Triunfo, derrota bética y un año más en ACB para el Covirán Granada (73-62)
Una final de infarto para un Covirán Granada que volvió a remontar contra todo pronóstico y con un Real Betis que cayó en el último segundo ante el Madrid
El Palacio de las grandes citas. Sangre en los ojos en los jugadores de Covirán Granada. Misma sensación que en Sevilla. Era ahora o nunca. Los rojinegros se jugaban la permanencia en la ACB. Se necesitaba la victoria, una condición para la salvación que llevó a los granadinos a pelear cada balón como si se les fuese la vida en ello. Con el temido inicio de partido superado con relativa solvencia gracias a un Luke Maye guerrero que tiró de la anotación de los suyos en los primeros minutos. Las gradas del pabellón del Zaidín, tintadas de rojo en su totalidad, querían fiesta, querían ganar, pero primero les tocaría sufrir.
Tras un breve intercambio de fallos en el plano ofensivo de ambos conjuntos, Joventut tomó la delantera aprovechando su superioridad física y la falta de oposición de los pívots rojinegros en la zona. Covirán lo intentaba, pero esa pizca de suerte que a veces hace falta esta vez no sonreía a los de Pablo Pin. Con el 5 a 13 en el luminoso, el técnico granadino se vio obligado a parar el cronómetro. Los nervios, la responsabilidad con un club, con una ciudad, la presión del momento, todo esto afloró y Covirán Granada se encontró con su primer momento complicado del encuentro. Con la rotación del banquillo, los rojinegros encontraron el camino a seguir de la mano de Christian Díaz. Dos puntos del canario y un triple de Thomas Bropleh devolvieron la esperanza a la plantilla y la afición. Los granadinos tenían opciones de ganar, Joventut no estaba oponiendo resistencia, solo tenía que confiar.
Con el 14 a 19 en el marcador arrancó un segundo cuarto frenético. Thomasson no terminaba de encontrarse en el partido, esa seguridad en su juego que mostró en Sevilla no estaba dando la cara en Granada. En su lugar apareció un Thomas Bropleh que no pensaba dar esta final por perdida. Ocho puntos consecutivos del cañonero de Denver colocaron a los de Pablo Pin a solo un punto de distancia. La remontada era posible.
El plantel de Carles Durán subió su intensidad lo justo y necesario para que su juego interior se tornase en un muro inquebrantable. Parra, Tomic y Birgander fueron la pesadilla de los pívots locales, una defensa en zona penetrada únicamente por David Iriarte, Michael Caicedo y Luke Maye. Cada posesión, una batalla. El canterano blaugrana firmó dos mates consecutivos que volvieron a apretar el marcador, para que segundos después, Thomasson anotase su primer triple del encuentro. Cuando más cómodo se encontraba Covirán Granada sobre el parqué del Palacio, regresó la maldita ansiedad. Dos rebotes defensivos consecutivos de Youssou Ndoye, que tan solo había disputado unos pocos minutos del primer periodo y regresó a pista para el desenlace del segundo, acabaron en dos pérdidas consecutivas en línea de fondo que impidieron recortar distancias. 31-35 al descanso y Betis, mientras tanto, empatando a 38 en el Wizink Center.
Sensaciones extrañas en el descanso. En los alrededores del Palacio se escuchaba un leve murmullo que mencionaba constantemente lo que ocurría en tierras madrileñas. Pero primero había que ganar en Granada. De regreso al juego, la grada y el equipo entendieron que era ahora o nunca. Thomas Blopeh volvió a ser la referencia ofensiva de los rojinegros, pero sin la ayuda de sus compañeros era prácticamente imposible detener la apisonadora en la que se había convertido Joventut desde la línea de triple. Uno tras otro, sin dificultad alguna, los de Carles Durán lograban mantener una ventaja relativamente cómoda en el marcador, distancia que Covirán no logró recortar al término del tercer periodo. En Granada, un 47 a 52 que dejó en absoluto silencio a las más de ocho mil personas que ocupaban las gradas del Palacio. Mientras, en Madrid, el Real Betis ya ganaba al actual campeón de la Euroliga.
Solo diez minutos separaban a los rojinegros de la gloria o el infierno. Solo diez minutos para seguir soñando con la ACB o volver a la LEB Oro. Dos tiros libres de Thomas Bropleh, un triple de Lluís Costa y una canasta de Caicedo tras robo hicieron que el Palacio se viniese abajo. El banquillo pedía más a su afición, tenía que ser un infierno rojo. Pasaban los minutos y las pulsaciones ya no se podían controlar. Covirán Granada dominaba en el marcador tras un triple de Thomas Bropleh, una vez más el cañonero de Denver salvando al equipo en el partido más importante de la temporada, pero el Real Madrid no lograba darle la vuelta al marcador en su propio pabellón. Sin derrota bética no habrá paraíso. Paró el partido Carles Durán con el 60 a 55, un tiempo de reflexión que acabó con una técnica incomprensible al banquillo rojinegro. Por suerte, Kyle Guy falló sus dos tiros libres. La vista y el pensamiento poco a poco se iban a Madrid. 62 a 59 en el marcador, pero casi no importaba ya lo que pasaba en la ciudad de la Alhambra. Los de Chus Mateo no podían o no querían plantarle cara a los de Casimiro. El final se acercaba y todo apuntaba a que el desenlace más triste llegaría a Granada. Sin embargo, esto es baloncesto, un deporte imprevisible. Una canasta del Real Madrid a falta de tres segundo para el final de su partido fue cantada por toda la grada del Palacio. En el cronómetro del pabellón del Zaidín restaba poco menos de un segundo, pero la permanencia ya era un hecho. Lágrimas, emoción por doquier y un cántico que se seguirá repitiendo. ¡Que sí, joder, que somos ACB!
Ficha del partido:
Covirán Granada: Bropleh, Renfroe, Maye, Ndoye, Thomasson - quinteto inicial - Costa, C.Díaz, J. Díaz, Tomás, Niang, Caicedo, Iriarte
Joventut Badalona: Guy, Brodziansky, Feliz, Parra, Tomic - quinteto inicial - Kraag, Busquets, Rodríguez, Ventura, Vives, Birgander
Parciales: 14-19; 17-16 - descanso - 16-17; 26-10
Árbitros: Miguel Ángel Pérez, Jordi Aliaga y Javier Torres
Incidencias: partido correspondiente a la Jornada 34 de la Liga Endesa disputado en el Palacio de Deportes con 8.319 espectadores.