Dani visita Urbanismo y Medio Ambiente

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Edificio de la Gerencia Municipal de Urbanismo y Obras | Archivo GD
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Mal sitio has elegido para comenzar, Dani. Pero total, si te gusta pisar los charcos…Lo advertí: Dani es de todo menos políticamente correcto. Y dispuesto a contar lo que vé, lo que a veces no cuentan los periódicos, y que es el día a día de muchos ciudadanos. Él se atreve. Si no lo hace ahora, que aún es un niño…

Ni corto, ni perezoso, se ha encaminado a las Hermanitas de los Pobres, donde deben haber instalado toda una mezquita, por lo mucho que da que hablar en estos días. Aunque Dani piensa que más que a construir una mezquita, a lo que se están dedicando es a jugar a las sillas. Nadie está donde estaba antes. Todos han cambiado de lugar. Los que estaban en una, ahora están en otra. Eso sí, mucho más alta. Ahora miran de arriba abajo. Y los de antes, de abajo arriba. Son binomios. Como los de Cánovas y Sagasta. Esto sí que es divertido. A fin de cuentas, la operación Mezquita, más que disputas políticas, son una amalgama, una mezcla de odios, envidias, recelos entre personal y funcionarios de allí, que terminan salpicando a los políticos. Amigos de amigos, con otros tristes episodios en la función pública. Una conjura por una unión de venganzas. Además, si no salpicara a políticos, no sería noticia…Como decía Petrarca: “La razón habla y el sentimiento muerde”.

Pero a Dani, lo que más le atrae, es saber quién ocupa ahora las sillas. El otro día, como todos los años, se interesó por la fiesta a la que acude antes de las vacaciones de Navidad. Pero este año, le dijeron que no se iba a celebrar. Por lo visto, aun siendo el mismo lugar, mismo número de personas, idéntica celebración... el funcionario, el mismo que la informó en años anteriores, mirando en esta ocasión de arriba abajo, les dijo “que el problema no era de este año, sino que en años anteriores no les tenía que haber dado el permiso” . Dani dice que debe tratarse de una excusa, y que si fuera verdad, aún no sabe porqué si se equivocó en años pasados y puso en peligro la integridad de los que acudieron, hoy está en una silla tan alta, y no lo han colocado, como mucho, en la de pegar sellos y a hacer fotocopias…

Lleva razón mi hijo imaginario. Los periódicos distraen nuestra atención pretendiendo hacernos ver que el follón de la administración pública está en los políticos y sus enchufados de fuera: el primo, el hermano, la querida, el perro de la querida…pero no. Esos también. Los más llamativos. En cambio, no adquieren la condición de noticiables, los verdaderos destrozos y desmanes en el interior de la función pública, los combates liberados entre los propios funcionarios. No todos, por supuesto, Pero sí aquellos que cada cuatro años cogen el megáfono para acusar a los políticos, y lo apagan, si todo va bien, en los cuatro años siguientes. Como siempre: “La moral se esgrime cuando estás en la oposición. La gestión pública, cuando se obtiene el poder”.

¿Lo véis? El discurso de Dani es el de las moscas cojoneras. Aún se pregunta dónde la gestión de calidad, dónde la mejora en la atención pública, dónde el servicio inmediato al ciudadano, dónde la eficacia de las unidades administrativas… Barajan tanto y tanto las cartas que al final, nadie está donde debe estar. Colocan al mediocentro de portero, y al defensa central de extremo izquierda… así nos va. Y si no, pasen revista a todos los cambios que han hecho ahora… aunque el de las fotocopias sigue siendo el mismo… gracias a Dios.

Pero Dani se consuela. Cree que aún quedan muchos verdaderos profesionales de la gestión pública, ensombrecidos, eso sí, porque en los puestos más relevantes están los del megáfono. Es una pena, pero es así. Si fuera solo ello, estos no se distinguirían mucho de cualquier otro funcionario en cualquier otra administración, autonómica o estatal… pero aquí no. En la administración local, se han metido en el barro. Han hecho de juzgadores. Lo que antes era motivo de interpretación administrativa pero valoración y control judicial, ahora es una herramienta para acusar y despojar de los cargos, políticos, (ya lo sabíamos), pero ahora también funcionariales.

Dice Dani que qué más da, que lo saben. Que saben del desprestigio que causan a la institución, a la ciudadanía. Lo saben, pero lo obvian como consecuencia inevitable de la guerra. Y mientras tanto, que continúe el espectáculo. El de los unos y el de los otros. Mientras tanto, nosotros, los ciudadanos de a pié, los mismos que los políticos creen haber desviado votos a su favor con la balanza cuatrienal mediante actuaciones como ésta, asistiremos impávidos al circo. Con fuegos de artificio y todo. Preguntándonos si las guerras les distraen de su eficacia gestora que es la que en realidad reclama Dani. Preguntándonos si alguna vez entenderán que esto lo único que va es en detrimento de sus propias credibilidades. Que siga. Es osado y peligroso, pero a veces es hasta divertido.