De fragmentaciones y falsas traiciones
En la actual sociedad política, viene siendo frecuente el culpar de “traidor” al que ha dejado de seguirte, como si estuviera en esa pseudo-obligación de amar y respetar hasta que la muerte los separe.
Y ahora entenderéis mejor el hilo de esta columna. Tenemos traidores (o eso es de lo que te tachan) que se rebelan ante el poder de señores/políticos feudales que se ven cuestionados.
La ciudadanía es cada vez más exigente frente a los dogmas y servidumbres inamovibles de los viejos partidos y por ello reclaman nuevas soluciones para nuevas inquietudes en forma de nuevas opciones políticas. Esto no es más que el resultado de una sociedad más libre, moderna y comprometida con sus ideas.
Ocurre en la actualidad que comprobamos con los partidos políticos nuevos, y no tan nuevos, que los líderes piensan que pueden hacer y deshacer a su antojo, y si alguien se desvía de las líneas marcadas se considera traidor, tanto en la derecha como en la izquierda.
Ya son muchos los súbditos que pelean por su libertad y para que las cosas se digan y hagan de otra forma, pero sin perder nunca de vista la vocación y responsabilidad que un cargo político conlleva. De la necesidad de que existan profesionales en la política pero no de la política. Servidores públicos cuya principal misión sea darle voz al pueblo, esa voz que quiere resultados y no palabras vacuas. Que haya valientes que den un paso al frente sin más objetivo que llegar a cada rincón de la sociedad.
La fragmentación del voto es consecuencia del hartazgo que ha imperado en los partidos y los políticos feudales quieren culpar a los vasallos sin darse cuenta de que ya no son la ley. La ciudadanía se ha quitado las vendas y los vasallos son personas libres.
Lo fácil es culpar de traición en lugar de hacer reflexión y autocrítica. Es muy importante reconocer los errores porque en caso contrario nos veremos condenados a que se repitan, y eso en política supone una enfermedad muy grave. No se puede, ni se debe culpar al vasallo de actuar con libertad y conciencia.
Estamos acostumbrados a mayorías absolutas pero la tarta ya no se reparte entre dos...Hay más partidos que quieren su porción...Como ocurre actualmente en otros países como Alemania o Italia.
Hay que estar atentos al mensaje de la gente que nos exige un entendimiento. Que quiere que la escuchemos. Que quiere hechos. Que la fragmentación es por una extrema necesidad de cambio. Y esa fragmentación de la que muchos se lamentan, es la base del cambio y de la unión.
Negar o impedir la fragmentación, es negar la esencia de la democracia.
Un buen líder siempre buscará crear un gran equipo que transmita fuerza a una sociedad decepcionada por la inacción de otros que se quedaron cruzados de brazos.
La fragmentación va a dar respuesta a cuestiones silenciadas y en ese sentido podemos encuadrar perfectamente la aparición de nuevas opciones. Bienvenidos a una nueva era, nuestra era, la era del cambio y de la unión.