Honor para un Covirán que no perdió la fe en la tormenta del Palau (80-69)

Contra todo y contra todos, una vez más, los rojinegros han tirado de garra para pelear hasta el final un encuentro en el que Thomasson acabó expulsado

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Lluís Costa y Kwan Cheatham en el encuentro ante el Barcelona | Foto: ACB Photo
Ainoa Morano
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Calamitoso. Inexplicable. Doloroso. Muchos son los adjetivos que se le pueden poner a esta nueva derrota del Covirán Granada (80-69). Especialmente porque no se ha perdido por la imparable superioridad del rival, ni por malas decisiones o un mal partido de los granadinos. Un encuentro con dos antideportivas y tres técnicas en contra es casi imposible de ganar.

Con las ausencias de última hora de Germán Martínez en el lado visitante y de Nico Laprovittola en el local, así como con la novedad de Jonathan Rousselle, comenzó un encuentro en el que el Covirán Granada no tenía nada que perder. Saltó con energía y con las ideas muy claras el conjunto dirigido por Pablo Pin a la pista del Palau. Aprovechando el estado de letargo con el que el Barcelona arrancó el juego, los rojinegros colocaron con rapidez el 2 a 8 en el marcador.

Juego rápido, compartiendo el balón y una defensa muy agresiva, los mandamientos de los granadinos para la temporada dieron resultado en un primer periodo marcado por los errores ofensivos de ambos conjuntos. Tuvo el Barcelona la oportunidad de recortar distancias desde la línea de personal con un técnica algo cuestionable sobre Thomasson, pero la suerte no sonrió a los de Grimau. Tan solo seis puntos en siete minutos para los locales, que firmaban un poco habitual 0/3 en triples y 0/3 en tiros libres, hizo que la esperanza de dar la campanada aumentase en el plantel granadino. Sin embargo, una leve reacción al término del periodo de los culés gracias a la entrada en pista de Abrines y Willy dejó el parcial en un corto 11 a 15.

El momento de felicidad y de esperanza duraría poco para el Covirán Granada. Aunque en los primeros minutos del segundo cuarto el planteamiento ofensivo y defensivo de los rojinegros siguió dando sus frutos, enfrente se encontraba todo un Barcelona que no tardó en sacar toda la artillería que guardaba en su banquillo para devolver el encuentro a su cauce más lógico. Sobrevivió el conjunto de Pablo Pin hasta el ecuador del segundo periodo a pesar de la férrea defensa planteada por los locales. El 15 a 22 sería el último marcador que reflejase una ventaja algo más holgada para el Covirán. Jabari Parker asumió el rol de líder para la esperada remontada. En el lado opuesto, David Kramer fue el único que logró encontrar los minúsculos espacios que dejaba la defensa blaugrana para mantener con vida a su equipo de cara a la segunda parte del encuentro (35-31).

De regreso al parqué, el gran objetivo de Covirán Granada debía pasar por neutralizar el posible buen arranque del rival para evitar que la ventaja de los locales se fuese a una distancia insalvable. Lo ideal hubiese sido poder hablar del juego de ambos equipos, de quién planteó una mejor defensa o quién fue el jugador determinante para uno u otro. Sin embargo, como siempre ocurre con los partidos del Covirán Granada, los árbitros toman un protagonismo indeseado. Con el 43-35, máxima ventaja para los de Grimau hasta el momento, los rojinegros supieron mantener la cabeza en el partido y no bajar los brazos. Su fe y su confianza los llevó a igualar el encuentro con un parcial de 0 a 8. Aquí los colegiados decidieron intervenir.

La vara de medir de los árbitros ha sido claramente diferente en función del lado de la pista en el que se produjese el contacto, siendo el Covirán el damnificado. Era obvio. Una técnica perdonada a Óscar Da Silva, contactos más que claros sobre los jugadores granadinos que quedaron en nada y un técnica a Thomasson más que cuestionable que lo mandó directo a vestuarios. Inexplicable. Las decisiones arbitrales, lejos de terminar de liquidar a los de Pablo Pin les ayudó a sacar una rabia que transformaron en triples para llevar el tercer cuarto al 54-54 final.

Solo restaban diez minutos y había que dejarse la piel en la pista. El último cuarto empezó, como no, con una antideportiva a Artur Konontsuk y una técnica a Pablo Pin por protestar. No se podía perder la dinámica del partido. El Barcelona sobrevivió a la fe rojinegra gracias a un Rokas Jokubaitis estelar que acabó el encuentro con 20 puntos en su casillero. El parcial de 6-0 de inicio para los blaugranas fue contrarrestado por dos triples consecutivos de Kwan Cheatham, el mejor jugador rojinegro de este encuentro y otro de Lluís Costa. El 65 a 66 en el luminoso sería la última vez que el Covirán se viese por delante en el marcador. A falta de tres minutos para acabar el partido, Pablo Pin pidió a sus jugadores dejar las quejas a un lado y seguir luchando. Lo intentaron, pero las fuerzas ya no alcanzaban. No pesaban las piernas, pesaba una moral golpeada una y otra y otra vez por las continuas decisiones arbitrales que siempre perjudican al mismo equipo. El Barcelona se llevó la victoria por 80 a 69, pero el Covirán puede regresar a casa con la cabeza muy alta. Se ha competido, se ha luchado hasta el final. Solo se pedía eso. El siguiente gran objetivo y el más importante es Palencia.

Ficha del partido:

Barcelona: Da Silva, Vesely, Brizuela, Kalinic, Satoransky - quinteto titular - Paulí, Nnaji, Jokubaitis, Hernángomez, Parker, Parra, Abrines

Covirán Granada: Felicio, Costa, Cheatham, Tomàs, Thomasson - quinteto titular - Díaz, Martínez, Rousselle, Konontsuk, Kairys, Iriarte, Kramer

Parciales: 11-15; 24-16 - descanso - 19-23; 26-15

Árbitros: Miguel Ángel Pérez Pérez, Jorge Martínez Fernández y Alberto Baena

Incidencias: partido correspondiente a la Jornada 12 de la Liga Endesa disputado en el Palau.