Los faros de un coche: cuándo y cómo cambiarlos
La recomendación indica que se deben sustituircada 50.000 kilómetros, siempre y cuando no se haya producido un daño previamente
La iluminación es un factor clave en la conducción. La correcta situación de los elementos que aseguran la visibilidad es una prioridad para que el conductor y los pasajeros circulen con todas las garantías de seguridad, en aquellos días nublados o de lluvia así como durante la noche. La información sobre los faros es un buen referente para conocer cómo sustituir un elemento que resulta esencial, pese a que los usuarios tienen el hábito de acordarse de él cuando sufre algún daño. El mantenimiento y su correcto uso, así como el proceso de sustitución son acciones importantes que garantizan una prolongación de su vida útil y la mejor visibilidad, lo que se traduce en mayor niveles de protección ante los riesgos al volante.
El momento del cambio de un faro no se produce únicamente cuando éste ya no funciona. Al igual que otras piezas de un vehículo, el paso del tiempo afecta y desgasta las capacidades de su funcionamiento. Pese a que, aparentemente, la luz sea la correcta, ésta podría haber reducido su luminosidad, que en algunas situaciones supone una pérdida del treinta por ciento. Este desgaste se debe a diferentes factores, como el propio uso de los mismos o los riesgos a los que estos elementos se someten durante las veinticuatro horas del día. Los pequeños impactos, algunos indetectables para el conductor, se producen con bastante frecuencia. Además, el deterioro en condiciones climáticas extremas, como el frío o el calor en niveles intensos en invierno y verano respectivamente; es otro motivo del desgaste. Ocurre lo mismo en situaciones de nieve, viento o lluvia.
La recomendación indica que se deben sustituir los faros cada 50.000 kilómetros, siempre y cuando no se haya producido un daño previamente que obligue a acelerar este proceso. En la escala temporal, si no se alcanza esta cifra, se deben sustituir entre los 24 y 36 meses. Los faros delanteros son los que percibe directamente el conductor y aquellos que ofrecen una iluminación directa sobre lo qué ocurre en la carretera. Igualmente, la importancia de las luces ubicadas en la parte trasera, y que responden a las señales auxiliares, es alta y ellas también deben seguir el proceso de cambio correspondiente. En la zona frontal, los vehículos disponen de, como mínimo, dos tipos de luces que tienen sendos ejemplares en cada lado. Los faros se sustituyen por parejas. No es buena idea cambiar uno y no hacerlo con su equivalente.
Proceso de sustitución
El cambio de la bombilla de un faro es un proceso que se adapta a todos los perfiles de público. Con la información adecuada y un poco de paciencia, un particular puede realizar este cambio y disponer de una iluminación renovada en su vehículo. Este paso debe hacerse con el motor apagado y en frío, así que es recomendable esperar al menos diez minutos para poner en marcha la sustitución. La intervención no solo se realiza en la zona de los faros, ya que, inicialmente, hay que abrir el capó y desconectar el terminal negativo de la batería del automóvil. Este es un mecanismo de seguridad que evita el riesgo de accidente.
La parte más técnica empieza ahora, con la desconexión del conector de la fuente de alimentación. Para llegar a este punto, hay que acceder a la zona superior del grupo óptico de los faros, lo que puede implicar algunas acciones como la retirada de la carcasa del filtro del aire y el desmonte de la unidad de control del motor, la batería o el tanque de expansión. El elemento protector se retira mediante una acción de presión y giro, que sigue el sentido opuesto a la de las agujas del reloj. Esta acción puede ser dificultosa y requerir el uso de un destornillador. El retén de la bombilla se suelta antes de desconectar la posición de los contactos en su base. La sustitución debe realizarse con la conexión desactivada, ya que el usuario podría entrar en contacto con la corriente si no fuera así. Hay que recordar dicha posición para la futura colocación de la pieza nueva, así que es una buena idea hacer una fotografía con el teléfono móvil. La bombilla antigua se retira y es el momento de colocar el nuevo elemento. Los contactos se conectan de la misma manera en la que estaban previamente, para garantizar que todo funcione correctamente.
El proceso de sustituir las bombillas de los faros de un coche requiere de cuidado y tacto, ya que es un elemento muy delicado al que cualquier componente exterior puede afectar directamente. En ese sentido, es recomendable el uso de guantes durante todos los pasos. La huella dactilar sobre la ampolla de vidrio puede influir en el nivel de luminosidad posterior. Cualquier impacto, además, puede suponer un daño irreparable, así que hay que tener paciencia y realizar movimientos suaves.