Daymé Arocena asombra por sus facultades y simpatía en Jazz en la Costa

Bajo la protección de Yemayá, la diosa del mar y la mujer en la religión afrocubana, Jazz en la Costa brilló en el festival de Almuñécar

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Daymé Arocena durante el Festival de Jazz | Foto: Gabinete
Gabinete
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De estatura menuda, Daymé se crece en el escenario hasta multiplicar su tamaño. La energía desbordante parte de la tradición de los cantos santeros, de la rumba y el guaguancó y todos los ritos ancestrales del sincretismo religioso cubano. Pero su alegría  vital es solamente suya, y la comparte. En Almuñécar -con un lleno completo- arrebató el corazón a los espectadores. Tanto, que al final se quedó sin ejemplares de discos para vender, firmados y ‘achuchados’, que para eso es por lo que los vende, como dijo con picardía.

Descalza y vestida de blanco, como corresponde a alguien que se ha “hecho santa”, comenzó su actuación con una introducción invocando a sus santos para bendecir el concierto. Alabanzas a las deidades de la fe de la santería, con aciertos en los colores por parte del encargado de iluminación: azules para Yemayá; amarillos para Ochún…

Tras ella un trío (que hasta última hora no se conoció, cosas de la peculiar administración cubana) con un percusionista, bajo y un teclista muy tumbador. Ella ejerce de directora fraternal encantada de sus acompañantes. Sus canciones, porque son propias, se envuelven de rumba, todo percusión, con poco que ver con nuestro concepto sonoro del término. Surgen de líneas de bajo palpitantes que piden un picadillo vibrante de cueros y maderas golpeadas, en este caso concentradas en un baterista veloz y resolutivo.

Manifestó su felicidad de poder volver a cantar, con alegría de poder hacerlo “en el primer concierto europeo en dos años”, cogido un tanto al vuelo. Apenas habían podido ensayar un par de días. No se notó, los ritmos afrocubanos vienen en los ‘Cuadernos Álvarez’ de la música en Cuba con el que todos aprenden caligrafía musical.

A medida que se desarrollaban las canciones, la cantante ofreció una paleta vocal amplia grave, fuerte, huracanada o sensual, hasta erótica. Siempre con un gran sentido del humor y no poca ironía en sus alocuciones al personal. Extensas, como corresponde a la irrefrenable tradición verbal cubana. Cantó en castellano e inglés, y efectivamente, pudiera ser la nueva Celia Cruz, pero en su voz conviven también Aretha Franklin, Sade, La Lupe o Nina Simone y Diane Reeves. Y en armonía.

Su concierto enamoró por la cordialidad, su simpatía y las ganas de compartir hasta hacer bailar a los de enfrente (cosa que consiguió). Da la sensación de que esta mujer está llamada a ser una enorme figura de la música internacional.

Hoy viernes 22 de julio, turno de Sounds From The Ancestors

Hasta la publicación de su último álbum, Sounds from the Ancestors (2021), que ha sido aclamado por la crítica y seleccionado como Master Piece por la revista Down Beat, la carrera estelar de Garrett —ganador de un Grammy y doctor honoris causa por el Berklee College of Music de Boston—, incluye temporadas singulares con Miles Davis, Art Blakey y The Jazz Messengers, Chick Corea, Pat Metheny, Donald Byrd, Freddie Hubbard, Woody Shaw y la Orquesta de Duke Ellington. Su reputada trayectoria como líder, que comenzó hace más de 30 años, lo ha consagrado como uno de los saxofonistas más importantes del jazz moderno.

Aunar el sonido visceral y el impactante lirismo de sus composiciones hacen que sea considerado el responsable de otorgar al saxo una dimensión jamás conocida. Con él combina una técnica asombrosa con un elegante estilo, entrelazando su música con los ritmos urbanos. Su discurso versátil y libre se refleja en sus colaboraciones con la Orquesta Sinfónica de Nueva Jersey. También con el hip hop de Gurú o el rock de Sting y Peter Gabriel.

El último proyecto, Sounds from the Ancestors, que presenta en Almuñécar, es el vigésimo álbum y posiblemente uno de los mejores de su carrera. Un trabajo extraordinario que recuerda el espíritu de los sonidos de sus ancestros africanos. Reivindica, sin prejuicios y con elegancia, los estilos musicales que han marcado su trayectoria. Estos son el blues y el soul; pero también es un tributo al legado de Roy Hargrove, Art Blakey y Tony Allen. Músicos que, al igual que Garrett, miraron hacia el pasado para influir en el sonido futuro y la evolución del jazz.

Tras sus memorables conciertos en los años 2016 y 2002 con Birds of a Feather, acompañado de Roy Haynes, Christian McBride, Nicholas Payton y David Kikoski, Kenny Garrett vuelve a Jazz en la Costa con un nuevo, emotivo y soberbio proyecto musical.