Maná atraviesa el tiempo en Granada

La banda mexicana hechiza una plaza de toros abarrotada con cerca de 15.000 fieles rendidos a unos temas que son ya himnos

Concierto de Mana en Granada
El vocalista de Maná Fernando Olvera flota en un momento del concierto en la Plaza de Toros de Granada | Fotos: Antonio L. Juárez
Miguel López Rivera
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La grandeza de una banda se puede medir por el número de canciones que se saben quienes no son fans incondicionales. Eso mismo pasa con Maná. Uno cree que solo conoce dos o tres de sus éxitos, cuatro a lo sumo, pero luego echa cuentas y resulta que puede recitar fácil diez temacos de memoria. Temacos convertidos en himnos para varias generaciones a lo largo de cuatro décadas que pusieron patas arriba a los cerca de 15.000 fieles que abarrotaron una Plaza de Toros de Granada completamente entregada.

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El grupo mexicano se hizo de rogar. En el tiempo, pues llevaban postergando varios años su vuelta al ruedo granadino, y también en el concierto, que empezó con varios minutos de retraso, como suele ser habitual en estos casos. Así que la primera música fue de viento ante la impaciencia de un público dispuesto a vivir una noche memorable en este frenesí musical en el que ha devenido la Monumental de Doctor Olóriz. Entonces llegó la hora. Las luces se apagaron, la pantalla de leds apaisada que ejercía a modo de telón subió hasta situarse en lo más alto del escenario y la 'Manámanía' –escribámoslo así, con dos tildes– poseyó a un coso embargado por la emoción.

Era la seña. O más bien la 'señal', pues con dicha canción –Manda una señal– se arrancaron Fernando Olvera, Juan Calleros, Álex González y Sergio Vallín. En la siguiente, De pies a cabeza, llegó el primer guiño a Granada cuando el vocalista de Maná parafraseó la letra con un inequívoco "quién te hará el amor aquí en Granada". Y a su conclusión, los acordes dieron paso a la primera conversación intimista con el público, que empezó con una confesión: "Buenas noches Andalucía. Estamos encantados de volver a esta hermosísima ciudad, con los andaluces, que son alucinantes. Nuestros corazones los extrañaban muchísimo, pero se nos cruzó la pandemia y otras cosas que estaban inconclusas".

Álex 'El Animal' González protagonizó un espectacular 'solo'.

Tan herido estaba el órgano vital de la banda por el tiempo de demora transcurrido que lo siguiente que tocaron fue Corazón espinado. Acto seguido vino Hechicera, con nuevo guiño a Granada, y justo inmediatamente después, otro temazo como Labios compartidos. Va por cinco canciones y usted seguro que ya ha tarareado tres. Pues ahí van dos más, ¿Dónde jugarán los niños?, que vino con speech de concienciación medioambiental y performance a modo de elefante, y Vivir sin aire. Eso fue lo que estuvo a punto de pasarle a Fher cuando decidió sacar un vaso para tomarse "un trago a la salud de los granadinos, la tierra de Lorca", antes de Mariposa traicionera. "Estos perros cada vez los sirven más cargados", resumió para provocar las carcajadas de la turba enfervorecida.

Tras homenajear a sus compatriotas Juan Gabriel y José Alfredo Jiménez con sendos tamaños 'cover' de Se me olvidó otra vezSigo siendo el Rey, aunque en realidad los reyes –sin princesa, eso sí– fueran ellos, la banda hizo sonar en Granada Oye mi amor Me vale. Vale, pues ahora viene un momentazo. El que protagonizó Álex 'El Animal' González, baterista del grupo, durante diez minutos en los que cogió las baquetas y se marcó un 'solo' que se podría sintetizar con el típico palabro periodístico de 'histórico' o 'memorable', pero al que únicamente le merece el calificativo 'acojonante'. Por arriba, por abajo, de lado, por delante, por detrás, pasándose las baquetas por debajo de las piernas. Y así sin parar. Los símiles canallas se han quedado a huevo, pero nos los ahorramos.

Porque Maná es 'su religión' y a los dioses se les respeta. Lo hicieron sus devotos, llegados a Granada de Málaga, Murcia y hasta Santander. También había venezolanos y, por supuesto, mexicanos que ondearon sus banderas al viento. Hay que estar orgullosos de quien lo merece porque la verdadera resiliencia radica en no quedarse 'llorando en un río' o Clavado en un bar mientras esperas al amor de tu vida en El muelle de San Blas o a tu grupo favorito en tu ciudad. Durante el tiempo en el que eso sucede, pasa El reloj cucú y 'no para de llover'. Venga, ahí llevan un buen puñado de canciones más que seguro que también se saben. Y otra, Rayando el sol, con la que cerraron el espectáculo tras casi dos horas y media dándolo todo.







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