Baldwin, Kristen Stewart, Kate Bosworth y Erin Darke.
Título original: Still Alice
Nacionalidad: Usa
Duración: 99 minutos.
Géreno: Drama.
Fotografía: Denis Lenoir
Banda sonora: Ilan Eshkeri

Valoración: 3/5