Cuando llegue septiembre

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Pedro Sánchez, en la fallida sesión de investidura del jueves 25 de julio | Foto: Europa Press
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Cuando llegue septiembre todo será maravilloso, cantaba Bobby Darin en 1961, tema central de la película del mismo año y título, que fue versionado por nuestra paisana Gelu. Tras la sesión de ayer, fracasada la segunda votación de investidura, el estribillo con casi sesenta años de antigüedad parecía convertirse en canción del verano en este 2019 de frustración política, según declaraciones de distintos portavoces y colores.

Es decir, que no haya habido investidura de presidente no significa automáticamente que se convoquen elecciones anticipadas, pues existe plazo para un nuevo intento, un plazo que prescribe el 23 de septiembre, según los plazos que echaron a andar el mismo día en que se fijó este debate ahora pasado, en el que la propia fecha parecía ideada para que encajasen los tiempos y la nueva convocatoria resultase a mediados de noviembre, más o menos, procurando eludir la coincidencia con el puente de Todos los Santos.

Pasemos por encima del pequeño detalle subliminal: hablan de septiembre. Llevamos sin gobierno constituido y con un ejecutivo en funciones desde el 28 de abril. A esos tres meses deberían añadirse otros dos que transcurrieron en ambiente de provisionalidad desde que se disolvieron las Cortes y se convocaron las elecciones. Pero para sus señorías la prioridad en agosto son sus vacaciones, que no tienen suficientes al año y estos estresantes días les impiden renunciar a su mes de relax veraniego. Así que al salir de la votación expresaron sus esperanzas de que en septiembre pueda haber negociaciones y acuerdos que impidan -entonces sí- una nueva convocatoria electoral. Tenemos la clase política más profesionalizada -y extensa- de Europa pero en llegando agosto cerramos por vacaciones y todo lo demás ya lo veremos en septiembre. De la importancia que le dan a su trabajo -por el que les pagamos- basta esa panorámica del Congreso y sus señorías ajenas al discurso de turno y centrados en sus móviles y su ‘tablet’…

El optimismo es una virtud. Agradezcamos esa confianza de sus señorías mientras los demás no encontramos atisbo alguno que invite a pensar en ese acuerdo hipotético. ¿Es que en septiembre Casado y Rivera ya no preferirán estar cuatro años espetando al improbable Sánchez que depende de los independentistas? ¿Es que en septiembre Rivera, que llegó al escenario político con una imagen de moderación, ya no repetirá hasta la extenuación lo de “banda” cada vez que se refiera a Sánchez y sus improbables apoyos? ¿Es que en septiembre Sánchez ya habrá renunciado a su ‘idea L’Oreal’: ‘porque yo lo valgo’? ¿Es que en septiembre Iglesias habrá renunciado a ser ministro pero no renunciará a sabotear la posibilidad de acuerdos? Por cierto, ¿dónde están las rectificaciones de tantos como desde PP, Ciudadanos y Vox daban por hecho el pacto PSOE-Podemos y tildaban las tensiones del debate y la negociación como un “teatrillo” para la galería?

En septiembre estaremos ya muy cerca de la sentencia a los políticos supremacistas catalanes. Con esa sentencia en la mano, los independentistas intensificarán su discurso victimista, ese ejercicio tan querido por los catalanes, bajo cuya bandera convocarán elecciones anticipadas en aquella autonomía. Todo volverá a gravitar sobre ese castigo que nos llega a todos desde el nordeste peninsular. Mejor tener gobierno para entonces, pero el hecho es que no tenemos ni se divisa en el horizonte. Y en caso de haberlo habido tras la sesión de ayer, sería un ejecutivo en alta inestabilidad. Se habla de gobiernos de coalición que son corrientes en Europa, pero en tales casos la suma de dos partidos da mayoría absoluta, lo que no hubiera sido así en el frustrado PSOE-Podemos. Y más: si se repiten elecciones el resultado será muy parecido al actual. El día de la marmota...

Cuando llegue septiembre, cantaba Gelu en 1961, “tu amor me dices que al fin tendré por siempre. Y es por eso que yo tú sabes que estoy tan impaciente”. Me temo que este estribillo no es asumido en este 2019 por Sánchez, Casado, Rivera, Iglesias o Abascal.